Desde la experiencia durante cuarenta años de acompañamiento a jóvenes varones y mujeres heridos psico-afectiva-relacionalmente (cuya herida les ha impedido madurar adecuadamente su masculinidad o feminidad y, por lo tanto, poder amar con un amor verdadero, de comunión, donación y solidaridad), quisiera aportar una pequeña luz con relación a una de las más perversas mentiras desde la que se busca seguir imponiendo la ideología de género y la “trágica reducción antropológica” (Benedicto XVI), tanto en el seno de la Iglesia como de la sociedad.
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