Este Cristo de la película ‘Marcelino Pan y vino’, ese amigo a quien un inolvidable Pablito Calvo daba de comer todos los días a escondidas de los frailes del convento, actualmente preside el altar de la capilla de las Carmelitas descalzas de Don Benito, Badajoz y llegó ahí por iniciativa de un ingeniero de sonido del largometraje, originario de la localidad de Guareña, quien tenía a una hermana en ese convento.
Es sin duda uno de sus tesoros mejor guardados, a la vez que objeto de admiración y curiosidad de los turistas que visitan esta ciudad.
El Crucificado, una vez terminada la película en el año 1954, no tenía ningún valor para los estudios. Fue idea del ingeniero Miguel López Cabrera el enviarlo al Convento de Carmelitas de Don Benito cuya iglesia había sido desmantelada durante la Guerra Civil
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