Hemeroteca Laus DEo18/10/2019 @ 15:01
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La prueba evidente, aducida por los Padres de la Iglesia, es que el Padrenuestro incluso rezándolo privada, individualmente, lo rezamos en plural. Toda la Iglesia reza por boca de uno: «Padre nuestro…», «nuestro pan…».
Un cristiano jamás está solo en su oración: con él está toda la Iglesia.
Un cristiano jamás pronuncia su oración solo y para sí: ora como miembro de la Iglesia, santifica a toda la Iglesia, toda la Iglesia se beneficia de su plegaria.
¡Cuántas veces no habremos de pensar y repensar el misterio de la oración cristiana!
Esta oración [el Padrenuestro] acoge y expresa también las necesidades materiales y espirituales: «Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas» (Lucas 11, 3-4). Precisamente a causa de las necesidades y dificultades de cada día, Jesús exhorta con fuerza: «Os aseguro: pedid y se os dará, busca y encontraréis, llamad y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre» (Lucas 11, 9-10). No es pedir para satisfacer los propios gustos, sino más bien para mantener la amistad con Dios, quien, como dice el Evangelio, «dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan» (Lucas 11, 13). Lo han experimentado los antiguos «padres del desierto» y los contemplativos de todos los tiempos, convertidos, por la oración, en amigos de Dios, como Abraham, que pidió al Señor que salvara a los pocos justos del exterminio de la ciudad de Sodoma (Cf. Génesis 18, 23-32). Santa Teresa de Ávila invitaba a sus hermanas, diciendo: tenemos que suplicar a Dios que nos libere de todo peligro para siempre y que nos aleje de todo mal. Y por más imperfecto que sea nuestro deseo, esforcémonos por insistir en nuestra petición. ¿Qué nos cuesta pedir mucho, dado que nos dirigimos al Todopoderoso?» (Cf. Cammino, 60 (34), 4, in Opere complete, Milano 1998, p. 846). Cada vez que rezamos el Padrenuestro, nuestra voz se entrecruza con la de la Iglesia, pues quien reza nunca reza solo. «Todo fiel tendrá que buscar y podrá encontrar en la verdad y riqueza de la oración cristiana, enseñada por la Iglesia, su propio camino, su propia manera de oración… se dejará por tanto conducir… por el Espíritu Santo, que le guía, a través de Cristo al Padre» (Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre algunos aspectos de la meditación cristiana – Orationis formas, 15 de octubre de 1989, 29)» (Benedicto XVI, Ángelus, 25-julio-2010).
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