Se ve que que Jesús iba bien armado con las armas de Dios, por la respuesta tan firme que dio a aquellos fariseos que parecían decirle sutilmente: «no seas tonto, vete de aquí que Herodes quiere matarte, luego no vengas diciendo que no te lo advertimos». La respuesta es clara y contundente, pero para nada «prudente». Jesús es consciente de que va a morir pero que su muerte no va a ser inútil. Hay que tener mucha Visión para ver las cosas así. Y sobre todo mucha fortaleza y confianza en el invencible poder del Señor.
Quizá uno de los problemas de los cristianos hoy sea nuestra tibieza. Nadar y guardar la ropa, que se dice. Poco riesgo, cero conflictos. Nada de dar la cara, que te la pueden partir o por lo menos poner a caldo. Toda la devoción de puertas para dentro y de puertas afuera el mensaje lo más neutro y aceptable que podamos. Ante todo gustar a todos y jamás disgustar a nadie.
Leamos lo que dice San Pablo a los Efesios (6, 10-20). Para encarar el día malo y mantenerse firmes hay que ir bien pertrechados.
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