Un día como hoy, pero de hace 106 años, ocurrió el «Milagro del sol» de la Virgen de Fátima.
El 13 de octubre de 1917, el día de la última aparición de la Virgen María en Fátima (Portugal) y luego de una intensa lluvia, Lucía pidió a los fieles a cerrar sus paraguas para rezar el rosario juntos y observar la llegada de la Virgen Santa. Habían 70,000 personas.
La Virgen se apareció a los tres pastorcitos: Jacinta, Francisco y Lucía y les dijo: «Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario».
Lucía le dijo a la Virgen los nombres de bastantes personas que querían conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le contestó: «Algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores… Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados».
Luego, la Virgen María, con un tono de tristeza, dijo sus últimas palabras de las apariciones: «No ofendan más a Dios, que ya está muy ofendido».
La Virgen María antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol. Las nubes comenzaron a dispersarse y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas sobre sí mismo a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente.
De pronto el sol se detuvo y empezó a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parecía una explosión de juegos pirotécnicos.
Luego la multitud vio algo que la llenó de terror y espanto. Vieron que el sol se venía hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprendió de todas las gargantas. «Perdón, Señor, perdón», fue un acto de contrición dicho por muchos miles de pecadores.
Este fenómeno natural se repitió 3 veces y duró 10 minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural.
Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.
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