22/06/2024

¡Veinteañeras! Tarrasa y Sant Feliu, las últimas diócesis creadas en España, hoy maduras y sanas

En junio de 2004 Roma sorprendió a muchos creando dos nuevas diócesis, las últimas que se han creado en España hasta la fecha, en Tarrasa (con grandes ciudades como la misma Tarrasa, Sabadell, la rica Sant Cugat, Granollers…) y la de Sant Feliu de Llobregat (con ciudades como El Prat, Sitges, Castelldefels, Viladecans, Esplugues, Vilafranca del Penedés, Gavà, Martorell…). 

Cada diócesis nació con unas 120 parroquias y ha mantenido esa cifra. En su momento hubo quien se opuso y se enfadó (por ejemplo, los que se enfadaban con cualquier decisión de Juan Pablo II o del cardenal Carles), pero lo cierto es que se desgajaron de Barcelona dos diócesis de tamaño «manejable» que han cumplido ahora 20 años con buena salud.

Tarrasa ha ganado un 25% de católicos; Sant Feliu, un 50%

Según las cifras oficiales, hace veinte años la diócesis de Tarrasa nacía con 1 millón de católicos y 1,1 millones de habitantes. Hoy serían un millón y cuarto de católicos y 1,3 millones de habitantes: un crecimiento de un 25% de fieles. Los sacerdotes habrían pasado de 165 en 2004 a 137 en 2022. Los diáconos permanentes, que eran 7 en 2010, hoy son una veintena (incluyendo al periodista Ignasi Miranda, que muchos conocen por la misa en catalán de TV2). Como en todo el mundo, el número de religiosas ha descendido a medida que fallecían: de 572 en 2010 a 388 en 2022.

Si la diócesis de Tarrasa ganó unos 200.000 habitantes en estas dos décadas, la diócesis de Sant Feliu ganó casi 400.000, y hoy serían 1 millón 50.000 habitantes. Los católicos pasaron de 600.000 a 920.000 católicos, un 50% más que en su inicio. Sus sacerdotes pasaron de 153 a 142, sus religiosas de 262 a 222 y tiene, como su coetánea, otros 20 diáconos permanentes.

Por supuesto, las cifras de católicos no son necesariamente de católicos devotos, ortodoxos y practicantes, la mayoría son bautizados que se pasan poco por la iglesia, pero aún así indican una sociología bastante viva de la fe.

Para las cifras que se observan en otras partes de España, e incluso en Cataluña, que es la región más descristianizada de España junto con el País Vasco, las dos diócesis «veinteañeras» pueden presumir de una salud razonablemente buena.

Ambas se apoyan en una demografía activa, la herencia de órdenes religiosas del pasado, ciudades de tamaño manejable, clima agradable… Sant Feliu se beneficia de las playas y el turismo y de atraer población. Tarrasa, de un buen nivel socioeconómico. En ambas diócesis es mayoritaria la población que tiene como lengua habitual el castellano (datos Idescat 2018), aunque no necesariamente entre los feligreses (de eso no se hacen estudios).

Tarrasa: seminario propio, casa Guadalupe, LifeTeen, Cenáculo…

En Catalunya Cristiana han entrevistado con detalle a Salvador Cristau, obispo de Tarrasa, que al crearse la diócesis con José Ángel Saiz Meneses al frente (antes era obispo auxiliar en Barcelona, hoy es arzobispo de Sevilla), fue su obispo auxiliar en Tarrasa y encargado de su seminario. Recuerda que él mismo se sorprendió con la noticia.

«Yo mismo, que trabajaba en el arzobispado de Barcelona como secretario general y canciller, no supe nada hasta la tarde anterior, cuando el cardenal Ricard Maria Carles [entonces arzobispo de Barcelona, y desde 2011 primer cardenal bloguero en lengua española] me llamó y me comunicó que al día siguiente saldría la noticia. Además, por mi cargo me tocó leer la bula Christifidelium saludem , por la que san Juan Pablo II erigía las nuevas diócesis, el 15 de junio de 2004, con los nombres de los respectivos obispos, de las catedrales y los límites geográficos. Por tanto, sí que fue una sorpresa. Para algunos fue una sorpresa negativa pero para muchos otros fue positiva, porque entendían que la finalidad era la de favorecer una mayor proximidad de los fieles», explica el obispo Cristau.

Hoy considera que la diócesis «está consolidada», aunque como todas quiera crecer en evangelización, acción social, etc… En lo caritativo, Tarrasa cuenta con 1.400 voluntarios de Cáritas en su red de parroquias, que en 2023 ayudaron a 9.600 hogares. 

Sobre el seminario y las vocaciones, recuerda que cuando se crearon las nuevas diócesis, los seminaristas que se formaban hasta entonces en Barcelona «se distribuyeron por razón del domicilio familiar. A partir de este criterio, en Terrassa teníamos un grupito de una docena de seminaristas, a los que se añadieron algunos más. Durante dos años los seminaristas de Terrassa continuaron en Barcelona, ​​hasta que las monjas Comendadoras de San Juan de Jerusalén nos cedieron su casa de Valldoreix, en Sant Cugat del Vallès, cuando cerraron la comunidad y se trasladaron a Álava», detalla.

Así, en 2006 nacía un seminario propio para Tarrasa, mientras el resto de seminaristas de Cataluña acudían a estudiar a Barcelona, al seminario interdiocesano. Hoy, explica el obispo Cristau, el seminario de Tarrasa cuenta con 18 seminaristas.

«Es apasionante si te gusta la educación y la formación. Yo había pasado siete años de vicerrector del Seminario Conciliar de Barcelona y, por tanto, ya tenía un rodaje cuando fui nombrado rector del Seminario de Tarrasa», explica en la entrevista. Los retos vocacionales son los mismos que en toda España: «la falta de cultura vocacional, la secularización y la crisis de la familia».

Recientemente, el obispo Cristau participó en un encuentro de la asociación provida Casa Guadalupe, lo que le da pie para hablar de este apostolado. «Casa Guadalupe surgió a partir de la iniciativa de unas familias que, movidas por esta inquietud, quisieron hacer algo para ayudar a que chicas gestantes sacaran adelante su embarazo. Empezaron con una primera casa en Sabadell y después abrieron una en Terrassa. Son centros de día en los que reciben formación, acompañamiento y ayuda material, psicológica y espiritual. Después del verano tienen previsto abrir una tercera casa, también en Terrassa, para chicas con sus hijos que no tienen dónde vivir o que lo hacen de forma muy precaria, a veces en situación de realquiler».

Menciona también al Proyecto Raquel: «tiene su origen en Estados Unidos y quiere ayudar sobre todo a las mujeres, aunque también está abierto a los hombres, que han tenido un aborto y que después, con los años, se sienten marcadas por una herida en la conciencia y en el corazón».

Aunque Cristau no lo menciona en la entrevista, Tarrasa fue también pionera al acoger la primera casa en España de la Comunidad del Cenáculo, en 2011, para rehabilitación de personas con adicciones.

El obispo Cristau en agosto de 2023 en la JMJ de Lisboa con los jóvenes peregrinos de la diócesis de Tarrasa

Pero probablemente la apuesta con la que ha transformado más parroquias de toda España fue el desembarco de LifeTeen, el sistema de catequesis para adolescente importado desde Estados Unidos. Emili Marlés, uno de los colaboradores de Cristau y Sáiz Meneses en la formación de seminaristas, lo conoció en la JMJ de Madrid, viajó a Estados Unidos para verlo de cerca y lo trajo a la parroquia de la catedral de Tarrasa. Hoy ya está en 200 parroquias de toda España, y los adolescentes que recibieron aquellas catequesis en 2012 hoy son padres de familia, seminaristas o evangelizadores.

El conjunto iglesias visigóticas y románicas de Egara, en Tarrasa, es muy impresionante.

En toda España las diócesis se enorgullecen de su patrimonio histórico. En Tarrasa, aunque son diócesis veinteañera, recuerdan que ya eran diócesis en la época en que se hundía el Imperio Romano, la antigua diócesis de Egara entre los siglos V y VIII. Visitar sus 3 iglesias de época visigóticas (todas juntas), con sus tumbas, y sus pinturas románicas en homenaje a Santo Tomás Beckett, pocos años después de ser martirizado el obispo y político inglés medieval, es toda una experiencia. El alcalde Jordi Ballart presentó en octubre al Papa la candidatura del conjunto monumental de Egara para la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, aunque el obispo avisa de que es «un proceso lento».

En la tarde del sábado 15 de junio, la diócesis celebró su fiesta de veinteañera con una una misa presidida por el Nuncio en España, Bernardito Aúza, con el obispo Salvador Cristau como anfitrión, la presencia del cardenal Omella, de Barcelona, el arzobispo Joan-Enric Vives, de Urgel, y otros siete obispos catalanes. Un monaguillo se mareó y asustó a los presentes, aunque pronto se recuperó.

Sant Feliu: inicios austeros, hoy a la espera de un obispo

Por su parte, la diócesis de Sant Feliu de Llobregat, celebró su aniversario unas semanas antes, el 26 de mayo, aprovechando también que su catedral, la parroquia de San Lorenzo, cumplía 500 años como parroquia. También contaron con una misa con el Nuncio concelebrada por el obispo de Sant Feliu de Llobregat, Agustí Cortés, el valenciano de 76 años que puso en marcha la nueva diócesis y ya ha presentado la renuncia por edad y problemas de salud (arrastra un mieloma «controlado» desde 2013).

Acudieron el cardenal Omella, el obispo Cristau, el arzobispo de Ugel y el abad de Montserrat, Manel Gasch. Una de las fuerzas de la diócesis es contar con la abadía de Montserrat en su territorio. Tras la misa, hubo una comida popular con unas mil personas en la plaza de la Vila.

Con el quinto centenario de la parroquia (pero solo 20 años como catedral) recordaron que desde la época de los romanos se recuerda a los mártires Cugat (Cucufate) y Feliu (San Félix Africano o de Gerona). Ambos eran norteafricanos, probablemente comerciantes de Cartago, y evangelizaron en lo que hoy es Cataluña. Feliu murió mártir en Gerona, según la tradición.

El templo parroquial fue destrozado en la guerra civil y quedó solo el campanario. El templo actual, hoy catedral, es de 1946, imita las antiguas basílicas romanas, con decoración de estilo paleocristiano y bizantino.

Entrevistado en Catalunya Cristiana, con 76 años y presentada su dimisión, el obispo Agustí Cortés no tiene problema en hablar de las dificultades que se encontró para poner en marcha la diócesis en 2004.

Agustín Cortés, de 76 años, ha sido desde 2004 el primer obispo de Sant Feliu, y pasados 20 años, el único. Foto de Agustí Codinach en Catalunya Cristiana.

«Han sido muchos años haciendo pedagogía. Hay que decir que había instancias civiles que no estaban de acuerdo con que Sant Feliu de Llobregat fuera una diócesis o que preferían que fuera otra población la sede del obispado. Había cierto rechazo al hecho de crear una diócesis aquí en la ciudad de Sant Feliu de Llobregat», deja caer el obispo.

Entre las dificultades, recuerda la carencia de medios. «Empezamos con un donativo que nos hizo Barcelona de 50.000 euros y con alguna ayuda de alguna diócesis catalana más vinculada en este territorio. Alquilamos unos apartamentos para que fueran sede de la Curia, de la vivienda del obispo y del secretario», detalla.

Como alegrías, aprecia que en una diócesis más pequeña «todo el mundo se conoce, se comunica y participa con toda facilidad. El obispado es una realidad muy próxima a la vida cotidiana de las personas».

Sant Feliu no tiene seminario propio como Tarrasa. «Habría sido mucho peor haber formado un seminario propio: la infraestructura, los formadores… Mientras no se justifique una razón más importante, no tendremos seminario propio«, asegura el obispo.

Sobre su salud, afirma que «desde el punto de vista del mieloma estoy bien», pero «cualquier cosa, como por ejemplo un simple resfriado, me desestabiliza. Me sabe mal cuando por motivos de salud no puedo asistir a algún compromiso».

Entre los retos de su sucesor y de cualquier obispo de hoy destaca, por ejemplo, «el análisis sociológico y antropológico de la juventud. Esto es importantísimo para afrontar la crisis vocacional«.

Mensaje en vídeo del Papa (en castellano) a la diócesis de Sant Feliu y su catedral (que cumple 5 siglos como parroquia):

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»