La cosa empezó en sendos hospitales públicos de Lombardía y Piamonte, donde se hacían abortos: los gobiernos locales permitieron abrir una «habitación de la vida», donde voluntarios provida explicaban a embarazadas asustadas (y a sus madres, abuelas, parejas…) el apoyo que podían darles para tener el bebé.
En el hospital Mauriziano, de Turín, funciona desde hace una década. En el Mangiagalli de Milán funciona desde hace menos años, pero como la región de Lombardía es la más generosa en ayudas a embarazadas, es muy eficaz animando a las mujeres a optar por la vida. En 2023 se abrió otra sala en hospital público Santa Ana de Turín, donde en 2022 se cometieron 2.500 abortos, junto a 6.590 nacimientos.
La «habitación provida» es un ejemplo de que cuando se ofrecen ayudas desde cerca y con tranquilidad, se salvan las vidas de muchos bebés. Por eso, cuando el Gobierno de Giorgia Meloni ha querido impulsar este tipo de medidas entre las regiones italianas, incluso con fondos europeos, la industria abortista y sus delegados políticos se han espantado.
Oficialmente, la ley habla de que las regiones «puedan recurrir a la participación de entidades del Tercer Sector con experiencia cualificada en el apoyo a la maternidad, sin que ello suponga nuevas o mayores cargas para las finanzas públicas». La prensa titula «Meloni abre las clínicas a los antiabortistas».
La prensa italiana recoge que las portavoces pro-aborto en el congreso se mostraron tan indignadas y alborotadas que el portavoz del partido de Meloni en la Cámara Baja respondió: «Quizá habría que repartir manzanilla».
Que las regiones expliquen las ayudas para embarazadas
En realidad, lo que se hace es permitir que todas las regiones ofrezcan ayudas (al menos que informen a las mujeres de lo que hay) en los mismos lugares donde se hacen abortos. Además, dedicará dinero de fondos de recuperación de la Unión Europea a este fin. Los formatos pueden ser distintos en varios lugares: desde «la habitación de la vida» a simplemente la entrega de un sobre con información, la presencia de un punto con datos, unos plafones informativos…
En realidad, los provida insisten que la embarazada asustada no necesita tanto datos o dinero (que los necesitará) como un abrazo, una sonrisa, un rostro amigo que le diga: «te vamos a acompañar y todo va a ir bien». Y eso es lo que aportan los voluntarios y las asociaciones.
Jacopo Coghe, portavoz de la asociación Pro Vita & Famiglia, explicó que su asociación concreta se dedica a la «sensibilización pública y la influencia política con campañas nacionales», pero que la Ley 194 (que legalizó el aborto) ya hablaba de que los centros de «atención» a la mujer debían ofrecerles «alternativas concretas al aborto eliminando aquellas situaciones de penuria socioeconómica o soledad y abandono que hacen de la autodeterminación un eslogan político vacío».
La nueva legislación ya se ha aprobado en la Cámara de Diputados y es previsible que pronto la apruebe también el Senado, donde el partido de Meloni y sus aliados son mayoría. Apoya con fuerza la medida Eugenia Rocella, ministra de Familia y Natalidad, que se ha mostrado firme no sólo en su apoyo a los provida, sino contra maniobras pro-eutanasia, contra la industria del vientre de alquiler y la fecundación in vitro y algunas campañas de grupos de ideología LGTB.
«Simbólicamente es muy fuerte», admiten los abortistas
En el bando contrario, Luisa Rizzitelli, militante abortista, declaró: «Esta medida puede parecer una cosa pequeña, pero simbólicamente es muy fuerte y seria: el gobierno está dando una señal clara de que quieren hacer todo lo posible para persuadir a las mujeres a cambiar de opinión». Y es cierto: el Gobierno está diciendo a las mujeres que si no abortan, se las ayudará, al menos algo.
Pero la industria del aborto sabe que no es una cosa «tan pequeña»: entorpece su negocio precisamente en el «punto de venta», les quita «clientas» en la puerta.
Hay que tener en cuenta que desde hace ya muchos años, en Italia hay más muertes que nacimientos, y que la natalidad está en mínimos históricos. En 2022, por primera vez nacieron menos de 400.000 bebés (fueron 393.000; en el año 2000 eran 543.000. En cambio, murieron 715.000 personas en Italia. «Perdemos cada año el equivalente a una ciudad como Florencia», titulaba la prensa.
En Italia se han celebrado ya tres cumbres de expertos sobre natalidad al máximo nivel: a una acudió el Papa con Meloni. En España, otro país de natalidad desastrosa, el tema ni se debate.
El Papa y Giorgia Meloni en los III Estados Generales de la Natalidad en Italia en 2023.
La mitad de abortos (oficiales) que en 2008; los abortistas, una casta
Actualmente, en Italia hay unos 60.000 abortos oficiales al año (en 2008 eran el doble, unos 120.000). Las causas del descenso son discutidas: menos mujeres en edad fértil, abortos químicos con píldora del día después que no se contabilizan, una mejor organización de las asociaciones provida que ayudan a más mujeres (con medidas como «la habitación de la vida») y, simplemente, abortos que las clínicas privadas no declaran para cobrar en negro y ganar un dinero extra.
Hace muchas décadas que el aborto es legal en Italia, pero los médicos y sanitarios saben que es algo sucio e inmoral y contrario a la ética médica. Según datos del Ministerio de Sanidad de 2021, que recogía el diario británico The Guardian, alrededor del 63% de los ginecólogos se niegan en pleno a realizar el procedimiento; en el sur de Italia los objetores oficiales superan el 80%. En la práctica, el aborto, como en España, queda relegado a una casta especializada de abortistas, que quedan marcados para siempre: «el que hace los abortos en tal hospital».
Otra medida a debate: escuchar el corazón que late
Hay otra medida provida que se acerca al Parlamento italiano estos días, apoyada por más de 100.000 firmas (se requieren 50.000 según la Constitución para que una medida de iniciativa ciudadana se plantee). Se trata de cambiar la ley 194 sobre el aborto para que el médico encargado de atender a una mujer que pide abortar esté obligado a hacerle escuchar el latido cardíaco del bebé.
«El médico que efectúa la visita previa a la interrupción voluntaria del embarazo según la presente ley – se establece en la propuesta, en el párrafo 1 bis del artículo 14 – está obligado a mostrar, mediante exámenes instrumentales, al nasciturus que la mujer lleva en su vientre y a hacerle escuchar el latido cardíaco del mismo», pide la iniciativa, impulsada por 100.000 firmas y asociaciones como Pro Vita & Familia, Comité Verdad y Vida, Movimiento Militia Christi y Generación Quiero Vivir.
La propuesta señala que «la cuestión del embrión constituye, entre todas las cuestiones que la bioética enfrenta, el corazón del problema antropológico»; «en el derecho a la vida, cada ser humano es absolutamente igual a los demás. Esta igualdad es el fundamento de cualquier relación social auténtica que, para ser tal, debe basarse en la verdad y en la justicia, reconociendo y protegiendo a cada hombre y mujer como persona y no como algo que se pueda manejar», insiste el texto de presentación.
Jacopo Coghe, portavoz Pro Vita & Famiglia, declara al respecto: «Nos dicen que el aborto en el útero es un mero conjunto de células, pero si realmente es así, ¿por qué quieren impedir que las mujeres lo vean y escuchen los latidos de su corazón afirmando que eso sería un acto violento? Mostrar un grupo de células no constituye violencia».
En España, hace unos meses más de 500 médicos firmaron un Manifiesto de Médicos por el Latido Fetal.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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