«Músico, poeta, loco y académico«. Así se define en la web Juan Miguel Zunzunegui. Mexicano de nacimiento pero «mestizo de todas las culturas» -tiene antepasados españoles, austríacos y otomíes-, el apellido de este polifacético escritor es de renombre internacional. Ya sea en la creación de contenidos, desde su influyente canal de YouTube, en el análisis teórico y académico como especialista en filosofía, geopolítica y religiones, por su experiencia como doctor en humanidades o maestro en materialismo histórico, sus decenas de libros publicados hablan por sí solos. Entre sus obras destacan Hernán Cortés. Encuentro y conquista, la reciente Falsificar la historia o el superventas Los mitos que nos dieron traumas.
También es uno de los académicos participantes en el documental de José Luis López-Linares, Hispanoamérica. Canto de vida y esperanza, que tras superar los 20.000 espectadores en más de un centenar de salas durante su primer fin de semana en España en abril de este año acaba de dar el salto al continente americano. El pasado día 9 la cinta se proyectó en Ciudad de México durante las Jornadas Hispanoamérica, un futuro compartido, logrando un «lleno absoluto y ovación general» que espera replicarse en el estreno en la república mexicana desde el próximo 17 de octubre.
El escritor mexicano habla con Religión en Libertad recuperando el hilo de su intervención en el preestreno en España, cargada de propuestas eminentemente prácticas de cara a la elaboración de un discurso hispanista frente a la Leyenda Negra.
Para él, la «agenda y estrategia» son cruciales para mantener el actual auge del movimiento hispanista. Pero advierte que estas deben verse aderezadas en el futuro por la coordinación, el liderazgo, la comunicación entre hispanistas y el seguimiento de una hoja de ruta establecida que busque desbaratar la Leyenda Negra ante el hispano de a pie. Y por qué no, también contribuir a largo plazo a «la unión de la Hispanidad».
-¿Qué llamada concreta haría al hispanismo de hoy?
-Habría que llevar el discurso de lo intelectual a lo activista. Un grupo intelectual nos servirá mucho para subirnos los egos, pero eso no va a servir para nada. ¿Qué vamos a hacer ahora? La respuesta es obvia, seguir con lo que ya hacemos: José Luis tendrá que hacer otra película, yo más libros y producción audiovisual… Pero especialmente debemos tener una agenda con estrategia.
-¿En qué aspecto cree que el hispanismo debe hacer autocrítica?
-Se cae en un error muy grande y es que al final no dejamos de hablar de pasado. Pensemos que sí, que los ingleses mienten -lo que han demostrado toda su historia- y que toda la Leyenda Negra es falsa. Es cierto. Pero nosotros estamos haciendo lo mismo, nos atascamos en el pasado, solo que ellos lo hacen para contar mentiras.
-Pero la historia es pasado. Si no se mira ahí, ¿dónde hacerlo?
-El objetivo que buscamos es la unión de la Hispanidad, debemos centrarnos en el futuro. La narrativa de la Leyenda Negra es a base de discursos que no atienden a lo racional, sino que perturban las emociones y dan una explicación simplista, pero que te funciona y la compras. Tenemos que hablar del futuro con un discurso que mueva emociones.
-¿Por ejemplo?
-Vamos a jugar con la imaginación como hace la Leyenda Negra. Es común preguntarse cómo sería México si no hubieran llegado los españoles, incluso la inteligencia artificial hace imágenes de pirámides de neón… ¿Y porque no preguntarnos cómo estaría México si nunca nos hubiéramos separado de España? Sería estúpido pensar en regresar al imperio, pero solo hay que imaginar lo que sería en el futuro el mundo hispano unido.
-Los académicos y divulgadores habéis superado la Leyenda Negra en vuestros libros y escritos. ¿Qué pasa ahora?
-El problema es que hay muchos que no se quieren enterar de eso. No basta con que la Leyenda Negra esté desmontada en la academia, eso no le importa a nadie. Los académicos deben salir de su palacio de mármol y sus clases y producir más películas, libros y materiales, porque la Leyenda Negra se introdujo con películas, libros y materiales. Tenemos que librar la batalla cultural.
Zunzunegui, previamente a su intervención en las Jornadas Hispanoamérica, un futuro compartido:
-¿Qué discurso debe guiar toda esa producción en la estrategia para una «sociedad postnegrolegendaria»?
-Lo que importa ahora es tener objetivos y ver qué narrativa necesitamos para ese objetivo. Si Obrador nos dice que España tiene que pedir perdón, responderán que no hay nada por lo que pedir perdón y que de hecho nos tendrían que dar las gracias. Y estoy de acuerdo, pero eso rompe el puente de comunicación. Hoy las pruebas no importan, siempre habrá debate, así que tenemos que encontrar una narrativa en el que el nivel emocional funcione por encima del racional. Lo que debemos encontrar ya no es una verdad, sino como transmitirla y comunicarla, y eso debe ser con una estrategia.
-¿Qué papel debe ocupar el cristianismo en esa estrategia?
-Toda la cultura hispana es católica. Gran parte de todo lo bueno que salió de la llegada de España a América tiene que ver con el cristianismo, que le daba unos valores distintos. No tienes que ser católico para aceptar la realidad histórica, pero la tradición católica española, el catolicismo como lo entendía el español, fue fundamental.
-¿Y cómo se traslada eso al presente?
-En el siglo XXI tenemos a todos los discursos contra la Iglesia, todo lo religioso suena a arcaico y retrógrado, y si encima es católico, apesta. Entonces tenemos el problema de relacionarlo o no. Pienso que la Hispanidad son los valores de la cultura hispana y el catolicismo es uno de ellos, pero el catolicismo tiene valores humanos que no dependen de la fe. Tenemos que trabajar esos valores a nivel filosófico.
-¿Por ejemplo?
-Pienso que es más importante rescatar el humanismo español que el catolicismo.
-¿Entonces es una cuestión de estrategia? ¿O de términos?
-Es trampa, porque al rescatar uno, rescatas a otro. Pero estas diciendo humanismo español. [Se trata de] que al ateo no le haga ruido y que pueda decir `soy hispano. No soy católico, pero creo en la honestidad´.
`Toda nuestra historia se integra en Hernán Cortés. Odiarlo no nos ha servido y no ha resuelto nada. Amarlo no es necesario. Aceptarlo e integrarlo en nuestro pasado, como el ser humano que es, con aciertos y fracasos, luces y sombras, es fundamental´, subraya el escritor en Hernán Cortés. Encuentro y conquista.
-Hablemos de lo woke. En muchos casos, este movimiento se plasm en masas de gente derribando estatuas de evangelizadores o conquistadores. ¿Cómo combatirlo?
-Diría que solo es una masa de gente derribando estatuas. Lo malo es que, en la época de la democracia, esa masa de gente derribando estatuas es lo que mueve a los políticos. Ese es el verdadero problema de la democracia bananera de hoy, que cualquiera que exalte las emociones negativas de la gente consigue lo que quiere.
-Pero, ¿cómo definir a un wokista? ¿Por qué lucha o derriba estatuas?
-Tendríamos que aceptar que hemos hecho algo mal en la cultura occidental. Te pones a analizar y los woke son como los terraplanistas. Todo lo que pasó es que no acabaron la secundaria y cuando escuchas sus argumentos, te dan ganas de reír y llorar, ternura mezclada con compasión. La cultura woke está basada en la absoluta ignorancia. No los podemos ignorar, porque ahí están, con su agenda y estrategia, pero no puedes discutir con ellos. No tiene sentido. Es como discutir con un seguidor de Obrador.
Zunzunegui, en Hispanoamérica: ¿Hispanoamérica o latinoamérica?:
-¿Por aquello de que ya no importan ni las pruebas o los argumentos?
-No hay forma de discutir con ellos porque no les importan las razones o la lógica. El problema con esta cultura woke no es que sean malas personas, es que son idiotas útiles. Estos movimientos buscan gente frustrada, que se sienta herida por la sociedad, y los convence de que son víctimas, de que tienen la razón y de que la culpa es de los demás y te lo compran. Que todos los problemas de la humanidad se arreglarán cuando usemos la letra «e» y no la «a» o la «o». Son idiotas útiles porque dicen que eso es cierto.
-Pero tienen poder…
-Desde ese momento, esa gente frustrada y lastimada se convierten en Quijotes, porque tienen una lanza y están convencidos de que libran una revolución por el bien de la humanidad haciendo una pendejada. ¿Que qué hay que hacer con esa gente? Te diría que educarla, pero no quieren ser educados. No vale la pena discutir con ellos. La única forma de combatir la mentira es con la verdad. Y hay que decir la verdad, pero no a ellos, sino a todos.
-¿Por qué cree que los organismos internacionales fomentan el indigenismo cuando este, como vimos en las jornadas, va en contra de los derechos humanos que afirman defender?
-Tendríamos que preguntarnos qué buscan esos organismos internacionales. Son la cosa más poco fiable del mundo. [Con ellos] te das cuenta de cuál es el problema de las narrativas que llegan al absurdo: suena súper moderno, incluyente y progresista decir `vamos a defender a los indígenas, los indígenas sufren, están discriminados y hay que luchar´.
-¿Y no es así?
-Sí, claro, ¿y la culpa la tiene España? Así nos estamos quitando 200 años de vida independiente de España. Todo lo mal que viven los indígenas de los estados hispanoamericanos de hoy es culpa de los estados hispanoamericanos de hoy. Y eso es obvio como pocas cosas.
-¿Significa eso que el indigenismo no lucha por el indígena?
-Es curioso que cuando te encuentras con esos `indigenistas´ tienen algunas características comunes. Quizá la más importante es que la mayoría de indigenistas no son indígenas, sino que son blancos y tienen apellido alemán, se identifican con la izquierda y los valores progres, son antiimperialistas y, sin embargo, le hacen la chamba -el trabajo- al imperio.
-Explíquese
-Lo único que busca el indigenismo es fragmentar aún más la América hispana. Originalmente América se divide en cuatro virreinatos y cada uno podía ser poderoso. Entonces vienen los ingleses a financiar una mayor fragmentación. Tráelo al siglo XXI y [la traducción] es: `Qué tal si lo fragmentamos más, porque suena súper progre que la nación mapuche o araucana tienen derecho a tener su propio estado. Eso significa partir Bolivia en 16, Chile en 4 y Perú en 14. Con algo que parece súper ético y súper progre, que son los derechos de los indígenas, se pretende usar a blancos con apellido alemán para generar discursos indigenistas que fragmenten la América hispana, lo cual favorece a Estados Unidos.
-Antes hacía autocrítica, pero algo se estará haciendo bien en el hispanismo: hay un boom de libros y materiales, como la misma Hispanoamérica de López-Linares…
–Hace diez años no lo hubiera imaginado. Esto pasa cuando el discurso progre y la leyenda negra abusa y la gente dice: `Venga ya´. Es como cuando te dicen que hay que ser incluyente con la bandera del arcoíris, luego que hay 27 géneros y más tarde que son 80 y quieren que entren en la escuela de tus hijos y dices: `Ya, hasta aquí´. Con el hispanismo pasa lo mismo. Siempre hemos existido muchos que hemos tenido claro que todo es mentira y que la de la llamada conquista -que no es tal- es una patraña y un discurso ideológico. Ha pasado lo de siempre, como con el género, que nos hemos quedado callados y ese es el gran error. Lo que pasa es que muchos hemos dicho `hasta aquí´.
-¿Cree que ese despertar sucede como colectivo o persona a persona?
-Mucha gente no está en esto, no es hispanista. Solo son hispanos corrientes, que en un momento dicen ese `ya´. Estoy seguro que después de mentar la madre -insultar gravemente- al español, en español, mil veces, te duele el corazón. En algún recoveco de tu inconsciente, después de decir en español mil improperios contra España, empiezas a entender que te lo estás diciendo a ti mismo. Y si te pones a investigar, no hay nadie que pueda irse cuatro generaciones atrás sin encontrar ancestros de España. Entonces dices: `Este discurso va contra mí mismo´.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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