Hemeroteca Laus DEo21/12/2021 @ 03:50
La teoría de la salvación universal (también conocida como Apokatastasis o Apocatastasis) fue condenada por la Iglesia en el II Concilio de Constantinopla, en el año 543, contra los origenistas, secta que llegó a afirmar que, por la naturaleza inmensamente bondadosa de Dios, no podía existir el infierno de fuego ni ningún otro castigo eterno, por lo que todos los seres, incluso el Demonio, tenían posibilidad de ser perdonados y alcanzar la salvación. Esta herejía resurgió durante el Concilio Vaticano II y posteriormente, fue manifiesta en algunas encíclicas, como a continuación leeremos.
«El Hijo de Dios, con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre.» Concilio Vaticano II, Gaudium et spes.
El Vaticano II presenta la idea de que, por Su Encarnación, Cristo Nuestro Señor se unió con TODOS loss hombres, con CADA hombre, indiferentemente de si éste acepta o no la Verdad Católica. Juan Pablo II, seguidor de esta vieja herejía, mantuvo -de forma más o menos ambigua- la falsa teoría de la salvación universal:
«No se trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico: se trata de cada hombre, porque a cada uno llega el misterio de la redención, y con cada uno se ha unido Cristo para siempre a través de este misterio» Juan Pablo II, Encíclica «Redemptor hominis», 1979
«La eucaristía es el sacramento de la alianza del cuerpo y sangre de Cristo, de la alianza que es eterna. Esta es la alianza que incluye a todos. Esta sangre llega a todos y a todos salva» Juan Pablo II, homilía, 6 de Junio de 1985
«La condenación eterna sigue siendo una posibilidad, pero no se nos concede, sin una revelación divina especial, el conocimiento de si los seres humanos están efectivamente involucrados o no en ellos.» Juan Pablo II, Audiencia general del 28 de Julio de 1999
El lenguaje ambiguo del nuevo Catecismo
La Iglesia reza para que nadie se pierda: «Señor, que nunca me separe de ti». Si es cierto que nadie puede salvarse a sí mismo, también es cierto que Dios «desea que todos los hombres sean salvos» (1 Tim. 2: 4), y que para él «todas las cosas son posibles» (Mt 19:26). Catecismo de la Iglesia Católica, número 1058.
La Salvación Universal que propugnaba Juan Pablo II y que fue recogida en el nuevo Catecismo por él mismo aprobado, significa que Cristo simplemente hace la salvación posible y así niega que efectivamente salve. Por el contrario, la Sagrada Escritura enseña que Cristo libró, reconcilió, redimió y rescató, y justificó «a los suyos» «con su sangre». (1)
ACERCA DE LA SALVACIÓN
y los justos, a la vida eterna«
Evangelio de San Mateo, cap. 25, vers. 46
en pecado mortal o con solo el original,
descienden inmediatamente al infierno,
para ser castigados, aunque con penas desiguales«
En la Sagrada Escritura apreciamos como Cristo Nuestro Señor no derramó Su Preciosísima Sangre por todos, sino por los «Suyos», aquellos que se acogen a Él mediante el Bautismo y la profesión de Fe Católica.
«…Él salvará a Su pueblo de sus pecados» Evangelio de San Mateo, cap. 1, vers. 21
«El buen pastor da su vida por sus ovejas..» Evangelio de San Juan, cap. 10, vers. 11
«Nadie tiene amor mayor que éste de dar uno la vida por sus amigos» Evangelio de San Juan, cap. 15, vers. 13
En el Magisterio de los Papas se repite constantemente la máxima «fuera de la Iglesia no hay salvación»; esta perenne enseñanza de todos los Papas anteriores al Concilio Vaticano II deja en evidencia la sospecha que el Vaticano II creó una nueva religión, en cuanto es diametralmente opuesta a la Fe Católica.
«Mas, aun cuando Él murió por todos, no todos, sin embargo, reciben el beneficio de Su Muerte, sino sólo aquellos a quienes se comunica el Mérito de Su Pasión» Papa Paulo III, Concilio de Trento, 1545
«Quien quiera ser salvo, necesita sobre todo mantener la Fe Católica; a menos que cada uno conserve este todo e inviolable, sin duda perecerá en la eternidad» Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, 1439
«Profeso también que hay siete verdaderos y propios sacramentos de la Nueva Ley, instituidos por Jesucristo Señor nuestro y necesarios, aunque no todos para cada uno, para la salvación del género humano…» Papa Pío IV, Iniunctum nobis, 13 de noviembre de 1565
«Profeso también que hay siete sacramentos de la Nueva Ley, verdadera y propiamente llamados así, instituidos por Nuestro Señor Jesucristo y necesarios para la salvación, aunque cada persona no necesita recibirlos todos.» Papa Pío IX, Concilio Vaticano I, 1869
«Es nuestro deber el recordar a los grandes y pequeños, tal como el Santo Pontífice Gregorio hizo hace años atrás, la absoluta necesidad nuestra de recurrir a la Iglesia para efectuar nuestra salvación eterna.» Papa San Pío X, Encíclica Jucunda Sane, 1904
«Tal es la naturaleza de la Fe Católica que no admite más o menos, sino que debe ser sostenida como un todo, o rechazarse como un todo: esta es la Fe Católica, que a menos que un hombre crea con fe y firmemente, el no podrá ser salvado» Papa Benedicto XV, Encíclica Ad Beatissimi Apostolorum, 1914
«Esta es la fuente de Verdad, esta es la casa de la Fe, este es el Templo de Dios; si cualquier hombre entra no aquí, o si cualquier hombre se aleja de ella, será un extraño a la vida de Fe y salvación» Papa Pío XI, Encíclica Mortalium Animos, 1928
NOTA
Ver citas en la Carta a los Hebreos, cap. 2, vers. 15; Carta a los Romanos, cap. 5, vers. 10; Carta a los Gálatas, cap. 3, vers, 13; Carta a los Romanos, cap. 5, vers. 9
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