29/12/2024

Las enseñanzas firmes de Munilla, Mallon y Oettingen para atreverse a hacer cambios pastorales

Del 5 al 7 de julio se celebró en Alicante, en el colegio CEU Jesús María, un gran encuentro de evangelización organizado por Alpha España, con el lema SED (Salir, Evangelizar, Discipular), en el que participaron ponentes internacionales como el sacerdote canadiense James Mallon (autor de Una renovación divina, un itinerario de transformación de parroquias para que sean evangelizadoras) y el alemán Maxi Oettingen (fundador de la comunidad de Loreto, con comunidades en Austria, Alemania, Suiza e Inglaterra, con itinerarios de discipulado, sobre todo para jóvenes adultos).

Alpha es un método de evangelización por el que han pasado más de 28 millones de personas en todo el mundo. En España pasaron por al menos una sesión de Alpha 24.000 personas en 2023, y ahora se realizan entre 500 y 550 cursos al año. Están ya muy implantados en 50 diócesis españolas.

El obispo anfitrión José Ignacio Munilla, intervino en el encuentro con una ponencia centrada en 4 puntos, que buscaban combatir el inmovilismo y el fatalismo.

1) Es falso decir «el hombre de nuestros días no es religioso»

Si se parte de la idea de que el hombre de hoy no tiene interés en Dios o lo religioso, es fácil desistir de evangelizar. Algunos dicen: «Hay que posponer la evangelización y apostar por una humanización». Munilla cree que «una parte importante de la llamada escuela católica quizás ha renunciado a evangelizar explícitamente». Pero «en la práctica esto se ha traducido en una secularización de los evangelizadores». Es una excusa para justificar la falta de fe y de pasión evangelizadora de muchos cristianos.

Otra tentación es la de ser perseverantes pero sin creatividad ni inquietud, repitiendo «lo que siempre hemos hecho, sin caer en la tentación de mirar encuestas». «Esto es un error», denunció el obispo, porque se habla de fidelidad pero sin discernimiento.

La postura que propone Munilla es una tercera: el hombre postmoderno, como el moderno, no es irreligioso, pero está distraído con idolatrías, desde la Nueva Era y el gnosticismo a las ideologías.

Munilla resume así el contexto actual: «El pensamiento único es filosóficamente relativista, espiritualmente gnóstico, socialmente marxista, económicamente capitalista y psicológicamente freudiano». Todo eso son sustitutivos de la religión.

Pero cuando cambia el lenguaje, y cuando se presenta a Cristo, muchos pueden abrirse, como sucede con el fenómeno de The Chosen o de la música de Hakuna, mencionó.

Así, insistió, «el Evangelio tiene una gran novedad y el anuncio del kerigma es absolutamente prioritario: Dios es amor y nos ha enviado a Jesucristo para salvarnos de una vida sin sentido y de la muerte eterna». En este contexto, la evangelización s eha de hacer en clave de Espíritu Santo, que es creativo y sorprende.

La ponencia del obispo Munilla en el encuentro SED de Alpha en Alicante (24 min.):

2) Una paradoja: se puede evangelizar en las heridas de hoy

El Evangelio está lleno de paradojas («hay que morir para vivir, quien quiera ser el mayor que se haga el más pequeño»). La paradoja de nuestra época es que la gente acumula heridas por vivir mal, y en esas heridas entienden que hay que cambiar y ahí encuentran que Cristo sana y libera. Es lo que dice la secuencia de Pentecostés: «Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro».

Así, hoy hay muchas conversiones de personas que han vivido ese vacío y esas heridas, con la alegría de saberse rescatados, como el hijo pródigo.

3) Hay que combinar el anuncio del kerigma y la denuncia profética

San Pablo hablaba de «vencer al mal con el bien» y San Josemaría Escrivá lo parafraseaba así: «Tarea del cristiano: ahogar el mal en abundancia de bien». Pero Munilla recuerda que el mismo santo en los años 70 publicó «tres cartas que se les llamaron las tres campanadas. Una campanada es una llamada de atención ante una gran crisis. ¡También forman parte de la evangelización!»

Así, pide, con equilibrio combinar la propuesta del bien con la denuncia del mal, evitar la crítica constante, pero también los «anuncios que no están encarnados en el tiempo y en el lugar».

Puso como ejemplo a San Juan Bautista, que anunciaba la llegada del Mesías y denunciaba los abusos del rey Herodes. Munilla puso también un ejemplo moderno, el psicólogo Jordan Peterson, expulsado del Colegio de Psicólogos de Canadá por no someterse al pensamiento único, si bien tiene 8 millones de seguidores en YouTube y una gran influencia. «El anuncio requiere también la libertad de la denuncia profética», insistió. Y pidió no dejar solo a Peterson en su función de denuncia.

4) Evitar las autocríticas acomplejadas y la autocancelación

Munilla puso el ejemplo de la palabra «proselitismo», con la que hay confusión. Anunciar el evangelio, querer llevar la gente a Cristo, no es proselitismo, es evangelizar. Proselitismo sería forzar a las personas, por ejemplo, sin respetar sus tiempos, sin escuchar su inquietudes, arrollándolas. El evangelizador anuncia, escucha, espera y acompaña, confiando en la acción de Espíritu, que tiene sus ritmos.

«Pero Jesús habló poco del riesgo del proselitismo y habló muchísimo más de la necesidad de evangelizar, de anunciar», añadió. Así, pidió «purificar nuestro estilo evangelizador pero sin acomplejarnos de mandato de Jesucristo: id y haced discípulos».

Valentía para hacer cambios: y no vale cualquiera

Se cumplen 10 años desde que el sacerdote canadiense James Mallon publicó en 2014 su libro «Una renovación divina», a partir de su experiencia en la fusión de dos parroquias y la creación de una nueva. Ha creado un apostolado internacional (Divine Renovation) para ayudar a las parroquias a renovarse, y viaja por Europa y América enseñando y aprendiendo.

En ReL le planteamos una idea que se encuentra en un documento de 2020 de la Congregación para el Clero, La conversión pastoral de la comunidad parroquial, en la que propone unidades pastorales de sacerdotes que trabajan juntos. Así, si un sacerdote se traslada, el resto mantienen el mismo estilo y proyecto.

Mallon repasa el texto y lo matiza. «Sacerdotes en grupos, con uno que sea primero entre iguales… es una idea hermosa, funcionaría bien en un entorno pastoral estable, donde se cumpla la ley canónica, las ovejas sean estables, en una época normal. Pero hoy no es esa la situación. Afrontamos una amenaza existencial como Iglesia, si no nos adaptamos. Tenemos que cambiar a una identidad y estructura misionera, las iglesias que no lo hagan creo que simplemente seguirán su declive hasta dejar de existir», advierte, rotundo.

«Ese cambio no llegará por sí solo, nunca llega solo, hay que conducirlo. Puedes identificar un sacerdote en una zona como ‘senior’, pero eso no le hará líder. Se necesita influencia, cuidar a la gente, ganártela. Si no se designa un líder claro, no va a funcionar. Sólo porque varios curas coincidan en una misma zona, la posibilidad de que coincidan en qué dirección llevar a sus parroquias, es escasa. Este modelo supone que seguiría una estabilidad que ya no existe, para repartir sacramentos, pero no sirve para lograr un cambio de una estructura a otra. Y sobre los edificios, tenemos que preguntarnos: ¿sirven a nuestra misión? Antes servían a la misión pero hoy pueden, sutilmente, ¡convertirse en nuestra misión, alejándonos de construir el reino, con parroquias centradas en mantener edificios!

Lo que más bloquea el cambio en Europa

ReL pregunta qué reticencias son las peores para bloquear esa conversión y transformación de las estructuras eclesiales y parroquiales en Europa.

Maxi Oettingen, fundador de la comunidad de Loreto, presente en Austria, Suiza, Alemania, Italia e Inglaterra, responde que «a la gente, en general, no le gusta renovar cosas excepto cuando realmente ya les duele mucho».

Oettingen cree que la gente «tiene sed de Dios» pero piensa que la Iglesia es una especie de «agente moral a nivel estatal. Por eso son reticentes a venir. Si nos centramos en buscar a Dios primero, si cumplimos el lema pertenecer-creer-comportarnos (porque ese es el orden: primero pertenecen, luego empiezan a creer y luego se les enseña a comportarse, no al revés) la gente vendrá, aquellos que el Señor llame y envíe».

El padre Mallon cree que «la mayor reticencia que veo en Europa es el miedo a perder los restos del pasado. En Alemania, Suiza, Austria y en parte hasta en Francia, hay financiación del estado, hay edificios históricos hermosos, restos del pasado, un sistema de impuestos que da dinero y una apariencia externa saludable. Pasar a una actitud misionera implica cambiar, la gente cristiana ya ha perdido mucho y temen perder más, no quieren arriesgarse».

«Pero las ovejas que nos quedan son cada vez menos y más ancianas y lo perderemos todo a menos que, en obediencia al mandato de «remad mar adentro» de Jesús, nos arriesguemos a ir allí. Los apóstoles estaban cansados, no habían pescado nada, pero se arriesgaron por obediencia. Tenemos que arriesgarnos aunque los de dentro se molesten, porque, sí, claro, habrá desajustes e inconveniencias«, añadió.

Mallon explica un caso particular: las diócesis muy basadas en los sacramentos de las escuelas cristianas. «Algunas veces los sacramentos se basan en el sistema escolar, o se basan en la financiación estatal, y tenemos la familia, la parroquia y la escuela separadas, cada una por su lado. Cuando este modelo surgió, la fe la transmitía y vivía la familia, y se enseñaba en la escuela. Ya no es así: la escuela ofrece sacramentos a chicos que no tienen vida parroquial, son rituales vacíos, ritos de paso, centrados en la familia, no en Cristo. ¿Nos da miedo cambiar esto? Tiene la apariencia de que ahí aún hay algo, restos de una era cristiana, tememos perderlo. Aferrarnos a eso es una tragedia».

La primacía del Espíritu Santo

Alpha es un método evangelizador que imparte charlas o pone vídeos con enseñanzas y argumentos, también reúne a la gente en grupos pequeños para comer o cenar y dejarles hablar con libertad, pero a partir de cierto momento se hace un «fin de semana del Espíritu Santo», un momento de oración de efusión del Espíritu. Cuando alguna parroquia trata de esquivar ese paso, los resultados suelen ser muy tibios.

Pero, ¿cuánto se puede rebajar esa dependencia o petición del Espíritu Santo?

Mallon se ríe con la pregunta. «En Una Renovación Divina [como método y movimiento], la primera clave es el poder del Espíritu Santo. Es como preguntarse «cuál es el mínimo de presencia de Dios que podemos permitirnos». O como decir: «¿Cómo podemos minimizar la posibilidad de que Dios aparezca, no sea que nos desestabilice?» Es una pregunta ridícula, claro. A veces nos aferramos a hacer cosas por nuestras fuerzas. Pero hoy los grupos evangelizadores que crecen en todo el mundo son los que valoran la experiencia del Espíritu Santo», asegura el sacerdote.

«Juan el Bautista dijo: Seréis bautizados en el Espíritu, bautizar significa sumergirse, y creo que debemos dejar que el Espíritu nos empape, decirle a Dios «te damos el control, Señor, es tu Iglesia, ven Dios Espíritu Santo, te damos permiso. Deberíamos pedir a Dios más y más Espíritu, más poder, carismas, dynamis [poder en griego]».

«Podemos evitar palabras como «carismático». A veces ponemos etiquetas para intentar controlar. Experimentamos un fenómeno, le metemos una etiqueta para ponerlo en una caja y contenerlo. Hay muchas cosas que pueden ser del Espíritu sin ser necesariamente de lo que llamamos Renovación Carismática. La Iglesia nace en Pentecostés y es esencialmente carismática, es el Espíritu Santo quien acude si nos reunimos en la Iglesia. ¡El es el Señor y dador de vida! ¿Por qué deberíamos hablar de mínimos?»

Maxi Oettingen, que ha visto como su comunidad de estilo carismático y con mucha música de alabanza pasaba de Austria a Suiza y Alemania, asegura que ellos no reducen su «nivel de Espíritu». «Las personas de nuestra comunidad que conducen la oración, por lo general, simplemente intentan ser pastorales y escuchar al Espíritu, en el contexto que estén», afirma.

La próxima gran cita de Alpha en España es Alpha+ para jóvenes, el 29 de julio (lea aquí).

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»