16/04/2024

ESCLAVOS DE MARÍA, TÍTULO DEL PERFECTO DEVOTO

Hemeroteca Laus DEo23/10/2019 @ 11:00

De Sicut oves/En su Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen María, San Luis Grignión de Montfort enseña que «Antes del Bautismo pertenecíamos al demonio como esclavos suyos. El Bautismo nos ha convertido en verdaderos esclavos de Jesucristo».

Así es, y si no, basta recordar el reclamo del Apóstol San Pablo «¿Acaso no sabéis que no os pertenecéis?» (1 Cor. 6, 19). Y San Luis añade: «Somos totalmente suyos, como sus miembros y esclavos, comprados con el precio infinito de toda su Sangre».

Teniendo en cuenta esto, el incansable misionero, San Luis Grignión, explica la diferencia entre el servidor asalariado y el esclavo: «Por la esclavitud, en cambio, uno depende de otro enteramente, por toda la vida y debe servir al amo sin pretender salario ni recompensa alguna, como si fuera uno de sus animales sobre los que tiene derecho de vida y muerte».

Por naturaleza, todos los seres son esclavos de Dios. Los demonios y los condenados también lo son por constreñimiento, y los justos y santos, por libre voluntad.

Este tipo de esclavitud, enseña el Santo enamorado de la Virgen, es «la más perfecta y la más gloriosa para Dios, que escruta el corazón, nos lo pide para sí y se llama Dios del corazón o de la voluntad amorosa», porque por esta esclavitud el alma «opta por Dios y por su servicio, sin que importe todo lo demás, aunque no estuviese obligado a ello por naturaleza»

Al final de su obra, San Luis aconseja algunas «prácticas interiores que tienen gran eficacia santificadora para aquellos a quienes el Espíritu Santo llama a una elevada perfección». Éstas consisten en hacer todas las acciones

«por María, con María, en María y para María, 
a fin de obrar más perfectamente por Jesucristo, 
con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo»

 

1º) Por María: «se trata de conformarse y dejarse conformar por Ella en el espíritu que la anima, que no es otro que el Espíritu Santo de Dios, fuente y principio de toda vida en Cristo».

2º) Con María: «según nuestras limitadas capacidades». Ella es «el grandioso y único molde de Dios», en el que es necesario arrojarse «para hacer imágenes vivas de Jesucristo.»

3º) En María: «Es más bien un resultado al que se puede llegar, un fruto que se puede obtener ‘por su fidelidad… como una inmensa gracia’ por la puesta en práctica del ‘por’ y del ‘con’ María. Vivir en María, ¿no es experimentar la presencia amante de María?».

4º) Para María: «no como fin último de nuestras acciones, que sólo puede ser Jesucristo, sino como fin próximo, intermediario y medio eficaz de llegar a Él.»