Jóvenes, recordadlo: somos capaces de Dios. Esta es una verdad que podría ser tomada por una muestra de inconsideración o de soberbia si hubiera sido imaginada por el hombre, pero como es Dios mismo quien nos la ha revelado, como no ha fundado su Iglesia sino para que la conozcamos, aceptemos y actuemos en consecuencia movidos por su gracia, recordárnosla a nosotros mismos y recordársela a los demás se convierte en un deber. Es Dios mismo quien nos otorga las fuerzas para elevarnos hasta Él.
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