Donald Trump anunció que Robert Francis Kennedy (n. 1954) tendría un lugar en su gobierno y el pasado jueves anunció su nombramiento como secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS: Health and Human Services).
Su misión -señaló al anunciarlo- será llevar «transparencia» a ese departamento y «restaurar en él la regla de oro de la investigación científica«, consistente en que toda afirmación experimental está sujeta a debate, aunque dicho debate perjudique «al complejo industrial de la alimentación y las compañías farmacéuticas», que han practicado «el engaño, la información errónea y la desinformación» en perjuicio de la salud pública.
El MAHA de RFK
La nueva Administración republicana asume así el discurso de un demócrata díscolo, hijo de Bob Kennedy (asesinado en 1968 cuando encarrilaba la victoria hacia la nominación) y sobrino de John F. Kennedy, el presidente asesinado en 1963.
RFK Jr. -como también es conocido- es un abogado y activista medioambiental que ha denunciado pertinazmente la colusión de intereses entre las grandes empresas farmacéuticas (las Big Pharma) y las directrices del departamento de Sanidad que va a pasar a dirigir. Todo ello en contra, en su opinión, de la salud de los ciudadanos. Su lema, parafraseando el MAGA de Trump, va a ser MAHA: Make America Healthy Again.
Pero, más allá de esta cuestión, que afecta al tenor general del segundo mandato de Trump, el nombramiento de Kennedy es relevante para los grupos provida norteamericanos. Católico como toda su familia, ha sido siempre un militante pro-choice, es decir, pro-aborto, en el sentido de considerarlo un asunto que concierne exclusivamente a la madre, quien debe poder decisión [choice] sobre si su hijo vive o no.
La crítica de Mike Pence
Y es lo primero que ha recordado el ex vicepresidente de Trump, Mike Pence, un político caracterizadamente provida: «Si es confirmado, RFK Jr. sería el secretario de Salud republicano más pro-aborto de la historia moderna», señaló, antes de pedir a los senadores republicanos que rechacen su confirmación por el Senado, requisito para su nombramiento efectivo.
Pence reivindicó la labor «inequívocamente provida» de la primera Administración Trump: «Hay cientos de decisiones que toma el HHS todos los días que pueden conducir nuestra nación hacia el respeto a la vida o alejarnos de ella». Considera que el nombramiento de Kennedy es «un alejamiento radical respecto a la hoja de servicios de nuestra Administración y debería preocupar profundamente a los millones de estadounidenses provida que han apoyado durante décadas al Partido Republicano».
«Durante la mayor parte de su carrera, RFK Jr. ha defendido el aborto durante los nueve meses de embarazo, apoya la reversión de la sentencia Dobbs [que revertió a su vez la sentencia pro-aborto Roe vs Wade] y ha pedido que Roe vs Wade sea convertida en ley federal», concluyó Pence.
Un apoyo matizado
Pero no todos los provida piensan lo mismo que Pence. No respecto a la posición de Kennedy, pues todo lo que dice Pence es cierto. Sino respecto a la conveniencia o inconveniencia de su nombramiento.
Así, Brian Burch, presidente de Catholic Vote, ha escrito un artículo en Life News presentando el nombramiento de RFK Jr. como «una gran oportunidad provida, quizá mayor de lo que nos damos cuenta».
¿Por qué? Burch explica que a mediados de octubre se reunió en Nueva York con Kennedy durante 45 minutos.
Por un lado, el ‘ministro de Sanidad’ in pectore le dijo que «el aborto es una desgracia moral, y es una desgracia para nuestra nación que cada año haya millones de abortos»: «Creo que, como nación, deberíamos centrarnos en reducir drásticamente el número de abortos«.
Pero, por otro, destacó que su cosmovisión le inclinaba «hacia la libertad personal» (en referencia al derecho de la madre a ‘elegir’) y que, aunque consideraba los abortos en el tercer trimestre como algo «espantoso«, estaba contra cualquier restricción legal al aborto antes de la «viabilidad».
Burch señala que RFK Jr. no puede ser descrito como «provida», pero piensa que quiere sinceramente resolver esa «desgracia moral» por «otros medios, al menos en los inicios del embarazo».
«Por supuesto, no estoy de acuerdo con él. Y se lo dije públicamente», añade Brian: «Y le dije que, aunque discrepemos, debemos trabajar y rezar para convencerle de la necesidad de proteger legalmente toda vida humana«.
Pero no es solo esto, sostiene Burch. Él piensa que el MAHA de Kennedy representa «una gran oportunidad provida, quizá mayor de lo que nos damos cuenta». ¿En qué sentido lo dice? En el sentido de que la lucha contra el aborto no consiste solamente en la cuestión legal, sino en enfrentarse a la «cultura de la muerte» que caracteriza nuestros tiempos, «con el sexo fuera del matrimonio como norma, la tasa de matrimonios en caída libre y la natalidad más baja de la historia». Y además, «hemos crecido acostumbrándonos a resolver nuestros problemas sociales con fármacos, vacunas, terapias e incluso cirugías (el caso trans)».
Enemigos coincidentes
«Es ahí donde tengo la esperanza -y la intención de trabajar con RFK- de construir una cultura de la vida», porque los presupuestos del MAHA «parten de un principio fundamental: que la dignidad y la salud de todos los niños merecen nuestra atención. Y ¿quién están haciendo daño a nuestros hijos? El gobierno invasivo, las Big Tech, las Big Pharma y las grandes corporaciones que tratan a nuestros hijos como mercancía«.
Para la industria del aborto, «los niños no deseados son meros residuos sanitarios: ‘Tómate esta pastilla o concierta esta cita con el abortorio y todos tus problemas desaparecerán’. La industria del aborto se ha beneficiado masivamente de la industrialización de lo humano, y hay que desmantelarla. Si RFK lo consigue, no solo los niños crecerán más sanos, sino que creo que haremos importantes progresos hacia los cambios culturales estructurales que necesitamos en última instancia para acabar con el aborto en Estados Unidos».
En resumen: Kennedy merece apoyo, sostiene Burch, porque va a emprender una guerra contra un enemigo común, el complejo industrial del que la industria del aborto forma parte. Por ejemplo, la «transparencia» que él puede incorporar al sistema sanitario afectará también, o al menos eso espera Brian, «a los llamados fármacos abortivos», cuyos efectos y consecuencias esconde cuidadosamente el establishment político y mediático.
Todo ello, por supuesto, con el compromiso de «oponernos enérgicamente a cualquier intento del HHS de difundir o promover el aborto«.
El debate entre ambas posiciones provida ante Kennedy queda, pues, servido. Tendrá su siguiente asalto dentro de un par de meses durante su confirmación en el Senado, donde ambas posturas intentarán influir sobre los senadores republicanos a favor o en contra del primer Kennedy que volvería a la Casa Blanca con cargo ejecutivo desde los años sesenta.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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