La Iglesia está viva, y seguirá viva también después de los funerales del Papa. Todavía no triunfante, entiéndase bien: para eso falta algún tiempo. Más exactamente, el final del tiempo: el gran final del Apocalipsis, que por algo era considerado por Ermanno Olmi, un creyente inquieto y sincero, como un perfecto final feliz. Hablaba como cristiano, pero también como narrador, dos dimensiones que -como Francisco ha demostrado hasta el final- no se contradicen, más bien se realzan mutuamente.
]]> PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
LOS YERROS EN LOS JUICIOS DEL MUNDO
Hakuna, Effetá, movimientos, adoración… habla un capellán del CEU
Los 10 consejos del psiquiatra Enrique Rojas para ser feliz: la clave es valorar bien