Rémi Brague, políglota, erudito, irónico, es un filósofo e historiador francés cada vez más popular en España y reconocido en toda Europa. Está presentando en España su libro Sobre el Islam (Ediciones Encuentro).
Brague es especialista en Filosofía Medieval y pensamiento judío, cristiano e islámico. Nacido en 1947, fue Premio Joseph Ratzinger de Teología en 2012 y Premio Honoris Causa en 2019 en la Universidad San Pablo CEU. En Francia recibió el Premio de Filosofía de la Academia Francesa. Es conocido por sus libros Europa, la vía romana (traducido a 17 idiomas), La sabiduría del mundo, La ley de Dios y El reino del hombre.
En un desayuno el 20 de noviembre con más de cien personalidades, convocado por el Real Instituto de Estudios Europeos, Manuel Oriol, su editor en Ediciones Encuentro, destacó que «Brague es un erudito que no toca de oídas, sino que va a las fuentes. Se involucra en causas cristianas de forma inequívoca. Es también un autor irónico que pide una lectura inteligente«.
Brague detalló: «Mi libro da la palabra a los pensadores islámicos, hablan ellos, teólogos y juristas. Mi libro no tiene juicios de valor: cuento lo que dicen ellos. Es lo que escribían antes de la intervención colonial europea, porque en época moderna los autores, digamos, ya aguaron el vino islámico»,
El Islam son 4 cosas a la vez
Brague explicó que el libro busca explicar la esencia del Islam. Es complicado, porque el Islam son cuatro cosas a la vez:
– una actitud personal del creyente hacia Dios;
– una religión;
– una civilización
– y unas poblaciones, con rasgos diversos.
En el libro hay secciones como «¿Hay un verdadero Islam?», «La Sharia» o «La yihad», entre muchas otras. Se escribió en 2022 y la edición española de 2024 está actualizada y ampliada.
El autor durante 20 años dio clases de Filosofía en la cultura árabe, lo que incluye a autores judíos que escribían en árabe, como Maimónides. Pero lo cierto es que filósofos del mundo árabe apenas escribían de religión o de Dios. Por ejemplo:
– Razes (Al-Razi, del siglo IX y X) fue un médico crítico y cruel con la idea misma de que haya profetas; decía que dividían a los hombres;
– Averroes fue juez en Sevilla y Córdoba en el siglo XII; tenía que aplicar la sharia y era una especie de intelectual orgánico; «sabemos lo que hacía como juez, pero no lo que realmente pensaba o creía», detalla Brague;
– Avicena era un médico persa del siglo X y XI que deducía por la razón y la filosofía ¡que las mujeres tienen que llevar velo!;
– Al Farabi (muere en Damasco en el 950) nunca mencionó a Mahoma ni al Islam; parece que sus creencias eran las de un neoplatónico tardío.
Incluso hoy, los creyentes de a pie tienen una relación muy matizada con su religión. Muchos lo viven más bien como una civilización de la que son herederos, sin una relación firme con Dios.
Tres formas de criticar lo musulmán
Brague detecta tres actitudes críticas ante los musulmanes:
1) el tosco que critica a los árabes porque «alborotan de noche», «su cocina huele mal» o «degüellan sacerdotes»;
2) el que tiene cierto interés en la historia, que correctamente niega los supuestos paraísos árabes de filosofía y cultura, la «leyenda rosa» del Islam o la supuesta «convivencia» en Al-Ándalus.
3) el filólogo que estudia el Corán, que «ve que es muy aburrido» y que constata que no puede ser todo él de inicios del siglo VII (encuentra indicios de añadidos posteriores, etc…)
Rémi Brague, en el desayuno presentando su libro Sobre el Islam, con Fundación Neos y el Real Instituto de Estudios Europeos.
Profetas habría muchos, enviados de Alá sólo 6
Brague avisa de que «hay sacerdotes que intentan reconocer alguna autenticidad en la profecía de Mahoma. Pero el Islam distingue entre los profetas, de los cuales hay muchos, y los enviados -rasul- de Alá, los que traen leyes de Alá y nos enseñan cómo hacer su voluntad. Estos son seis: Adán, Noé, Ibrahim/Abraham; Moisés/Musa, Isá/Jesús y Mahoma, el más grande.
Si dices que crees que Mahoma es profeta, es que quieres vivir según sus leyes, y éstas sustituyen a las de Jesús, les dirá un musulmán a esos sacerdotes.
El Islam es legalista y universalista
Brague recordó que los rabinos y judíos observantes hablan de 613 mandatos bíblicos, pero son sólo para judíos. A los gentiles, los judíos los consideran justos si cumplen los llamados Siete Mandamientos de Noé: que administren justicia con tribunales, que se abstengan de blasfemar, de adorar ídolos, de caer en la lujuria, de matar, de robar y de comer carne de animales aún vivos.
El Islam imita al judaísmo en ser legalista, con numerosos preceptos que dicen lo que tienes que hacer en cada circunstancia. «EL Islam es una ley más una religión más un sistema», dijo.
El Islam imita al cristianismo en querer ser universalista, en querer llevar sus mandatos a todo el mundo y todas las personas.
El Islam busca llegar a todos los hombres y naciones; en la foto, peregrinos de Chad en la Mezquita del Profeta en Medina, haciendo el Hach en 2022.
Musulmanes y cristianos
«Cuando muchos musulmanes se afincan en Occidente, la pregunta no es si pueden convivir dos grupos de personas sino dos civilizaciones con todo su bagaje«, detalló.
«Hoy hay más secularización en países musulmanes, como Irán. que entre los musulmanes emigrados a Occidente», advirtió.
Señaló que en Irán hay una teocracia con un mar de población poco devota, que quiere otro sistema, y lo mismo en el Magreb y en Egipto.
Muchos jóvenes de cultura musulmana consideran que la religión es una serie de cosas que se hacen (peregrinar, rezar, ayunar) y no unas cosas en las que se cree.
«Un musulmán nunca te preguntará si crees de verdad en el Corán, sólo mirará si vives según sus normas», añadió.
«El problema no está en los musulmanes, sino en los cristianos. Si los cristianos se toman su religión en serio, pueden explicar al inmigrante por qué el cristianismo es interesante», exhortó.
Pero lo cierto es que para un musulmán es peligroso y difícil convertirse al cristianismo y complicado. Para hacerse musulmán, uno sólo necesita pronunciar una frase, la shahada, que reconoce a Alá como Dios y a Mahoma como su profeta, y empezar a seguir sus normas. No tiene que leer ni una página del Corán.
Para ser cristiano, en cambio, se pide un tiempo de catecumenado y al menos leer los Evangelios, y luego recibir el bautismo. Además, cuando un musulmán se hace cristiano, por lo general su familia le rechaza y le da por muerto, cortando todo lazo.
«El Dios cristiano ama a todos, Jesús muere para ofrecer salvación a todos», detalló el historiador. «Pero Alá ama a quien le obedece pero odia a quien no le obedece».
La inmensa mayoría de los musulmanes conocen muy poco el Corán. Se saben quizá de memoria la Sura 1, porque es breve y es una oración. A veces conocen la 112, que dice que Dios no ha tenido ningún hijo. «El Corán se recita a veces como música, sin entenderlo. Es difícil entender el árabe coránico, porque es distinto del actual y es distinto del medieval», detalla.
¿Qué es «interpretar»?
Hay quien pide interpretar el Corán para adecuarlo a nuestros tiempos. Pero Brague avisa de que la palabra «interpretar» significa cosas distintas en Occidente y en el Islam. Es una palabra que viene del mundo jurídico. «Un juez interpreta una ley para evitar resultados injustos qué el legislador no pudo prever. Se pregunta qué tenía en mente el legislador y trata de adaptarlo».
San Pablo pide en sus cartas que las mujeres lleven velo en las reuniones. Interpretamos que lo que preocupaba a San Pablo era probablemente el decoro y el respeto a las costumbres locales y sociales al vestir. También nosotros pedimos decoro y respeto al vestir.
En cambio, si el Corán dice que la mujer ha de llevar velo, es Alá quien lo pide, y Alá conoce el futuro y no se equivoca, lo pide para siempre y no hay nada que interpretar.
Cuando un musulmán erudito habla de «interpretar el Corán», matizó, está hablando de lingüística, de entender qué significaba tal palabra en el árabe antiguo.
Lea también nuestra sección Islam y cristianismo.
En el vídeo, la conferencia de Rémi Brague con Neos en Madrid sobre otro tema: ¿Por qué el hombre occidental se odia a sí mismo?, a partir del minuto 34.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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