El año 2025 será un año jubilar en Roma, un año santo, y el Papa Francisco lo impulsa con un documento especial, la bula «Spes non confundit« («La esperanza no defrauda») que incluye algunas peticiones concretas a los gobiernos del mundo, y también exhortaciones a los fieles. «A cuantos lean esta carta la esperanza les colme el corazón», dice su dedicatoria.
El Papa enumera problemas del mundo de hoy: el choque de las armas, la muerte, la destrucción, el odio al prójimo, el hambre, la «deuda ecológica» y la baja natalidad, «poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia» o atenazadas por un crecimiento exponencial de la pobreza, a pesar de que los recursos no faltan y se destinan sobre todo a gastos militares.
El Pontífice presentó solemnemente la bula en la Basílica de San Pedro, el jueves por la tarde, en la fiesta de la Ascensión. Hizo que leyera algunas párrafos significativos Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, y decano del Colegio de Protonotarios Apostólicos.
Nutrir la esperanza y dar pasos concretos
Lo que propone el Papa es nutrir y fomentar la esperanza. También tiene peticiones concretas.
A los gobiernos les pide que amnistíen o indulten las penas de los presos. También propone (ya lo hizo en Fratelli Tutti) que «con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna».
Anuncia que este año jubilar habrá una Puerta Santa en una cárcel. El año insistirá en un lema, «Peregrinos de la esperanza», en referencia a los fieles que vendrán a Roma o a los que celebren en Iglesias particulares.
Recuerda otras fechas importantes: se celebrarán en 2025 los 1700 años del primer gran Concilio Ecuménico de Nicea, que estableció las fechas de Pascua: hoy se celebra en fechas distintas según los diversos calendarios (juliano y gregoriano), pero «por una circunstancia providencial» en 2025 coincidirán. Es probable que eso atraiga a muchos peregrinos de Iglesias ortodoxas, e incluso protestantes.
El Papa pide «un paso decisivo hacia la unidad en torno a una fecha común para la Pascua. Muchos, es bueno recordarlo, ya no tienen conocimiento de las disputas del pasado y no comprenden cómo puedan subsistir divisiones al respecto».
Otra fecha que se acerca, recuerda el Papa, es el 2033: dos milenios desde la Resurrección, el evento que cambió el mundo.
El Jubileo empieza oficialmente el 24 de diciembre cuando el Papa abra la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. El domingo siguiente, 29 de diciembre, el Pontífice abrirá otra Puerta Santa, la de la Basílica de San Juan de Letrán. Y el 1 de enero de 2025 la de Santa María la Mayor. Y en Víspera de Reyes, el 5 de enero, la de San Pablo Extramuros. Además, el 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos celebrarán la Eucaristía como solemne apertura del Año Jubilar. El Jubileo concluirá con el cierre de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro el 6 de enero de 2026, fiesta de la Epifanía.
Esperanza va con paciencia, «extraña» en «la era del internet»
El Papa considera que el Año Santo es una oportunidad para «reavivar la esperanza» y, añade, también la virtud de la paciencia hoy «relegada por la prisa». Ya el pasado miércoles, en su audiencia pública, relacionó paciencia y esperanza como virtudes que van juntas.
«En la era del internet, donde el espacio y el tiempo son suplantados por el aquí y ahora, la paciencia resulta extraña. Si aun fuésemos capaces de contemplar la creación con asombro, comprenderíamos cuán esencial es la paciencia”, exhorta.
Recuerda el Papa el «grito desesperado de auxilio» de los pueblos bajo la guerra y la violencia. Pide «a los responsables de las Naciones poner fin a los numerosos conflictos regionales». «¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte?», exclama la bula.
Ceremonia de Vísperas de la Asunción, en las que el Papa promulgó la Bula del Año Jubilar 2025:
La esperanza incluye natalidad, la sonrisa de más niños
El documento, difundido el día antes de que acuda a los Estados Generales de la Natalidad (una cita a la que ha asistido ya en varios años) lamenta la » preocupante disminución de la natalidad» por diversos motivos: «los ritmos frenéticos de la vida», «los temores ante el futuro», «la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas», «los modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones».
Pide «una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica, y que trabaje por un porvenir que se caracterice por la sonrisa de muchos niños y niñas que vendrán a llenar las tantas cunas vacías».
Habla también de dar esperanza a los jóvenes y los enfermos. «Resulta triste ver jóvenes sin esperanza. Por otra parte, cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación suficientemente estable amenazan con destruir los deseos, entonces es inevitable que el presente se viva en la melancolía y el aburrimiento», lamenta, mencionando «la ilusión de las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo efímero», con «abismos oscuros» y «gestos autodestructivos». Pide a los fieles: «¡que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!”.
Los presos, los desplazados, los pobres
A los Gobiernos les propone «formas de amnistía o de condonación de la pena» e «itinerarios de reinserción en la comunidad» para los presos. Con una Puerta Santa en una cárcel el Papa simbolizará su invitación a la esperanza y al cambio de vida.
Recuerda a «los numerosos exiliados, desplazados y refugiados, a quienes los conflictivos sucesos internacionales obligan a huir para evitar guerras, violencia y discriminaciones». Pide que «se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la instrucción, instrumentos necesarios para su inserción en el nuevo contexto social».
Denuncia el abandono de los ancianos y de los pobres. «Encontramos cada día personas pobres o empobrecidas que a veces pueden ser nuestros vecinos. A menudo no tienen una vivienda, ni la comida suficiente para cada jornada”. Y protesta: «Parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar». No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables”.
Celebración ecuménica sobre los mártires en Año Santo
La bula del Jubileo anima a mirar el testimonio de los mártires, pertenecientes a diversas tradiciones cristianas: «Son también semillas de unidad porque expresan el ecumenismo de la sangre». Por ello, expresa el «vivo deseo» de que durante el Año Santo “haya una celebración ecuménica donde se ponga de manifiesto la riqueza del testimonio de estos mártires”. Hace un saludo e invitación especial a los cristianos ortodoxos y a los católicos de ritos orientales.
También anima a que en las parroquias este año «se cuide de modo especial la preparación de los sacerdotes y de los fieles para las confesiones y el acceso al sacramento en su forma individual«.
Recuerda que los que en 2015 fueron instituidos como Misioneros de la Misericordia siguen con esta misión (con facilidad para perdonar incluso pecados habitualmente reservados a la Penitenciaría de la Santa Sede) y pide que los obispos los envíen a cárceles y hospitales y donde «la dignidad de la persona es pisoteada».
En un jubileo en Roma, lo tradicional es visitar las Catacumbas y sus 7 grandes iglesias romanas, pero el Papa adelanta que habrá más itinerarios. Propone, especialmente, los santuarios marianos.
El texto completo de la bula Spes non confundit, aquí.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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