Hemeroteca Laus DEo12/09/2022 @ 02:51
Así como después de Navidad se celebra la Fiesta del Santo Nombre de Jesús, tras celebrar la Natividad de Nuestra Señora, es muy conveniente que honremos ahora el Santísimo Nombre de María, que parece significar «la Amada de Dios», tanto por su destino como Madre del Altísimo como por sus grandes y perfectas virtudes.
San Bernardo fue uno de los más grandes propagadores de la Devoción al Dulce Nombre de María; para él no podía la Madre de Dios tener un nombre más propio, ni que significase mejor Su excelencia, Sus grandezas y Su alta dignidad, que el Nombre de María.
También otros Santos como Santa Brígida, San Bernardino de Siena, San Antonio de Padua, alababan y bendecían las glorias del Nombre de María y se constituyeron en resueltos propagadores de esta hermosa Devoción.
La primera celebración litúrgica del Nombre de María tuvo lugar en España, en 1513, en la ciudad de Cuenca, después de que el Papa León X, concediera a la Catedral de la ciudad dedicar una Capilla con ese título. Debido a la promulgación del Misal de San Pío V en 1570, se hizo necesaria una nueva petición. Por esta razón, el Canónigo Juan del Pozo Palomino, pidió y obtuvo del Papa Sixto V, el 17 de Enero de 1587, poder seguir celebrando dicha Fiesta del Dulce Nombre de María en la Catedral, como Fiesta de la Octava de la Natividad de María y en 1588, logró que se le concediera a toda la Diócesis de Cuenca. El Papa Inocencio XI decretó el 25 de Noviembre del año 1683, que toda la Iglesia Católica celebrara solemnemente la fiesta del Nombre de María Nuestra Señora.
Si de veras quieres ser devoto de la Virgen sólo invócala a diario con la misma oración con la que la saludó el Arcángel San Gabriel: el Avemaría. La llamamos así porque en su fórmula en latín comienza así Ave María gratia plena, Dóminus tecum…
En esta sencilla súplica acude con el corazón a Nuestra Señora, es especial en los momentos de dolor y haz hincapié cuando pronuncies el «ahora…» porque Ella es presente en tu vida, en ese «ahora» que tienes tal problema de dinero, en ese «ahora» que te falta la salud… La Virgen es Nuestra Madre, pero también es Reina y Señora, por eso cuando reces, cuando a Ella te dirijas, hazlo con amor y confianza, pero también con el respeto que merece el pronunciar Su Dulce Nombre y encomendarnos a Su intercesión poderosa.
El Avemaría lo puedes saborear mejor si lo rezas con el Ángelus, la salutación que nuestros padres y abuelos dedicaban a la Virgen tres veces al día y que te recomiendo hacer, por lo sencilla que es y por las muchas gracias e indulgencias que puedes obtener.
«…cuando en la tarde suena el Ave María haced que desde entonces en adelante os arrodilléis, quitándoos la capucha por amor a Ella, rogándole, por último, que nos conceda aquello de que tenemos necesidad. Y digo que le hagáis esta reverencia tanto si estuvierais fuera de casa como si estuvierais en casa. Y lo digo tanto a vosotras mujeres como a los hombres; haced que este nombre de María lo tengáis en reverencia y devoción…
Y para que sepas cómo Ella no es ingrata cuando tú la saludas, aunque no le ruegues, Ella se vuelve hacia ti, recibiendo tus palabras con el mismo afecto que las dices; y si tú le ruegas con reverencia y fe ¿qué crees que Ella hace? Astitit Regina a destris tuis. «Está la Reina Madre de Dios a tu derecha y ruega por ti.»
San Bernardino de Siena
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