21/12/2024

Policía experta en ciberseguridad: «Si vieran lo que yo veo cada día, no darían móviles a sus hijos»

El uso y abuso de los dispositivos móviles por parte de los menores es uno de los grandes retos a los que se enfrentan los padres hoy en día.

La red es un universo enorme con grandes oportunidades pero también con numerosos peligros: pornografía, ciberacoso, adicción, hipersexualización…

En muchas ocasiones los padres no saben dar respuestas y cuando se percatan del problema ya es tarde.

Sobre este asunto sabe mucho Silvia Barrera, inspectora de Policía y experta en ciberseguridad. Persigue el cibercrimen desde 2006. Esta agente especializada publicó en 2020 su libro Nuestros hijos en la Red. 50 cosas que debemos saber para una buena prevención digital y en esta interesante entrevista en ABC dio respuesta a algunos de estos interrogantes.

-El comienzo del libro es muy claro y directo. Haces un repaso por ese mundo en el que vivieron los padres y que tanto se diferencia del que ahora viven los hijos. A los progenitores: ¿les cuesta aceptar ese nuevo entorno o no lo quieren entender?

– Hay que comprender que los adultos hemos heredado la Red y la utilizamos más con fines profesionales o utilitarios (hacer compras por internet, utilizan la banca online, etc.). Pero los niños no. Para ellos, su mundo gira en torno a lo digital. Su manera de comunicarse es visual: no se llaman por teléfono sino que se envían un vídeo por TikTok. Este es el mundo en el que han nacido.

» Lo viven con la misma intensidad con la que nosotros vivimos en su momento el mundo físico y, por tanto, hay que entenderlo. Por eso es vital crear una cultura digital desde pequeños. ¡Es lo que van a proyectar en su vida! Es una inversión de futuro. Internet no es un fenómeno que ha venido para irse. No, ha llegado para quedarse, está aquí y va a ir a más. Por eso es tan importante entender este nuevo mundo.

– Hablas también de las excusas que ponen los padres y madres a la hora de no entender esa nueva realidad: «no tengo tiempo», «es que en mi época»… ¿Estamos ante una falta de interés o de no saber?

– Es una necesidad que entendamos el mundo en el que viven los menores porque los adultos seguimos viendo internet como un juego. Se piensan que los menores viven en un mundo virtual en el que juegan, se divierten, experimentan… Pero es que estamos hablando de «su mundo», y es un entorno que tiene muchos riesgos.

» Al igual que en el físico nos preocupamos por no dejarles solos en plena calle, ¿por qué les dejamos solos en el mundo virtual? Cuanto antes nos sentemos con ellos a hablar, a explicarles las cosas, mejor. Es el mundo que nos ha tocado vivir.

»  No hay que olvidar que con 3 años les estamos dejando la tableta para que vean vídeos. Con esa edad no va a chatear y cuando se la quitas, se la has quitado. No lo discute. Pero estamos dándole ya un dispositivo electrónico desde que no saben hablar, están consumiendo información y es solo cuestión de tiempo que quieran independencia, que te pidan un móvil, con sus cuentas, y tener cierta privacidad. Por eso es una inversión de futuro. Lo que no puedes hacer es darle un móvil a la edad que sea y cuando tenga 15, ponerle normas e intentar reconducir la situación cuando antes no les has formado ni has establecido unas normas.

-Así que el «no tengo tiempo» no vale.

– Es una cuestión de prioridades porque forma parte de la educación enseñarles los riesgos de la Red y estar un poco al día de los que sucede. Es también una inversión de futuro. A los niños les están dejando solos con una herramienta que les abre al mundo. Por eso no se les puede dejar solos. ¡Lo veo todos los días!

»Hay que configurarles el dispositivo, enseñarles que no pueden estar todo el día conectados y que, a la hora de dormir, se van a su cuarto sin el móvil. En la familia se deben crear unas normas de uso y un clima de confianza porque los niños van siempre a buscar ciertas aplicaciones, redes sociales, o cosas por internet por su cuenta. Pero, al estar educado, sabe que se salta las normas y cuando reciba un mensaje de un extraño o algo peligroso, te preguntará.

» Es mejor que el niño vaya a ti a que tú tengas que estar detrás de él. Y este tipo de conflictos familiares son asuntos que la familia, no la policía, tiene que resolver en casa.

-En el libro haces especial hincapié en no dejarlos solo al navegar. De hecho, dices que los padres deben ser los «ciberagentes y protectores digitales de los nuevos hijos». Es muy probable que nadie se plantee esto cuando entrega un móvil al menor.

– Es que los adultos no son conscientes y, además, ignoran la potencialidad de los niños, que son muy listos: pueden saberse cuál es tu código de desbloqueo del móvil o descargarse «apps» que no deben, usarlas y luego eliminarlas. Los padres tienen que estar muy atentos y no pueden permitir que el niño tenga un móvil cuyo código PIN desconozcan o no sepan qué hace su hijo tanto tiempo con el móvil.

» «Si se lo quito se enfada», me dicen muchos padres. Quítaselo. No hay más. No se les va a crear un trauma por quitarles el móvil durante una semana por un mal uso o por si se saltan las normas. Hay que ser estrictos.

» De hecho, estoy segura de que si vieran lo que yo veo todos los días, serían conscientes y no darían móviles a sus hijos.

– A menudo los progenitores aducen que son incapaces de seguir a sus pequeños porque las nuevas tecnologías les han pillado fuera de juego y es un sector que se desarrolla muy rápido.

– No hace falta que hagan un máster ni nada parecido. Lo explico en el libro. Hace falta solo entender cómo funciona la Red. Son solo cuatro cuestiones muy básicas. Al final, todo se repite. Los padres me siguen haciendo las mismas preguntas que hace 10 años: siguen las mismas dudas y la misma ignorancia. Ves que al final no saben ni lo más básico.

¿Cuántos saben que la edad mínima de acceso a las redes sociales es de 13 años? ¿Y 16 en el caso de WhatsApp? Olvidamos que los niños no tienen herramientas emocionales para afrontar una situación de acoso. ¡No las tiene ni un adulto! Los riesgos están ahí y por eso hay que enseñarles.  

-También, precisamente, hablas de que nadie nos ha enseñado a identificar los delitos que se dan en la web pero sí en el mundo físico y aseguras que los límites son los mismos. Sin embargo, creo que hay un factor -la viralidad- por la que esos conceptos se confunden ¿no?

– El afán de los menores es tener seguidores o, si no, eres un don nadie. Ellos saben que cuanto mayor impacto genere lo que publiquen, más «likes» y seguidores obtendrán. Entonces no distinguen si el contenido es peligroso, violento, de adultos… Pero saben que llaman la atención.

» Y además, tienen referentes que, en muchas ocasiones, son adultos. Creen que socialmente está bien visto así que ¿por qué no lo van a hacer ellos? Hay que explicarles, sin embargo, que eso no está bien. Es difícil pero hay que pararles los pies. No se les puede mandar el mensaje de que valen más por lo que publican en sus redes sociales.

El problema es que ese contenido es accesible y nadie les enseña que lo que un «youtuber» recomienda es falso o que lo que hace no está bien. Y son sus referentes. Todo esto hay que hacerlo a edades tempranas. No hay que hablarles de delitos, sino de límites, y explicarles que no se pueden compartir fotos íntimas, por ejemplo. Por que hay otra cosa: es más fácil cruzar la línea roja en internet que en el mundo físico.

-En el libro también indicas que hay que estar pendientes de lo que publican. ¿Cómo hacerlo sin llegar a ser unos controladores? Porque hablas de espiar, desactivar e incluso de quitarles el móvil pero también derecho a su intimidad ¿no?

-Son muchos los conceptos que me planteas. Lo primero que deben saber los padres es qué publican sus hijos por la razón de que si un menor de 12 años está en Facebook compartiendo fotos, vídeos o cualquier otro tipo de contenido… ¿por qué tiene perfil en esta red social cuando no puede?

» En el caso de que quiera tenerlo, habrá que configurarle una cuenta a través de un email que maneje el progenitor, por ejemplo. El perfil lo tiene que configurar también el padre o la madre aunque «yo te deje usarlo». Y a los niños hay que dejarles muy claro que esa cuenta la gestionas y revisas tú. Nunca hay que dejar que se haga él su propio perfil en una red social.

» Con respecto a la intimidad, no se trata de leerle todas sus conversaciones de WhatsApp pero sí de supervisar su actividad. Por ejemplo, si vemos que chatea con alguien que no es de su círculo cercano, que se esconde o se aparte de ti cuando está con el teléfono, no quiere que sepas cuál es su PIN… Algo pasa. Por eso siempre se debe supervisar el teléfono.

»Lo que está claro es que revisarle todo porque sí, no. Pero depende de cada caso, depende mucho de la madurez del menor, de lo que se le inculque… Por eso insisto en la misma idea: es vital enseñarles desde pequeños, establecer un clima de confianza con el menor. Hay padres que consienten todo y cuando es así, tenemos dos opciones: que nunca pase nada o que, cuando pase, sea ya demasiado tarde para encauzar esa situación.

Entrevista publicada originariamente en el diario ABC , ReL se hizo eco el 6 de febrero de 2020.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»