Este 23 de febrero se cumple un año desde que Irene Montero, cuando aún era ministra de Igualdad, ocupó las portadas por «desmontar» lo que consideraba el principal «bulo» sobre la ley trans aprobada días antes, el 16 de febrero de 2023.
«No creo que en haya ningún hombre en nuestro país que quiera ir al registro a decir que es una persona que no es para tener unas supuestas ventajas que son todo lo contrario», aseguró.
Entre 2004 y 2023, el número de personas que llevaron a cabo el llamado «cambio de sexo» apenas superó los 1300 casos en ningún año. Según datos oficiales recogidos por El Debate, 2022 ha sido el año que más casos se habían dado, 1306, seguido de 2021, con 1091 cambios.
En lo relativo a 2023, sorprende el crecimiento exponencial de cambios de sexo, que se multiplicaron por cuatro al pasar de 1306 a 5139. Un incremento al que parece haber contribuido sin duda la Ley Trans impulsada por Montero, que entre otras medidas permite el cambio de nombre y sexo en el Registro Civil a menores de edad desde los 16 años sin ningún requisito.
Según la resolución del Portal de Transparencia a la que ha tenido acceso El Debate, una importante mayoría de los cambios registrales son relativos a hombres que cambiaron su sexo al de «mujer», con más del 61%, mientras que los cambios de mujer a hombre se cifran en un 38,5%.
Además, los datos configurados a partir de Inforeg y Dicireg agrupan solo los cambios informatizados, por lo que la cifra podría ser mayor y los datos facilitados se consideran «parciales».
Aunque Montero afirmó que no se darían casos para beneficiarse de ventajas o beneficios de los que gozan las mujeres, los datos son llamativos en diversos registros civiles como el de La Coruña, que solo durante la primera semana tras la aprobación de la norma, la cifra de hombres que pidieron cambiar su sexo superó en más de 40 casos a las mujeres. En el de Oviedo fueron cuatro solicitudes, todas para un cambio a sexo femenino, al igual que en Granada, donde las dos peticiones fueron en la misma dirección.
La justificación de estos datos parece tener poca explicación al margen de buscar unas condiciones legales concretas: lo que permite la ley precisamente es poder cambiar el sexo registral sin ningún requisito, y por supuesto sin necesidad de haber alterado o mutilado los genitales en una operación previa para justificarlo.
Si así fuera, los datos serían opuestos: la mayoría de intervenciones quirúrgicas de «cambio» de género son de mujeres a hombres, como muestran los informes, desde el Transit de Cataluña de 2022 a los datos de la extinta clínica Tavistock de Reino Unido: en septiembre de 2018, la ministra de igualdad británica, alarmada por el aumento del 4.400% de niñas solicitantes de tratamientos de transición en menos de una década, encargó una investigación independiente que ha dio lugar al Informe Cass.
Todo ello coincide con el diagnóstico de expertos del ámbito sanitario que responsabilizan de una «moda» o «boom» al incremento, que no parece surgir espontáneamente entre la población, especialmente la infantil o juvenil. (Puedes leerlo en este enlace).
Según Feministes en Cataluña, el aumento [de cambios de género] es alarmante entre las niñas preadolescentes y adolescentes: el 70% de los casos en los grupos de edad de 10 a 14 años y de 15 a 18 años son niñas y chicas. Es más, a pesar de que el incremento es también alarmante entre los niños, solo entre el 2015 y el 2021 se ha producido un incremento del 5.700% en niñas de 10 a 14 años entre los casos tratados por el Servei Trànsit.
El «bulo» que pretendía desmontar Montero encuentra no pocos casos de hombres que han cambiado legalmente su sexo a mujer sin haber tenido una destacada trayectoria o muestras de disforia.
Es el caso de Inocente Duke
Pero también de Roma Gallardo
Incluso del polémico militar Francisco Javier, quien no duda en afirmar «ser mujer» y se encuentra en pleitos para poder usar baños femeninos en el ejército.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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