Me alegra y me entusiasma escribir sobre el padre Julio R. Meinvielle (1905-1973) y su labor magisterial. No lo conocí, es cierto, pero leí buena parte de su obra. Cuando uno es adolescente, sobre todo, necesita maestros excepcionales. La frecuentación de sus libros, de alguna manera, suplió el trato directo que no tuve con el padre Julio. A lo largo de los años, joven y adulto, fui descubriendo otras auténticas joyas de su producción intelectual. Podría mencionar algunas:
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