Siria cumple 13 años de guerra, además de arrastrar las consecuencias del terremoto de febrero de 2023. Muchos años de sanciones internacionales contra el Gobierno de Al Assad impiden una recuperación y reconstrucción del país. Durante años la gente ha vivido de la ayuda internacional, pero con la guerra de Ucrania y ahora la de Gaza, ésta se ha reducido mucho. La guerra en Gaza añade dificultades económicas nuevas a las del terremoto.
El sacerdote franciscano Bahjat Karakach, párroco de los católicos de rito latino en la ciudad de Alepo, ha explicado a AsiaNews las dificultades que atraviesan todos, y cómo los cristianos intentan aportar ayuda a sus vecinos y también esperanza y confianza en Dios. El padre Bahjat, de 48 años, estudió varios años en Italia, pero es natural de la ciudad. Le duele ver sus sufrimientos.
«En los últimos meses la violencia ha traspasado varias veces las fronteras del país y todos nos sentimos aún más inseguros. La gente está desanimada, no pueden ver un futuro», admite el sacerdote. En Alepo se mantiene el trauma del terremoto: «Más de un año después del temblor de tierra, aún hay niños que no pueden dormir solos, por miedo».
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha recortado la ayuda alimentaria a Siria por por falta de fondos. Pero las necesidades de la población siguen creciendo. El terremoto llevó a la escasez de vivienda y a alquileres imposibles: un mes de alquiler cuesta más que el salario mensual medio.
Además, desde 2020 la libra siria ha sufrido una caída de 15 veces su valor frente al dólar y en el último año la inflación también ha provocado que los precios de los alimentos se dupliquen.
En cuanto al Estado, está prácticamente ausente. Ni el sistema escolar ni el sanitario funcionan apenas, y cualquier operación de cirugía tiene «costes vertiginosos».
La gente sobrevive porque cada familia tiene al menos un miembro en el extranjero que envía remesas. También hay ayuda de algunas ONGs.
Las parroquias, primera línea de ayuda y esperanza
Las parroquias cristianas están «en primera línea en varios frentes de asistencia material, desde suministros hasta comidas pasando por la reconstrucción de las casas dañadas», afirma el sacerdote desde la parroquia de San Francisco, que atiende a unas 600 familias.
«Varias de nuestras iniciativas van más allá de los muros de la Iglesia y llegan a todos los sirios, sin distinciones confesionales. Tenemos algunos proyectos en los barrios de mayoría musulmana que habían sido ocupados por los milicianos y donde hoy la miseria y la degradación son rampantes«, detalla.
En un país donde muchos han perdido seres queridos bajo las bombas y disparos, y los traumas psíquicos son abundantes, la parroquia ofrece también programas de apoyo psicológico a huérfanos, niños abandonados o hijos de excombatientes. Todo ayuda: las actividades artísticas y deportivas, la amistad, la oración, la alfabetización («hay mujeres que no sabían leer y hoy asisten a la universidad», explica).
«Los cristianos somos pocos, pero, junto con el trabajo pastoral ordinario y el servicio social para ayudar a los sirios a vivir con dignidad, llevamos a cabo un compromiso educativo y de reconciliación que representa una inversión importante para el futuro de la sociedad», asegura el párroco.
«Trabajar juntos, desde abajo, es una manera de derribar el muro de la desconfianza y reconstruir las relaciones», añade.
Un vídeo de 2023 recuerda el trabajo de las parroquias y los franciscanos en Siria tras el desastre del terremoto:
Futuro en los jóvenes: apoyar microemprendedores
Otro punto de esperanza son los niños y los jóvenes. «Los niños son increíblemente animados y llenos de energía. Cuando se enfrentan a nuevos proyectos siempre están dispuestos a entusiasmarse y comprometerse, a pesar de que sus vidas son muy complicadas. Todos, incluso aquellos que continúan sus estudios, buscan un trabajo, tal vez informal, para ayudar a la familia: dan clases, hacen trabajos ocasionales».
Para los jóvenes los franciscanos promueven microproyectos laborales. «Muchos presentan su propuesta y luego seleccionamos los más prometedores, ofreciendo a los creadores cursos de formación sobre cómo crear y llevar a cabo un proyecto comercial, cuyo lanzamiento luego apoyamos«, detalla.
El sacerdote no quiere que el país dependa siempre de la ayuda exterior, pero en esta momento de su historia sí pide ayuda internacional. Sospecha que hay poderes internacionales que parecen poco interesados en estabilizar el país.
En su opinión, el primer paso debe ser «eliminar las sanciones económicas internacionales contra Siria, que no sólo aumentan la pobreza de la gente, sino que crean un terreno fértil para la corrupción y la ilegalidad».
También pide un alto el fuego en Gaza y una desescalada regional. «Los sirios están agotados por la guerra, les gustaría pasar página por fin», resume.
Es posible ayudar a las parroquias franciscanas en Siria desde la Custodia de Tierra Santa.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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