26/12/2024

¿Tiene sentido reparar casas allí donde aún caen bombas rusas? Sí, dicen Cáritas y los vecinos

Dentro de dos meses la guerra de Ucrania cumplirá 3 años. En una reunión del 20 de diciembre en el Consejo de Seguridad de la ONU, Izumi Nakamitsu, de la Oficina de Desarme de Naciones Unidas (UNODA) hablaba ya de 12.340 civiles muertos en Ucrania por las armas en lo que Rusia llama «operación militar especial», desde febrero de 2022. Las cifras de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) a fecha 30 de noviembre eran: 12.340 civiles civiles muertos y 27.836 heridos.

Este año 2024 ha habido más bombas aéreas y más ataques con drones contra poblaciones, lo que siempre causa más víctimas civiles. Las bombas aéreas mataron a 341 civiles y hirieron a 1.803 entre el 1 de enero y el 30 de noviembre, según datos de la Misión de Observación de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania. Eso es el triple de muertes civiles y seis veces más heridos que en 2023.

En octubre y noviembre, Rusia batió récords de bombardeo aéreo contra ciudades densamente pobladas, con unas 100 bombas guiadas por día casi todos los días entre el 1 y el 20 de noviembre. Cayeron sobre grandes ciudades como Járkov, Odesa (lejos del frente) y Sumy.

Un gran esfuerzo por parte de Cáritas Ucrania, la organización caritativa grecocatólica, consiste en reparar casas dañadas por bombardeos, también cerca del frente. Han reparado en estos 3 años, con distintos formatos de ayuda, 11.000 hogares.

Algunos se preguntan si tiene sentido reparar esas casas, pero los vecinos de esas zonas insisten en decir que sí. Es su hogar.

Hogar es donde haces planes para el mañana

Ulyana Krys, de Cáritas Ucrania, es la directora del proyecto «Restaurar la esperanza: reparar viviendas en la región de Mykolaiv».

Dice que el propio hogar no es sólo un techo, es tener un espacio para sentirte en casa, recuperar el aliento, hacer planes de futuro. Con las ventanas rotas y un agujero en el techo, una familia entera se ve desplazada, hundida y desposeída. Si un equipo de Cáritas repara las ventanas y el techo, sigue habiendo un hogar funcional.

Cáritas en Mykolaiv repara casas unifamiliares de campo, humildes, y también edificios de varios pisos. Reciben ayuda económica de muchos católicos a través de Cáritas Alemania.

Una de las casas de la región de Mykolaiv de tejado y ventanas reparadas por Cáritas tras los destrozos de las bombas rusas (foto de Caritas Ucrania).

Arreglar tejados y ventanas

En el pueblo de Pervomaiske (región de Mykolaiv), un delegado de Cáritas Alemania, Per Beeman, habla con una señora llamada Tamara, que cuenta su experiencia. En el pueblo quedan unos 1.400 habitantes, antes de la invasión vivía el doble. Reparar casas ayuda a que vuelvan algunos.

«Mis padres construyeron esta casa. Vivíamos en Jersón, pero vinimos a cuidar de mi anciana madre y la guerra nos pilló aquí. Cuando empezaron a disparar, nos dio mucho miedo y nos fuimos. Y cuando regresaron, el techo estaba muy dañado y las ventanas estaban rotas», cuenta la señora Tamara.

Su marido Mykola muestra los lugares donde impactaron los proyectiles enemigos. «Hay más de 60 trozos de pizarra en el tejado. Una pizarra cuesta 430 grivnas y mucho trabajo», explica esta familia. El proyecto de Cáritas les ha devuelto el techo.

El analista alemán visitó algunas de las casas reparadas y se convenció de que valía la pena trabajar por reparar más, porque el equipo ucraniano lo hacía con eficacia y profesionalidad.

Reconocen el vuelo del shahed kamikaze

Otro caso que cuenta Cáritas Ucrania es el de la señora Tetyana Volodymyrivna, de la comunidad Pavlivska, en la región de Zaporiyia. Los bombardeos la dejaron como momentáneamente paralizada. «Yo estaba en una especie de postración», recuerda. «Esa noche yo pensaba: ¿debo abrir la ventana o cerrarla? Entonces hubo un destello brillante en la ventana, una explosión y el cristal se desintegró». La explosión también arrancó la puerta y trozos del techo.

La bomba era un un dron kamikaze shahed que explotó al lado de su casa. Rusia ha adquirido muchos shahed en Irán, y construye también sus propias versiones. Los ucranianos los reconocen ya por el ruidoso sonido de su motor en vuelo, que le permite recorrer hasta unos 2.000 kilómetros. Cada uno cuesta entre 10.000 y 20.000 dólares y su explosión causa grandes destrozos. Muchos, con humor más o menos resignado, los llaman «doritos» por su forma de ala delta.

Las casas adyacentes a la explosión, como la de Tetyana, sufrieron destrozos en ventanas y techos por la onda expansiva. Cáritas ya ha restaurado estas casas en su tercera oleada del programa «Viviendas para hogares vulnerables», en este caso con ayuda de ACNUR (Naciones Unidas para los Refugiados en Ucrania).

Apoyar más a las personas ancianas solas

El programa prioriza ayudar a las personas mayores sin familia (que son muchas en Ucrania, país donde la cultura soviética, más fuerte en el este, generó familias pequeñas y rotas). Caritas Zaporiyia aquí colabora con las autoridades locales y las empresas de reparación. El objetivo es ofrecer un invierno cálido.

En total, en 2024, en esta región a través de Cáritas Zaporiyia apoyaron a 125 familias con ayudas económicas para pagar reparaciones y otras 256 familias restauraron sus casas por parte de contratistas que trabajan con Cáritas.

Para ayudar a las víctimas de la guerra en Ucrania, Cáritas Española mantiene esta web y la cuenta Caixabank ES31 2100 5731 7502 0026 6218 .

Lea más sobre la situación en el país en nuestra sección Iglesia en Ucrania.

Vídeo de 3 minutos, con subtítulos en inglés: hablan los beneficiados, escenas de los destrozos y de las reparaciones.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»