En lo que sectores de la Iglesia en Cataluña consideran como una cacicada totalitaria y nada sinodal, el cardenal Juan José Omella ha zanjado por lo sano el conflicto ante su decisión de demoler la Iglesia del Espíritu Santo para construtir en su lugar la facultad de Medicina de la Universidad Blanquerna. El pupurado ha decretado el cierre inmediato del templo y ha suspendido a divinis al P. Josep M. Llorca Albero, dando como explicación «la actitud mantenida» del sacerdote.
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