Una de las mayores batallas que libra actualmente la sociedad es la ansiedad. Desconocer qué va a ser de nosotros, la muerte, la enfermedad, la precariedad o, incluso, el exceso de todo, los trabajos con horarios infernales, la falta de lazos sólidos entre las personas, la soledad… son muchas las razones que provocan la ansiedad.
Puedes leer aquí 8 formas en que tu oración puede combatir la «pandemia de ansiedad» y ser antídoto eficaz al estrés.
Un mal que lleva al suicidio a miles de personas en Occidente cada día. Que vuelve a la gente altamente irritable, abrumada y obsesiva en querer controlarlo todo. Y la realidad es que ser cristiano no nos excluye de enfrentar estos miedos y ansiedades. La enfermedad sigue golpeando, los amigos traicionando, los cuerpos fallan, y la vida duele más y más.
Sin embargo, Dios no nos ha dado un espíritu de temor sino de amor y de dominio de sí (2 Timoteo 1:7). Los creyentes tenemos las herramientas para librar esta batalla. Por eso es importante recordarse una y otra vez el mejor antídoto contra la ansiedad, las promesas inquebrantables que tenemos en la palabra de Dios.
Cuando una circunstancia amenaza nuestra paz, podemos estar preparados para entenderla, aceptarla, o incluso hacerla retroceder o eliminarla con la verdad. Aunque, es cierto, también hay aspectos externos que no necesariamente están relacionados con un asunto espiritual, en esos casos sería mejor consultar a algún experto.
El portal Crosswalk ofrece siete citas bíblicas para recordar la fidelidad de Dios en medio de la ansiedad:
1. «No me siento capaz de realizar esta tarea o responsabilidad. ¿Qué pasaría si no lo hago bien?»
«Pero él me dijo: ‘Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza‘. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte» (2 Corintios 12:9-10).
2. «Perdí mi trabajo, me preocupa cómo mantendré a mi familia».
«No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:5-7).
3. «Siento que estoy fallando como padre. Intento mantenerme con las exigencias del día, pero estoy tan cansado y preocupado que no hago lo suficiente».
«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mateo 11:28-30).
4. «¿Qué pasa si lo que más temo se convierte en realidad?».
«Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio» (Romanos 8:26-28).
Cuando una circunstancia amenaza nuestra paz, podemos estar preparados para entenderla, aceptarla, o incluso hacerla retroceder o eliminarla con la verdad.
5. «Si no conozco a alguien pronto, puedo terminar solo por el resto de mi vida».
«Den gracias al Señor por su bondad, sus maravillas con los hijos de los hombres. Dio de beber a la garganta seca y los hambrientos los colmó de bienes. Habitaban en la sombra y en tinieblas, atenazados por la miseria y los hierros, por no haber escuchado las palabras de Dios y despreciado los consejos del Altísimo. En la pena El sumió su corazón, sucumbían y nadie los socorría. En su angustia clamaron al Señor: y él los liberó de su aflicción, los sacó de la sombra, de las tinieblas y rompió sus cadenas» (Salmo 107:8-14).
6. «Caigo una y otra vez en lo mismo y me preocupa no poder liberarme nunca de esta lucha».
«¿Qué frutos cosechasteis entonces de aquellas cosas que al presente os avergüenzan? Pues su fin es la muerte. Pero al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida eterna. Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 6:21-23).
7. «No sé si vale la pena soportar este dolor, sólo quiero una salida».
«En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna, a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas» (2 Corintios 4:17-18).
Puedes escuchar los consejos de Gregory Popcak para combatir la ansiedad.
«Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos» (Romanos 8:31-37).
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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