El 27 de mayo de 2021 marcó un hito en la historia receinte de Canadá tras revelarse que un dispositivo de georradar había detectado «anomalías en el suelo» en un huerto de una antigua escuela residencial en Kamloops, interpretadas como «probables entierros» de 215 «niños desaparecidos». La escuela había sido gestionada por católicos y anglicanos. Tres años después no se ha encontrado ni un solo resto. Los medios de comunicación canadiense, que montaron un gran escándalo, hoy callan.
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