12/10/2024

Francisco llama a los cristianos a «difundir la fragancia de Cristo, no el mal olor del pecado»

La mañana de este 21 de agosto, el Papa Francisco ha pronunciado una nueva catequesis del ciclo El Espíritu y la Esposa, donde ha profundizado en la venida del Espíritu Santo sobre Jesús durante su bautismo.

A lo largo de su discurso, Francisco destacó la importancia de este pasaje del Evangelio, plasmada en las palabras de Jesús pronunciadas poco después en la sinagoga de Nazaret, «el Espíritu del Señor está sobre mí; por eso me ha ungido«.

A continuación abordó las implicaciones de esa unción sobre Jesús como «Rey, Profeta y Sacerdote», tal y como eran ungidos los reyes, sacerdotes y profetas del Antiguo Testamento pero, en este caso, con el «aceite espiritual» del Espíritu Santo, que desciende sobre Jesús.

Es por ello que Jesús «estaba lleno del Espíritu Santo desde el primer momento de su Encarnación. Aquella, sin embargo, era una gracia personal, incomunicable. Ahora, en cambio, recibe la plenitud del don del Espíritu para su misión que, como cabeza, comunicará a su cuerpo que es la Iglesia».

Profundizando en la simbología de este pasaje, detalló la consagración del óleo en la misa del Jueves Santo, el «crisma», con el que se ungirá a los que reciban el bautismo y la confirmación, siguiendo el rito que dice: «Que esta unción los penetre y santifique, para que, liberados de su corrupción nativa y consagrados como templo de su gloria, difundan la fragancia de una vida santa». Es una aplicación que se remonta a San Pablo, que escribe a los Corintios: «Porque somos ante Dios el olor de Cristo».

«La unción produce el perfume. Los consagrados que viven esta unción con alegría perfuman a la Iglesia«, subrayó el Papa.

Sin embargo, advirtió de que, «por desgracia, a veces los cristianos no difunden la fragancia de Cristo, sino el mal olor de su propio pecado«. Por ello invitó a recordar que «el pecado nos aleja de Jesús» y que «el diablo entra normalmente a través de los bolsillos».

Frente a esta amenaza, el Papa invitó a no perder de vista el compromiso de realizar «la sublime vocación de ser el buen olor de Cristo en el mundo«. Una fragancia que «emana de los frutos del Espíritu», como son «amor, alegría, paz, magnanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí».

«Una persona con amor, gozosa, que crea la paz; una persona magnánima; una persona benévola, una persona buena… Es hermoso encontrar una persona buena, una persona fiel, una persona mansa que no sea envidiosa. Alguno sentirá un poco de esta fragancia cuando nos encontremos en medio de estas personas. Que seamos cada vez más conscientes de ser ungidos por Él«, concluyó.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»