11/10/2024

A la verdad se llega en compañía

A Jesús no le gustan los tipos sin personalidad propia, por eso hoy alaba y reconoce a Natanael por su autenticidad. Es un discípulo que se dirige a Jesús sin filtros ni máscaras, pues al inicio la expresión que se le escapa es de cierto desprecio por los orígenes de Jesús; nadie esperaba que algo importante surgiera de un pueblo pobre e insignificante; sin embargo Nazaret es el pueblo de Jesús y él mismo será identificado y recordado como “el nazareno”. Según la tradición Natanael era un estudioso de las Escrituras y deseaba con ansias el cumplimiento de las promesas, esperaba a aquel de quien escribieron Moisés y los profetas, tal como le dijo Felipe. Natanael por eso se negaba a creer y aceptar el anuncio y testimonio de Felipe. La mayoría de los israelitas querían un mesías glorioso, cuyos orígenes serían de gran ascendencia y su llegada sería algo espectacular. Pero Dios supera las propias expectativas y sorprende a los discípulos y al mismo Natanael. En el encuentro con Jesús hay un cambio radical en la vida y actitud de Natanael. Jesús no sólo escuchó sus palabras, no se fijó en la apariencia, sino que va más allá y suscita en él una profunda confesión de fe que ha llegado hasta nuestros días: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Natanael encontró finalmente en Jesús lo que buscaba, cuando se sentaba debajo de la higuera para escudriñar las
Escrituras y saber más sobre el mesías esperado.
Con él se cerró el primer círculo de incondicionales: Simón y Andres, Santiago y Juan, y por ultimo: Felipe y Natanael. Dos parejas de hermanos de sangre y otra de amigos del alma. Así se nos enseña que tanto la fraternidad como la amistad verdaderas tienen su fundamento en el hecho de que existe una verdad que el hombre busca sin cesar en esta vida y que se alcanza siempre en compañía de otro que comparte la misma búsqueda que uno.