17/03/2025

Sed misericordiosos

Lucas 6, 32-38. “Sed misericordiosos”

«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Seguimos en este tiempo de Cuaresma acogiendo la Palabra de Dios como el alimento diario que Jesús nos ofrece para que recorramos caminos de conversión a su amor. En nuestras vidas nos gustaría reconocer más que la fe nos va transformando en la voluntad compasiva de Dios. Hoy el evangelio vuelve a levantarnos la mirada sobre nuestra propia identidad. No deja que nos repleguemos en nuestra pequeñez, sumergidos en nuestro quehacer diario olvidamos el amplio horizonte que nos ofrece la fe. Nos invita a renovar las tres dimensiones de apertura que tenemos de forma constitutiva en nuestra vida: abiertos a Dios, a los hermanos y a nosotros mismos.

En nuestra apertura a Dios tenemos, por pura gracia de Dios, la capacidad de encarnar en nuestras vidas el amor compasivo y misericordioso del mismo Dios. Es a lo que nos invita Jesús a descubrir que las entrañas misericordiosas de nuestro Dios las hemos heredado por su gracia a través del bautismo. Esa Vida Divina comparte la misma identidad de Dios que es “compasivo y misericordioso”, y se traduce en una nueva relación con los demás. “La misericordia se ríe del juicio”, nos recuerda Santiago es su carta. A ser juez de las cosas nosotros elegimos ser sus amantes. Por eso no juzgamos, sino que acogemos de forma radical la vida nuestros hermanos en los que descubrimos es rostro de Cristo vivo.

El perdón se convierte en la forma de mirarnos a nosotros mismos. De no estar permanentemente en la queja, en los complejos, en el reproche hacia nosotros mismos. Como tratamos a los demás es el reflejo de cómo nos relacionamos con Dios y con nosotros mismos. Estamos tan cerca de Dios, como la distancia que hay entre nosotros y la persona a la que menos queremos. Así que agradezcamos este tiempo de bendición que es el camino cuaresmal. 

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