El presentador y humorista Bill Maher (n. 1956) es una de las grandes estrellas de la televisión estadounidense, con programas de éxito en grandes medios como HBO, Comedy Central (de la Paramount) y la ABC. Como analista político es incisivo y transgresor, políticamente incorrecto en las formas aunque apoya numerosas causas progres.
El pasado 20 de abril comentó la serie documental Quite on set. The dark side of kids TV, que denuncia el entorno abusivo que vivieron los niños-estrella de la televisión de los años 90. Maher tuvo la audacia de despacharse a gusto sobre la hipocresía de Hollywood al abordar este tema, en un monólogo donde los chistes marca de la casa -gruesos muchos de ellos- sirvieron para un reproche muy duro a las productoras y canales que han hecho y hacen negocio de la «degradación, obviamente inapropiada y enormemente sexualizada«, de niños y adolescentes en series y películas, en particular en Disney.
«La izquierda hará la vista gorda incluso con la violación de niños sin quien lo denuncia está en el lado equivocado«, denunció en referencia a las acusaciones del gobernador republicano de Florida, Ron de Santis, precisamente contra Disney por su adoctrinamiento LGTBI. Y señaló que el problema no es solo Hollywood: puso el ejemplo de Meta (propiedad del escorado hacia los demócratas Mark Zuckerberg), que acoge -si bien aquí con la colaboración de las «mamás de Instagram» que las publican- fotos hipersexualizadas incluso de niñas pequeñas.
Tras criticar la proliferación de drag queen cuentacuentos en las escuelas infantiles o la presencia de niños en sus desfiles rodeados de frases obscenas, Maher puso el dedo en la llaga: «¿Tengo que asumir que todo esto está bien solo para conservar mi carnet de identidad progresista? Lo siento, pero no puedo».
Y sentenció: «El wokismo ya no es una extensión del progresismo. Está llevando las cosas tan lejos que se convierte en lo contrario». Él es partidario de la «inclusión», pero «a partir de un cierto punto, la inclusión se convierte en promoción y, contra lo que dice el dogma progresista actual, los niños no son adultos en miniatura con una sabiduría superior a sus años… ¡son tontos!».
Un chiste con el que quiso dar a entender, como enseguida aclaró, que «son incautos que creen en cualquier cosa y quieren complacer a los adultos, y carecen de un marco de referencia. Normalizan cualquier cosa, y por eso estar continuamente hablando de género a niños de seis años no solo es inapropiado, sino que es lo que en términos legales se considera inducción a hacer algo que alguien normalmente no haría».
«Y si usted no cree que eso está pasando en las escuelas, es que no ve bastantes vídeos de TikTok«, concluyó, ilustrando sus palabras con las propias afirmaciones de profesores activistas.
El impacto de este monólogo de Maher ha sido grande, acercándose ya a los tres millones de visionados solo en Youtube y suscitando numerosos aplausos. Entre ellos, los de Jennifer Roback Morse, católica y fundadora y presidenta del The Ruth Institute, un equipo de personas que lucha activamente por la familia y contra las consecuencias de la revolución sexual.
Jennifer, cuyo último libro aborda precisamente ese tema (El Estado Sexual. Cómo las ideologías de las élites está destruyendo vidas y cómo la Iglesia tuvo razón desde el principio), solo le reprocha a Bill Maher que no haya ido a la raíz del problema: la ‘liberación sexual’ del 68.
Así lo explica en un artículo publicado en el National Catholic Register (los ladillos son de ReL).
Gracias, Bill Maher, pero tu crítica a la depravación de Hollywood no fue lo suficientemente dura
Si no ha visto usted el reciente monólogo del presentador Bill Maher en el que denuncia el problema de la pederastia en Hollywood, debería dedicar ocho minutos y medio para hacerlo.
Los demoledores ocho minutos y medio de Bill Maher. Pueden activarse subtítulos en inglés.
Me alegro de que por fin alguien diga que la explotación sexual de los niños está mal, y que la complicidad y la hipocresía de Hollywood son atroces. Sin embargo, el problema es más profundo de lo que Maher cree.
Los orígenes: la revolución sexual de los 60
En mi opinión, la pederastia forma parte de los principios básicos de la revolución sexual. El potencial para la aceptación total de la pederastia ha estado latente desde el principio de esta ideología.
Me explico.
Los defensores de la revolución sexual básicamente dicen que puedes hacer sexualmente lo que quieras sin ningún resultado negativo. No te pasará nada malo ni a ti ni a nadie de tu entorno. Los tabúes anticuados y pasados de moda son el verdadero problema, ya que inducen en la gente un sentimiento de culpa innecesario, irracional y represivo.
Dichos activistas rara vez lo dicen así, ya que sería demasiado ridículo. Pero en cuanto se presiona al activista típico, esta creencia sale a la superficie de una forma u otra.
¿Cuál es la relación con la pederastia? El sexo hace bebés. Las expectativas sociales, las normas, y sí, los tabúes, en torno a la actividad sexual tienen consecuencias para los niños.
Cómo afecta a los niños
Antes de la revolución sexual, las normas sociales en torno al sexo aumentaban la posibilidad de que los niños tuvieran una relación con su padre y su madre durante toda la vida. En la nueva sociedad sin tabúes que nos hemos creado, muchos niños ni siquiera saben quiénes son sus padres, y mucho menos tienen relaciones estables con ambos.
Para que nuestras nuevas creencias sobre el sexo encajen, hemos tenido que revisar nuestras creencias sobre los niños. Los defensores del Nuevo Orden Sexual Mundial sugieren que los niños no son tan indefensos, dependientes y necesitados como suponíamos.
Jennifer Roback Morse es economista y ha escrito varios libros sobre cuestiones controvertidas en torno a la familia.
Algunos de estos padres y madres intelectuales de la revolución sexual sostenían que los niños son «seres sexuales desde el nacimiento». Gente como Alfred Kinsey y Wilhelm Reich sugirieron que se diera a los niños espacio y tiempo libres de juicios para explorar su sexualidad con sus iguales, sin vergüenza ni culpa. Reich abogaba por que los niños dispusieran de sus propios apartamentos para este fin. La idea de que la sociedad debe «proteger la inocencia infantil» no es más que una reliquia de una época ignorante.
Los artífices del mal
Esta nueva concepción de la infancia ofrece respuestas muy diferentes a la pregunta de qué necesitan realmente los niños de la sociedad adulta en general y de sus padres en particular. Desde este punto de vista, ya no es necesario guiar a los niños desde la inocente e indefensa dependencia hasta la independencia madura: «Los niños saben lo que necesitan»; «Sigue la dirección que marca el niño».
Sin excepción alguna, los arquitectos de la revolución sexual sostenían que la educación sexual era necesaria para todos los niños. Estos activistas se referían a algo más que a la información sobre la mecánica del acto sexual y su conexión con la reproducción. Se referían a animar a ver el sexo como un fin placentero en sí mismo, no necesariamente relacionado con los bebés, el matrimonio ni incluso el amor.
Además, afirman, los niños son tan resistentes que ni siquiera necesitan relaciones afectivas estables con su padre y su madre. Antes «se mantenían unidos por el bien de los niños». Pero en el nuevo entorno creado por el divorcio sin culpa, los adultos pueden cambiar de pareja sexual y de lugar de residencia por cualquier motivo o sin motivo, sin tener que rendir cuentas. Los niños estarán bien mientras sus padres sean felices.
[Lee en ReL: Katy Faust, contra el «enfoque obsesivo» de los adultos en sus derechos reproductivos: ¿y los niños?]
El nuevo novio de mamá o la nueva esposa de papá son buenos sustitutos del padre o la madre originales. Mejor aún, los hijos de padres divorciados tendrán cuatro adultos que les quieren. ¿No es estupendo? Las necesidades de los niños son re-pensadas para absolver a los adultos.
En efecto, redefinimos la infancia para salvar la brecha mental entre la necesidad de los niños de estabilidad parental y los derechos sexuales de los adultos a «avanzar» a voluntad.
Impacto sobre los abusos a menores
Si juntamos todas estas piezas, ¿qué tenemos? La infancia ya no es una época de dependencia e inocencia. El papel adecuado de los padres ya no es proteger la inocencia de los niños. Ser buenos padres significa dar a los niños oportunidades libres de culpa para explorar su sexualidad.
La redefinición de la infancia ya es casi completa. Nos hemos acostumbrado a la idea de que los menores tengan acceso a la anticoncepción y al aborto sin el conocimiento o el consentimiento de los padres. Algunos estados permiten que los menores den su consentimiento para los llamados procedimientos médicos «transgénero». De hecho, en algunos estados, las autoridades están capacitadas para separar a los niños de sus padres -por lo demás buenos padres- si estos no «afirman» la idea del niño sobre su identidad de género.
Las políticas sociales subvencionan a las madres solteras menores de edad, proporcionándoles así su propio «espacio seguro» donde pueden mantener relaciones sexuales sin la supervisión de sus padres. Esto se ha prolongado durante varias generaciones, de modo que este tipo de arreglo para la crianza de los hijos está completamente normalizado en algunas comunidades.
Empoderando al depredador, debilitando a la víctima
Por favor, obsérvese lo que no estoy diciendo. No estoy diciendo que las personas que diseñaron originalmente estas políticas, o quienes siguen apoyándolas, sean pedófilos. Tampoco estoy diciendo que Reich o Kinsey fueran pedófilos. (Sin embargo, hubo un grupo de intelectuales franceses que firmaron una petición en 1977 pidiendo la despenalización del sexo entre adultos y niños. Gente como Michel Foucault, Jacques Derrida, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir la firmaron.)
[Lee en ReL: La hipocresía de la élite progre: lapidó a Matzneff por la pederastia que todos jaleaban desde el 68]
Lo que quiero decir es que ellos pusieron en marcha algo que nos ha llevado a donde estamos hoy. Sus teorías sobre la sexualidad de los niños desde el nacimiento seguramente resultan atractivas para los que sí son pedófilos. Las políticas sociales inspiradas en sus ideas seguramente hicieron más difícil para los padres proteger la inocencia de sus hijos. La revolución sexual envalentona al depredador y desarma a la víctima.
Gracias, Bill Maher, por tu mordaz crítica de los abusos de Hollywood contra los niños. Pero no has ido lo suficientemente lejos. Intentar acabar con el abuso sexual infantil sin enfrentarse a la revolución sexual es una misión imposible. No creo que sea posible. Hollywood nunca podrá liderar la lucha para acabar con el azote del abuso sexual infantil.
Compañeros católicos, las antiguas enseñanzas de nuestra Iglesia son la única respuesta posible al problema de los abusos sexuales. Tenemos que defender esas enseñanzas. Tenemos que recomponernos y limpiar nuestra propia casa. Porque si no defendemos la inocencia de los niños, nadie más lo hará.
Traducción de Verbum Caro.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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