29/03/2024

LX ANIVERSARIO DE TERESA NEUMANN, LA ESTIGMATIZADA DE BAVIERA

Hemeroteca Laus DEo18/09/2022 @ 11:51



               Un día después de la Estigmatización del Seráfico San Francisco de Asís, quiso la Divina Providencia que tuviera lugar la muerte de este mundo, para entrar a la Vida Eterna, de Teresa Neumann, Mística e hija de San Francisco en calidad de Terciaria de la Orden Franciscana.

               Teresa Neumann nació el 8 de Abril de 1898 en Konnersreuth, en la región norte de Baviera, Alemania; hija de un modesto sastre, siendo la primogénita de once hermanos. Teresa se empleó desde los catorce años en una granja  para aliviar la maltrecha economía familiar. 


SU PARTICULAR AMISTAD CON SANTA TERESITA

               Era muy devota de Santa Teresita del Niño Jesús y por eso se encomendaba con frecuencia a la Santa de Lisieux, a quien tomó por compañera y madrina espiritual, sintiendo su intercesión en varias ocasiones; cuando Teresa Neumann era una muchacha sufrió dos graves caídas que la dejarían prácticamente inválida, pero justo en los días en que Santa Teresita era sucesivamente beatificada y canonizada, Teresa Neumann, por su intercesión era sanada.

               Durante un incendio en un granero efecto Teresa se empeñó a fondo junto a sus vecinos para ayudar a extinguir el fuego, pero la joven sufrió una caída que le causaría una extraña enfermedad provocada por una luxación en la espina dorsal. Tenía veintiún años de edad y aquello solo era el comienzo de todos sus padecimientos posteriores que la tuvieron postrada en la cama muchísimos años, como una perfecta Alma Víctima: quedo casi inválida, ciega y hasta sorda; sus familiares la trasladaron a la buhardilla de la casa, esperando un fatal desenlace en cualquier momento. 

                Sin embargo, el Cielo tenía otros planes para la joven Teresa; el día de la Beatificación de Santa Teresa de Lisieux (29 de Abril de 1923) tiene una aparición de la Santa. Cinco días más tarde recobra la vista después de transcurridos cuatro años sin poder ver. 

               Dos años más tarde, el 17 de Mayo de 1925, mientras en Roma el Pontífice canonizaba a Santa Teresita del Niño Jesús, la joven Teresa Neumann vuelve a tener otra visión de la Santa de las rosas y es capaz de sentarse en la cama para luego echar a andar ante la mirada de su familia, que solo supo dar gracias a Dios ante el evidente Milagro, que fue comprobado por el Padre Naber, Párroco, y demás amigos de Teresa que habían sido testigos de su enfermedad. 

               Unos meses más tarde, en Noviembre de 1925, Teresa cae nuevamente enferma, siendo una apendicitis el motivo de sus sufrimientos. Una vez más la intercesión de Santa Teresita la libera de una operación quirúrgica que los médicos veían necesaria para no morir. Santa Teresita le revelará que mediante sus continuos padecimientos salvará muchas almas, preparándola así para el sacrificio mayor que se aproximaba.

LOS SAGRADOS ESTIGMAS EL VIERNES SANTO DE 1926

               Desde el 26 de Marzo de 1926, vísperas de la Pascua de Resurrección, Teresa tenía veintiocho años y nada la hacía sospechar que reviviría en su cuerpo los Santos Estigmas de la Crucifixión; así, cada Viernes, Teresa sufriría místicamente la Pasión de Cristo, que se manifestarían exteriormente en forma de estigmas sangrantes y lacrimaciones de sangre (raro fenómeno del que aparte del caso de Teresa Neumann solo se conoce el de la Mística Rosa María Andriani); los estigmas jamás se cerraron, incluso después de morir, en su cuerpo inerte se pudieron ver y fotografiar las santas heridas.

               Durante la Pasión ocurrían fenómenos extraordinarios como pérdida de peso, que después recuperaba rápidamente, visiones premonitorias, bilocaciones, hablaba griego, arameo y latín de los interrogatorios de Cristo (confirmado una y otra vez por todos los lingüistas independientes que la visitaban a menudo) y luego de la abundante pérdida de sangre, una fulminante recuperación física que no se hacía esperar el domingo por la mañana.

               A partir del 5 de Noviembre de 1926 aparecieron también los estigmas de la flagelación, del hombro y de la corona de espinas; como heridas místicas, jamás pudieron se cerraban ni sufrían de ulceraciones o infecciones. Estas heridas serían motivo de curiosidad y de fervor y supuso la visita de más de cuarenta mil personas al pequeño pueblo de Konnersreuth para admirar los estigmas de Teresa Neumann; muchos de aquellos curiosos que se aceraron a conocer a Teresa volvieron a la práctica religiosa tras años de mediocridad espiritual, o como la conversión de un joven judío, que no quiso demorar su conversión a la Verdadera Fe y se hizo bautizar en el mismo pueblo.



               El Padre Gemelli, Sacerdote franciscano y Rector de la Universidad de Milán había examinado los estigmas del Padre Pío, y fue enviado por orden de la Santa Sede, a estudiar el caso de Teresa Neumann, certificando poco después que no había en ella ningún rasgo histérico y que aquellos fenómenos no tenían explicación natural.

VISIONES MÍSTICAS DE LA VIDA DE CRISTO

                Además de las Visiones semanales de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, Teresa Neumann fue favorecida con estas otras: la del Nacimiento de Jesús la tuvo durante la noche de Navidad del año 1926; la de la Encarnación, el día 25 de Marzo de 1927; el día 6 de Agosto de 1926, tuvo la Visión de la Transfiguración del Señor en el Monte Tabor…


LOS DONES DE LA HIEROGNOSIS Y LA INEDIA EN TERESA NEUMANN

               Desde 1922 su única comida consistía en la Sagrada Eucaristía (rechazando instintivamente la muchas formas no consagradas que le ponían delante para probarla, y donde quedó manifiesto que el Señor la había bendecido con el don de la hierognosis, mediante el cual se puede distinguir lo divino, lo bendito de lo profano). 

               No fueron pocas las ocasiones en que al recibir la Sagrada Comunión entraba en éxtasis, incluso desde el momento en que el Sacerdote rezaba la fórmula Ecce Agnus Dei; en esos momentos, el rostro de Teresa se transformaba, iluminándose e impregnándola de una belleza angelical.

               El Obispo Diocesano de Ratisbona nombró una comisión formada por médicos y religiosas bajo juramento y las muchas comisiones laicas que le hicieron seguimientos exhaustivos, y que confirmaron punto por punto que no había trampa alguna, siendo absolutamente cierto que vivía exclusivamente de la Sagrada Eucaristía. Teresa, en contra de toda lógica científica, mantuvo siempre su peso normal, alrededor de 60 kilogramos; su tez aparecía siempre sonrosada y su carácter desenfadado y bromista hacía reír con frecuencia a cuantos la visitaban.



TERESA NEUMANN Y LOS NAZIS

              El fenómeno de la inedia fue también confirmado por la misma burocracia del Tercer Reich Alemán: en 1939 estalló la II Guerra Mundial e impusieron a la población un racionamiento que acabaría durando hasta finales de 1947. A partir de aquel momento, todos los alemanes tuvieron que adaptar el ritmo de sus vidas a una cartilla anual… excepto una persona: Teresa Neumann, a quien – ante la evidencia de que ni bebía ni comía- le fue inmediatamente retirada la cartilla por las autoridades nazis. Obtuvo en cambio la asignación de doble ración de jabón, dada la cantidad de ropa ensangrentada que había que lavar tras sus azarosos fines de semana. La GESTAPO, policía secreta alemana, la vigiló de cerca, e ella, su familia y al Párroco y Confesor de Teresa. 

               El fenómeno de la inedia, que se caracteriza por el sostenimiento del cuerpo sin necesidad de ingerir alimentos, tan solo la Sagrada Comunión, se prolongó en Teresa Neumann durante cuarenta años, siendo constatado por diversos facultativos del Reich alemán, que no eran precisamente simpatizantes con la figura de la Estigmatizada de Baviera.

MUERTE E INCORRUPCIÓN

               El 18 de Septiembre de 1962, hace hoy sesenta años, tras una vida llena de fenómenos inexplicados relacionados en su mayoría con la estigmatización, Teresa Neumann fallece víctima de un ataque cardíaco. Tras cinco días de ser expuesto su cadáver, sin tratamiento alguno para preservarlo, éste no muestra síntomas de descomposición ni rigidez.


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