09/07/2025

Simone Weil y el deseo de comunión

El papa Juan Pablo II expresaba, en un texto sobre la eucaristía, el deseo de suscitar el “asombro eucarístico” ante este sacramento, a la vez misterio de fe y de luz. El asombro, la maravilla, la fascinación ante lo real, está en la base de la mirada filosófica. No es, por consiguiente, extraño que también ante la eucaristía muchos filósofos hayan mostrado este asombro. Nos fijaremos en un texto de Simone Weil (París 1909 – Ashford 1943), nacida en una familia judía agnóstica, escrito en Londres muy poco antes de su muerte y que tituló “Teoría de los sacramentos”. Este texto lo envió por carta a su amigo Maurice Schumann, miembro, como ella, de la Resistencia Francesa.

Para Simone Weil, lo religioso tiene que ver con el deseo profundo que anida en el corazón, en lo hondo del ser humano: “es el deseo el que salva”, llega a decir en una de sus obras. Cuando estaba en Londres, Schumann solía acompañar a Simone Weil a la misa dominical y, en alguna de aquellas ocasiones, ella le expresó que sentía un deseo muy grande de recibir la comunión, pero no podía cumplirlo porque no estaba bautizada. El deseo, para hacerse real, necesita de la carne: “la naturaleza humana está concebida de tal forma, que un deseo del alma, mientras no pase a través de la carne por medio de acciones, movimientos o actitudes que le corresponden de manera natural, no tiene realidad en el alma”. Solo un deseo real dirigido directamente hacia el bien “puro, perfecto, total, absoluto”, dirigido hacia Dios, puede poner en el alma más bien que el que existía antes.

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