El sábado pasado aparecieron los restos mortales del pequeño Émile Soleil, desaparecido misteriosamente el pasado 8 de julio en el pueblo alpino de Haut-Vernet, a unos 150 km al noreste de Marsella, donde se encontraba pasando las vacaciones en la residencia de verano de sus abuelos.
Desde el principio quedaron abiertas todas las posibilidades, desde un secuestro a un accidente, pasando por que el niño se perdiera. En los días siguientes, las autoridades y los vecinos pusieron en marcha todos los esfuerzos posibles para encontrarlo, sin éxito. La posibilidad de un secuestro llevó a sus padres, Colomban, de 26 años, y Marie, de 25, a dirigir un mensaje grabado a su hipotético captor, apelando a su angustia para pedir su liberación.
Tras conocerse el hallazgo de su cadáver, y desvanecida toda esperanza, la familia lanzó un comunicado a través de su abogado, donde agradecían el trabajo del juzgado de instrucción y de la policía y de todas las personas que habían colaborado en su búsqueda, y decían que era «la hora del duelo, el recogimiento y la oración«: «Marie y Colomban saben ahora, en este Domingo de Resurrección, que Émile vela por ellos en la luz y la ternura de Dios«.
Los padres solicitaban también los medios respetar su dolor y no intentar contactar con ellos. Algo que no sucedió cuando el niño desapareció. En un caso poco frecuente de ensañamiento, lo que a nivel local y social fue una ola de solidaridad y apoyo, a nivel mediático e incluso político se convirtió en acoso a la familia por sus convicciones católicas tradicionalistas y su vínculo con la devoción a Nuestra Señora de Laus.
Ségolène Royal, ex ministra socialista, ex pareja del ex presidente François Hollande y candidata en 2007 a la presidencia de la República, llegó a atacar a los padres hablando de su «perfil inquietante«, con desapego absoluto al horror que estaban viviendo. Se les censuraba, sobre todo, que confiasen a la oración el hallazgo de su hijo, lo que también movilizó a miles de personas in situ y en las redes.
Muchas incógnitas abiertas
El hallazgo de los restos de Émile no ha resuelto todavía las causas de su desaparición.
Lo más sorprendente es que sus restos se encontraron cerca del lugar donde fue visto por última vez hace ocho meses, en un lugar ya inspeccionado entonces. El 30 fueron informadas las autoridades de la presencia de esos restos, y tras ser analizados el domingo 31 se confirmó con pruebas genéticas que eran los del niño.
El lugar del hallazgo es una zona escarpada y de acceso complicado, por donde se pasó varias veces durante las batidas iniciales incluso con un helicóptero con cámaras térmicas para detectar temperatura humana o animal.
Según la portavoz de la Gendarmería, Marie-Laure Pezant, «los restos pueden haber sido conducidos hasta ahí por una persona, un animal o las condiciones meteorológicas que hayan podido alterar la zona», como rieras o desprendimientos.
Es posible que ahora vuelvan a ser convocadas las diecisiete personas interrogadas en su momento, entre familiares y vecinos, para reconstruir el momento de la desaparición y determinar las circunstancias.
Actualmente, las líneas de investigación de la Policía intentan determinar desde cuándo estaban los restos en la ubicación en la que fueron encontrados, explicar su estado, el impacto que hayan podido tener sobre ellos ocho meses de condicionamientos atmosféricos y del terreno y, sobre todo, qué causó la muerte de Émile: una caída, un animal o una mano criminal.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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