23/12/2024

Prieto invoca a Santiago para que «renazca la esperanza que nunca decae y que siempre nos sostiene»

Este jueves, solemnidad de Santiago Apóstol y día de Galicia, el arzobispo de Santiago de Compostela Francisco José Prieto, presidió la celebración de la misa invocando la intercesión del santo sobre «todos los pueblos de España» y deseando que desde él «renazca la esperanza que nunca decae y que siempre nos sostiene».

La misa fue concelebrada por numerosos obispos, cardenales y eclesiásticos. Entre ellos, Rouco Varela, José Rodríguez Carballo, Julián Barrio, Santiago Agrelo Martínez, Alfonso Carrasco, José Leonardo Lemos Fernando García Cadiñanos, Antonio Valín Valdés, Jesús Fernández, Luis Quinteiro Fiuza o el actual administrador diocesano de Hawassa, Juan González Núñez.

Asimismo, el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices fue el responsable de renovar la tradicional ofrenda al Apóstol como delegado regio ante la ausencia del rey Felipe VI, dando continuidad una tradición con siglos de historia, desde su instauración por Felipe IV en 1643.

Los «valores occidentales», vigentes si mantienen «su nexo con la raíz»

En su homilía, el titular  de Santiago de Compostela comenzó haciendo referencia a unos «valores occidentales» que solo seguirán siendo vigentes «si saben mantener su nexo vital con la raíz que los engendró». Así, agregó, «cabe la posibilidad de edificar sociedades auténticamente laicas, sin contraposiciones ideológicas, en las que encuentran igualmente su lugar el cercano y el lejano, el creyente y el no creyente».

Buena parte de su homilía incidió en las realidades que permiten hoy «encontrar la esperanza», destacando en primer lugar la necesidad de «poner al ser humano en el centro y en el corazón de las instituciones», procurando «unidad de las diferencias y unidad en las diferencias».

Habló también sobre la solidaridad más allá de un «buen propósito», aplicándola desde un sentido netamente cristiano. De este modo, el abundante «patrimonio moral y espiritual merece ser propuesto una vez más con toda pasión y renovada vitalidad«, siendo también «el mejor antídoto contra la falta de valores de nuestro tiempo».  

El obispo no temió en invocar un concepto hoy denostado como el de la justicia social, al que se refirió como «un imperativo ético universal que está en el ADN del cristianismo» y remarcando que «no se puede ser cristiano sin aceptar este postulado. Estamos jugando con el futuro de la humanidad en una civilización digna», remarcó.

En base a ello, también remarcó que esta justicia social y un desarrollo que abarque a todo el ser humano se compone de la persecución de «la dignidad del trabajo, condiciones de vida adecuadas, la posibilidad de acceder a la enseñanza y a los necesarios cuidados médicos, puesto que no existe verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a vivir en la miseria. No hay paz allí donde falta el trabajo o la expectativa de un salario digno».

No faltó un alegato a la causa provida como motivo de esa esperanza, que se muestra «cuando respeta la conciencia y los ideales de los ciudadanos. Cuando se defienden toda vida y todas las vidas, con toda su sacralidad: tanto la del que inicia o acaba su vida, como la del quiere renacer a una vida digna y justa».

Respecto a la política actual, llamó a poner en práctica «una que esté realmente al servicio del pueblo, del bien común, de la fraternidad».

«Que desde Santiago renazca la esperanza»

Al acoger la ofrenda de Miguel Ángel Santalices, el prelado invocó la intercesión del Apóstol Santiago sobre «todos los pueblos de España, especialmente a las personas y pueblos de nuestra querida Galicia».

El arzobispo finalizó su homilía con estas palabras: “Por intercesión del Santo Apóstol Santiago, pido al Señor que bendiga a Su Majestad el Rey Felipe VI en el décimo aniversario de su proclamación, y a toda la Familia Real; también a Su Excelencia el Sr. Oferente, su familia y sus colaboradores. Que, nuevamente desde Santiago, renazca la esperanza que nunca decae y que siempre nos sostiene”.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»