01/05/2024

LUNES 28 DE AGOSTO 2023 (Semana 21 del TO): NO SEAMOS HIPÓCRITAS

LUNES 28 DE AGOSTO 2023 (Semana 21 del TO): NO SEAMOS HIPÓCRITAS

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,13-22):
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: «¡Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga!» ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: «Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga.» ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»

NO SEAMOS HIPÓCRITAS

Todos podemos ser hipócritas. Y los creyentes podemos ser hipócritas religiosos, que son justo los que Jesús delata. Y los cristianos podemos ser hipócritas cristianos, con lo que nos separamos de Jesús más que nadie.

Cada vez que nos mostramos intransigentes con los defectos de los demás, y disimulamos los nuestros, somos hipócritas.

Cada vez que murmuramos y juzgamos a los demás a sus espaldas, y además lo hacemos con un tono de superioridad moral sobre ellos, somos hipócritas.

Cada vez que nos mostramos ante el mundo como cumplidores de una moral antes qué como seguidores de una persona, de Jesús, somos hipócritas.

Cada vez que le pedimos a nuestros hermanos en la fe que sean cumplidores de unos preceptos morales antes que hijos de Dios que buscan de él la misericordia antes que la perfección, somos hipócritas.

Cada vez que ponemos filtros y exigimos requisitos para estar en comunión, como si la Iglesia fuera una aduana o un control policial de un aeropuerto, somos hipócritas.

Cada vez que defendemos la verdad sin caridad y predicamos el bien sin bondad, somos hipócritas.

Y sino podemos jurar por Dios, ni jurar por nada, tampoco podemos ir por la vida dando lecciones a todo el mundo, haciendo de nuestra falsa seguridad y prepotencia una especie de juramento permanente, como si nuestra palabra tuviese que ser más creible que la de los demás.

Busquemos siempre lo bueno del otro, respetemos su libertad y sus ritmos, reconozcamos nuestra pequeñez y nuestra pobreza, y entonces, tal vez entonces, nos apartemos de la tentación de ser hipócritas.