El párroco de Pannaconi de Cessaniti, Calabria, en el sur de Italia, sufrió este sábado un intento de envenenamiento. Alguien puso lejía en el vino de misa, después de que el municipio fuese intervenido por presuntas infiltraciones mafiosas.
Durante la misa del sábado por la tarde, el sacerdote Felice Palamara consagró el vino pero, al acercarse el cáliz a la boca, notó un olor extraño que lo puso en guardia e interrumpió la celebración diciendo a los fieles que no se sentía bien y llamó a la Policía, dice el Corriere della Sera.
No es el primer ataque
Los análisis confirmaron inmediatamente la presencia de lejía. «Estoy seguro de que esta última intimidación no proviene de mis feligreses. Estoy en Pannaconi desde hace diez años y siempre he tenido una relación de amor y afecto mutuo con la gente local», subraya Felice al diario italiano.
El sacerdote explica que esta no es la primera intimidación que sufre, pues hace unos días le provocaron daños en su coche y, en su buzón, encontró varias cartas anónimas con amenazas de muerte, aunque esta vez la lejía sí que le habría podido costar la vida.
Según las investigaciones, y tras otras intimidaciones a curas de la zona amenazados, se sospecha que los sacerdotes pueden haber molestado a quienes en esos pueblos esperan legitimar el poder mediante el chantaje y la intimidación.
Después de las amenazas sufridas, por orden del comisario de policía de Vibo Valentia se le ha asignado al sacerdote vigilancia las 24 horas del día. La ciudad ahora está gobernada por un interventor, después de que el alcalde dimitiera el pasado mes de agosto tras una operación policial sobre posibles influencias mafiosas en la administración local.
El obispo de Vibo Valentia, provincia a la que pertenece el pueblo, Atilio Nostro, declaró en un comunicado: «La diócesis vive un momento de sufrimiento debido a actos de intimidación que nada tienen que ver con la vida cristiana normal de las parroquias. Por este motivo, hago un nuevo llamamiento a las comunidades cristianas para que no se dejen desanimar por este lenguaje de violencia. No debemos ceder a esta lógica, dejándonos tentar por la desesperación y la ira».
El sacerdote atacado, durante una festividad local.
La comunidad de Pannaconi también se solidarizó con el sacerdote: «No permitiremos que nadie perjudique a nuestro párroco, nadie podrá detener un pueblo que quiere y merece la redención y que quiere crecer».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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