29/11/2024

18 de septiembre: San José de Cupertino, el asombroso fraile que levitaba ante muchos y se bilocaba

San José de Cupertino fue un franciscano italiano del siglo XVII, patrono de los estudiantes, que se ha hecho famoso especialmente por la abundancia de casos de levitación y otros fenómenos extraños que se le atribuyeron en vida, pero que los franciscanos ofrecen como ejemplo de humildad y sencillez. También es patrono de viajeros en avión, trabajadores de la aviación, astronautas y discapacitados psíquicos.

José nació el 17 de junio de 1603 en un pueblecito llamado Copertino (en Lecce, Italia), en una familia muy pobre. De hecho, nació en cobertizo porque habían expulsado a la familia de su casa por sus deudas.

A los 17 años pasó 8 meses como hermano lego en los capuchinos, pero lo expulsaron porque estaba distraído siempre, y se le caían las cosas y olvidaban las tareas. Un pariente suyo lo acogió un tiempo pero también lo expulsó asegurando que «no era bueno para nada».

Un pariente franciscano lo aceptó en su convento, y esta vez, de forma asombrosa, fue un obrero diligente, amable, humilde y trabajador. En 1625, por votación unánime, lo aceptaron como religioso franciscano a los 22 años.

Pasó su examen… porque no le preguntaron

Es patrón de los estudiantes porque aunque era muy malo con los estudios consiguió ordenarse sacerdote porque el obispo examinador ni le preguntó, pensando que estaría tan bien preparado como los otros de su clase. En su santuario en Osimo, Italia, los estudiantes de nuestros días dejan testimonios agradecidos de cómo él les ha ayudado.

Ordenado en 1628, sabiendo que no era un gran maestro ni predicador, trató de evangelizar desde la penitencia y oración. No comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días, y se volcaba en las tareas manuales del convento.

Muchos casos de éxtasis con levitación

Pero lo que de verdad hace popular a San José de Copertino son sus experiencias de levitación, a veces de auténtico vuelo, que le sucedían estando en éxtasis.

Se dice que un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, lo echó al hombro, y al pensar en Jesús Buen Pastor, se fue elevando por los aires. Parece que entre los testigos que le vieron levitar en cierta ocasión estuvieron un embajador de España y su esposa.

Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella, sus compañeros de comunidad lo observaron 70 veces en éxtasis. El más famoso sucedió cuando diez obreros deseaban llevar una pesada cruz a una alta montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con la cruz y la llevó hasta la cima del monte.

En éxtasis no notaba ni pinchazos ni quemaduras. Sólo despertaba cuando su superior le enviaba a realizar tareas y decía entonces: «Perdónenme estos mareos que me dan».

El día de la Asunción de la Virgen en el año 1663, un mes antes de su muerte, celebró su última misa. En plena celebración, quedó suspendido, flotando por los aires, ante numerosos testigos.

San Giuseppe da Copertino, el cuadro emblemático sobre el santo, obra de Ludovico Mazzanti (1686-1775):

Atraía animales y leía corazones

Parece que además atraía a los animales, como las ovejas y las golondrinas, que venían en rebaños y bandadas.

También tenía el don de leer los corazones, es decir, saber los pecados y penas que afligían a las personas, y lo usaba al confesar. También hizo milagros de sanación: se sanaban cojos que besaban su crucifijo, y enfermos a los que hacía la señal de la cruz en la frente.

Se le atribuyen también casos de multiplicación de comida: pan, miel, vino…

Se le atribuye además el don de bilocación al menos en una ocasión: estuvo presente a la vez en Asís y en su lejano pueblo natal, asistiendo a su madre moribunda ante muchos testigos.

Parece además que predijo el día y la hora de la muerte de los Papas Urbano VIII e Inocencio X.

Para evitar alborotos con gente supersticiosa, los superiores le prohibieron celebrar misa en público, rezar en comunidad con los demás religiosos, ir al comedor con los demás y acudir a procesiones.

Sus superiores le encargaron exorcizar demonios. Hacía los exorcismos con esta frase: «Sal de esta persona si lo deseas, pero no lo hagas por mi, sino por la obediencia que le debo a mis superiores».

Ante el Papa… y un protestante

El Superior General franciscano acudió a examinar al santo, comprobó que era piadoso y humilde y dedujo que no fingía nada. También lo llevaron ante el Papa Urbano VIII que pedía su visita, y ante él quedó en éxtasis y empezó a elevarse en el aire. Parece que el Duque de Hanover, Juan Federico de Brunswick-Luneburgo  que era protestante, al ver a José en éxtasis y levitando, se convirtió al catolicismo.

Los últimos años de su vida, lo enviaron a conventos lejanos donde no le conocieran. Hubo etapas en que sufrió aridez y sequedad espiritual, pero con oración y meditación la paz volvía a su alma. Al que le pedía consejo le proponía siempre lo mismo: «Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce«.

Insistió el predicar la virtud de la obediencia: «La obediencia es como un cuchillo por el cual se mata la voluntad del hombre y se le ofrece a Dios. Hace que el hombre se vaya confortando con el cielo», decía.

José de Copertino murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años. Fue beatificado en 1753 por Benedicto XIV (considerado un Papa exigente y riguroso en el tema de los milagros) y canonizado en el 1767 por Clemente XIII. Su cuerpo está expuesto para la veneración en su santuario en Osimo.

Hay una película norteamericana de 1962 que recoge muchas de estas historias (aquí en español):

 

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»