19/09/2024

UN VALOR QUE SE PIERDE POR LA ACTUAL CORRUPCIÓN

El pudor es un mecanismo de defensa, propio de la castidad, que protege instintivamente la intimidad sexual con la vergüenza. Es un muro protector de la pureza. Pudor no es miedo al cuerpo desnudo, sino respeto a él. 

No es casto el que trata de ignorar lo sexual, sino el que sabe mirarlo con ojos limpios. «El pudor distingue al hombre de los animales». 

El pudor protege la propia intimidad. El pudor es propio de la persona humana. Los animales no tienen pudor. 

El pudor también se expresa en el vestido. Por eso se cubren las partes más íntimas, que no se comparten con cualquiera.

«El pudor supone respeto a lo más personal del hombre. 

Protegerse de la mirada ajena, no indica ñoñería sino salvaguardar su sexo del uso posesivo de los demás. 

Palpar algo es, en cierta medida, un acto de posesión. Ver es como tocar a distancia. Ofrecer a la mirada ajena las partes íntimas del cuerpo supone dejarse poseer en lo que tiene uno de más íntimo. 

Toda exhibición sugiere un acto de entrega. Hacerlo en público se asemeja a la prostitución».

Dice el psicopedadogo Bernabé Tierno: «La educación del pudor sólo es posible allí donde imperan ideas nobles y sentimientos limpios. El  pudor sólo es sentido por quien todavía es  sensible a las amenazas que sufre la virtud. 

Todo lo que tiene ella de grande y de noble, de dominio propio y de respeto, lo tiene el vicio impuro de bajo y despreciable. La persona impura es una persona sin voluntad. La razón, que debería ser la señora, se vuelve esclava de los instintos animales; el hábito vicioso se convierte en el peor de los tiranos, exige cada vez más y vuelve a la persona egoísta, con un egoísmo de la peor especie: la persona impura lo sacrifica todo para satisfacer su propia pasión. El vicio impuro quita a la persona la tranquilidad de conciencia, la alegría, la libertad, la fe, la esperanza, el verdadero amor, la honra, la fortuna, la salud y, en fin, la gloria del cielo. 

No podemos olvidarnos que el buen cristiano, además de la virtud de la pureza, debe tener la de la justicia y la caridad.

Libro «Para Salvarte» P. Loring.


PUBLICADO ANTES EN CATOLICIDAD