05/10/2024

Sanitario y delegado de Pastoral de la Salud: «Sin ayuda espiritual, el sufrimiento es mayor»

«Que la ley de eutanasia no tenga sentido«: como delegado de Pastoral de la Salud en la Diócesis de Málaga y como sanitario, es el objetivo que desde hace tiempo persigue José Ignacio Bermúdez.

Cuenta al portal de la Diócesis de Málaga que, por su experiencia personal, profesional y religiosa, sabe bien que lo que se esconde tras la petición de la eutanasia es en la mayoría de casos «desesperación, miedo y vacío«. Y por ello, dejarla «vacía» y «sin contenido» es plausible.

Asegura que «la propuesta del Evangelio de Jesús tiene mucho que aportar» en los últimos suspiros de los pacientes. Y que estos momentos sean cálidos y serenos es posible. Solo exige voluntad.

Como sanitario, Bermúdez se ha formado «en el cuidado de la vida y su protección en cualquier circunstancia«. Afirma creer que la dignidad de la persona «es inalienable, no desaparece o se quita, sino que se mantiene en todo momento».

Y a esta visión se suma su condición de delegado de Pastoral de la Salud. En este puesto ha podido conocer a multitud de voluntarios, capellanes y profesionales dedicados al cuidado de enfermos terminales y tiene comprobado que su atención no solo «alivia su sufrimiento», sino que también «proporciona una auténtica buena muerte«.

«En ningún caso han solicitado la eutanasia»

«También yo he sufrido enfermedades de seres queridos y de personas muy cercanas, momentos de sufrimiento y dolor. En ninguno de esos casos estas personas han solicitado la eutanasia y puedo decir que han muerto serenamente, sin sufrir en la agonía y habiendo recibido los mejores cuidados a nivel biológico, emocional y espiritual», asegura Bermúdez.

Sin embargo, menciona que uno de los elementos que contribuyen a rechazar esta visión es «un cierto analfabetismo espiritual» actual que lleva a la sociedad a «vivir de espaldas a todo lo que nos recuerda nuestra infinitud». Algo que se plasma en que, generalmente, no se habla «de la muerte, del sentido de la vida o de la trascendencia», por lo que «llegamos al momento culmen de la vida, nuestra muerte, sin haber desarrollado estrategias de afrontamiento».

Así, agrega, es como «surgen los sentimientos de desesperación, miedo y vacío, que es lo que realmente se escucha detrás de una petición de eutanasia».

Se calcula que al cumplir los dos años de su entrada en vigor el 25 de junio de 2021, unas 370 personas solicitaron la eutanasia. Lo que algunos celebran como el «ejercicio del derecho a la muerte digna», Bermúdez lo lamenta como «una sociedad que ha fracasado».

«En vez de apostar por desarrollar aquellas medidas existentes que evitan de forma efectiva que una persona que va a morir lo haga sufriendo, se ha optado por eliminar la vida», explica.

Un «retroceso», una «derrota»… pero también «una oportunidad»

Sin embargo, aunque ve la eutanasia como un «retroceso» y «una derrota», también habla de «oportunidad»: la de que quede «vacía de sentido, que nadie tenga que pedir el recuso del suicidio asistido porque encuentre herramientas que le ayuden en este momento culminante».

Y ahí, agrega, es donde «la propuesta del Evangelio de Jesús tiene mucho que aportar de sentido y trascendencia a esta etapa final de la vida o de enfermedad incurable».

José Ignacio Bermúdez, jurando ante el Obispo Jesús Catalá el cargo como Delegado Episcopal de Pastoral de la Salud de la diócesis de Málaga, el 11 septiembre 2021.

Entre las propuestas de Bermúdez, los cuidados paliativos destacan «por el sumo espero y dedicación en el cuidado» de quienes enfrentan el final de la vida, por lo que considera «razonable» su desarrollo en el sistema nacional de salud «para ayudar a bien morir».

Pero, aunque importante, no es la única «alternativa» a la eutanasia.

Él llama a un cuidado que «no es tarea exclusiva del sistema sanitario, sino de la sociedad en su conjunto. El cuidado comienza desde la responsabilidad individual. Y continúa en la familia, núcleo del cuidado por excelencia, y en la sociedad, como garante de que nadie se quede atrás o al margen de una cultura del cuidado. Todos estamos llamados a cuidar a los otros y, en su momento, a ser cuidados, en cualquier circunstancia y momento de la vida, especialmente al final de la misma o de enfermedad incurable».

Trascendencia y cuidados, la «alternativa»: «Tenemos los medios»

Bermúdez tampoco ofrece soluciones teóricas, simplistas y poco prácticas. Sabe que, en los últimos momentos, el paciente tiene necesidades personales y trascendentes que deben ser satisfechas si se quiere ofrecer esa alternativa seria a la eutanasia.

Lo fundamental, dice, «es que la persona encuentre sentido a lo que está viviendo en ese momento y a todo el tiempo vivido.  Reconciliarse con su biografía, pacificar sus conflictos no resueltos, reconocer la plenitud de la experiencia vital que está cerca de terminar… Por eso es tan importante la labor de los capellanes. Todos buscamos la trascendencia», explica. Tanto es así que no encontrar esos consuelos espirituales «añade sufrimiento al sufrimiento corporal, psicoemocional y social de esta etapa», culminando en el llamado «dolor total».

«La persona pide no sufrir. Y poseemos los medios adecuados para conseguirlo sin necesidad de recurrir a la eutanasia», reitera.

Solo así se puede llegar a ofrecer una alternativa a la eutanasia, que para el Delegado de Pastoral de la Salud de Málaga se trata de una síntesis de comunidad, familia, espiritualidad y medicina.

Para él, consiste en «acoger el grito que esconde la petición de eutanasia y responder desde una actitud de acompañamiento, escucha, compasión y mediante tratamientos y técnicas profesionales para paliar el dolor y el sufrimiento», lo que desarrollan los cuidados paliativos, pero también la familia, las asociaciones o los propios grupos de Pastoral de la Salud: «Potenciar toda esta cultura del cuidado me parece una alternativa«.

La importancia de hacer valer la voluntad de vivir

También hace un llamamiento para recordar cómo lograr «nadie pueda decidir» por uno mismo y «se respeten los deseos de la persona hasta el último momento».

«Actualmente el único documento que el sistema sanitario considera válido para conocer las últimas voluntades de la persona es el que elaboró el propio sistema y que debe ser registrado en el Registro de Voluntad Vital Anticipada. Lo que se recomienda es cumplimentar dicho documento oficial con el Testamento Vital (aquí), de forma que tenga validez y sea tenido en cuenta. En cualquier caso, si la persona se mantiene consciente y orientada, siempre podrá expresar su deseo de forma verbal al equipo médico», concluye.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»