Pocas tradiciones hay con más arraigo entre los católicos que la de colocar el Belén ante la llegada de la Navidad. Desde que en 1223 San Francisco de Asís iniciara en Greccio lo que hoy es un acontecimiento universal, millones de hogares, iglesias, plazas y hasta escaparates de negocios muestran el Misterio del nacimiento de Cristo. Estos belenes pueden ser de lo más diversos, desde los más sencillos que muestran a la Sagrada Familia a los más exuberantes que muestran distintas escenas relacionadas con este momento trascendental de la historia.
Índice para conocer todo lo necesario sobre la tradición del Belén
¿Fue San Francisco de Asís quien creó el primer Belén?
¿Qué personajes se colocan en el Belén?
¿Por qué aparecen un buey y una mula en el portal de Belén?
¿En qué fecha se coloca el Belén y cuándo se desmonta el Nacimiento?
¿Qué es un pesebre?
¿Nació Jesús en un establo, en una cueva o en una casa?
¿Por qué en algunos belenes se coloca el nacimiento en casas y palacios en ruinas?
¿Cómo relata el Evangelio el nacimiento de Jesús?
¿Qué aportó el rey Carlos III a la tradición del Nacimiento en España e Iberoamérica?
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¿Fue San Francisco de Asís quien creó el primer Belén?
El modelo por excelencia de pesebre cristiano es el primer belén montado por San Francisco de Asís en Greccio, en 1223. Este santo no sólo montó por primera vez un nacimiento haciendo revivir las tradiciones antiguas y adaptándolas a la sensibilidad de los nuevos tiempos, sino que estaba especialmente preocupado por recrear un contexto concreto para que surgieran ricos frutos espirituales. La lectura de las Fuentes Franciscanas, en particular de Tomás de Celano, proporciona distintas y agradables sorpresas y ser, aún hoy, el modelo ideal para la preparación del belén y de los frutos que de éste se desprenden. Ciertamente, no se trata de repetir, necesariamente, los acontecimientos de entonces, sino de asimilar su espíritu.
«Había en ese barrio un hombre llamado Giovanni, de buena fama y de vida aún mejor, muy apreciado por el beato Francisco porque, aunque era noble y muy respetado en su región, estimaba más la nobleza del espíritu que la de la carne. Unas dos semanas antes de la Fiesta de la Natividad, el beato Francisco, como hacía a menudo, lo llamó y le dijo: ‘Si quieres que celebremos en Greccio la Natividad de Jesús, ve por delante y prepara lo que te digo: me gustaría representar al Niño nacido en Belén, y de alguna manera ver, con los ojos del cuerpo, las incomodidades a las que tuvo que enfrentarse debido a la carencia de cosas necesarias para un recién nacido, cómo tuvo que estar en un pesebre, tumbado en el heno entre un buey y un asno’. En cuanto lo hubo escuchado, el fiel y piadoso amigo se fue, diligente, a preparar todo lo necesario en el lugar elegido, según el deseo expuesto por el Santo», relata Celano.
En Greccio, San Francisco ideó el que se considera el primer Belén.
De este modo, en sus relatos agregaba también: «¡Y llegó el día del gozo, el tiempo del júbilo! Para la ocasión había convocados muchos frailes procedentes de distintos lugares; llegaron hombres y mujeres, alegres, desde los caseríos de la región. Cada uno llevaba algo según su propia posibilidad, cirios y antorchas para iluminar esa noche, en la que resplandeció maravillosa en el cielo la Estrella que iluminó todos los días y los tiempos. Al final llegó Francisco: vio que todo estaba predispuesto según su deseo y estaba radiante de alegría. Se montó el pesebre, se puso encima el heno y se introdujeron el buey y el asno. En esa escena conmovedora brillaba la sencillez evangélica, se alababa la pobreza, se recomendaba la humildad. Greccio se había transformado en una nueva ciudad de Belén. (…) El Santo está allí, estático, ante el misterio, su espíritu vibrante de compunción y de gozo inefables. Después el sacerdote celebró solemnemente la Eucaristía en el belén». Aquí, la versión de San Buenaventura precisa que San Francisco, a causa de las restricciones a la celebración fuera de los edificios de culto, «para que esto no fuera adscrito a deseo de novedad, pidió y obtuvo con anterioridad el permiso del Sumo Pontífice».
¿Qué personajes se colocan en el Belén?
En el Nacimiento debe aparecer como mínimo el Misterio, es decir, San José, la Virgen María y el Niño Jesús. A partir de ahí se pueden añadir otras figuras que aparezcan en el Evangelio, como los Reyes Magos o los pastores, u otras que con la tradición se han ido añadiendo. En la Carta Apostólica Admirabile signum sobre el significado y el valor del Belén, el Papa Francisco hablaba de los distintos personajes:
-La Virgen María y San José: No hay belén sin María y José. En el establo o en la cueva que acogió al Señor aparece en un primer lugar la Virgen. El Papa señala que “es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado. Ante el anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió con obediencia plena y total. Sus palabras: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’, son para todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel ‘sí’, María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica.
A su lado está San José, “en una actitud de protección del Niño y de su madre”. Por lo general, asegura el Pontífice, “se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia. Cuando Dios le advirtió de la amenaza de Herodes, no dudó en ponerse en camino y emigrar a Egipto. Y una vez pasado el peligro, trajo a la familia de vuelta a Nazaret, donde fue el primer educador de Jesús niño y adolescente. José llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y a María su esposa, y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica”.
-El Niño Jesús: Es el corazón del Nacimiento y se coloca el día 24 de diciembre. “Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos. El nacimiento de un niño suscita alegría y asombro, porque nos pone ante el gran misterio de la vida. Viendo brillar los ojos de los jóvenes esposos ante su hijo recién nacido, entendemos los sentimientos de María y José que, mirando al niño Jesús, percibían la presencia de Dios en sus vidas”, agrega Francisco.
-Los pastores: No hay Nacimiento en el que no aparezcan los pastores adorando al Niño, de camino hacia el portal o escuchando el anuncio del Ángel. Y tienen tal protagonismo porque ya en el Evangelio lo tenían. El Papa lo explica así: “A diferencia de tanta gente que pretende hacer otras mil cosas, los pastores se convierten en los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece. Son los más humildes y los más pobres quienes saben acoger el acontecimiento de la encarnación. A Dios que viene a nuestro encuentro en el Niño Jesús, los pastores responden poniéndose en camino hacia Él, para un encuentro de amor y de agradable asombro. Este encuentro entre Dios y sus hijos, gracias a Jesús, es el que da vida precisamente a nuestra religión y constituye su singular belleza, y resplandece de una manera particular en el pesebre”.
-La estrella: Señala donde está Cristo y por tanto es “la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor”.
-Los Reyes Magos: Los sabios de Oriente son personajes fundamentales en los belenes, y más en los hogares en los que hay niños. De este modo, el Papa afirma que “observando la estrella, aquellos sabios y ricos señores de Oriente se habían puesto en camino hacia Belén para conocer a Jesús y ofrecerle dones: oro, incienso y mirra. También estos regalos tienen un significado alegórico: el oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura. (…) Los Magos enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo. Son hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén. Una gran alegría los invade ante el Niño Rey. No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes. Y ciertamente, llegados a su país, habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre las gentes”.
-El buey y la mula: Según la tradición, la mula representa al animal más humilde de la creación, mientras que el buey tiene la función calentar con su aliento la cuna de Jesús. Hay que recordar además que tanto el buey como la mula son los símbolos proféticos tras los cuales se oculta el misterio de la Iglesia, que precisa que las personas son buey y mula frente a lo eterno, buey y mula cuyos ojos se abren en la Nochebuena para reconocen a su Señor.
-Otros personajes: Tradicionalmente se añaden en los belenes personajes que en principio no tienen relación con el pasaje evangélico tales como panaderos, herreros, lavanderas, músicos, niños que juegan… “Todo esto representa la santidad cotidiana, la alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días, cuando Jesús comparte con nosotros su vida divina”, añade el Pontífice al respecto.
-El cielo estrellado: El Papa Francisco afirma que es común representar el Nacimiento en el cielo estrellado en la oscuridad. “Lo hacemos así -escribe- no sólo por fidelidad a los relatos evangélicos, sino también por el significado que tiene. Pensemos en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas. Pues bien, incluso en esos instantes, Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento”.
¿Por qué aparecen un buey y una mula en el portal de Belén?
En el Evangelio no aparecen citados el buey y la mula en el momento en el que nace Jesús. Únicamente se habla del pesebre, por lo que se entiende que en ese lugar había animales. Es la tradición la que ha añadido a esta representación estos animales, aunque no fueron elegidos al azar. La profesora de Historia del Arte de la Universidad CEU San Pablo, Sirga de la Pisa, explicaba que «los Evangelios son breves al narrar la realidad histórica del nacimiento de Jesús, por lo que la tradición añade información que complementa desde un punto de vista humano el momento del nacimiento del Niño en Belén”. De este modo, añadía igualmente que «el buey y la mula están mencionados en el Evangelio Apócrifo del Pseudomateo, texto no considerado canónico por la Iglesia, escrito en el siglo VII por un autor desconocido». Lo relaciona así con la profecía de Isaías 1, 3 en la que se lee: ‘El buey reconoce a su dueño y el asno, el pesebre de su amo; ¡pero Israel no me reconoce y mi pueblo no entiende mi voz’. Así, este título 3 del capítulo 1 alude al humilde y desconocido nacimiento de Jesús.
Además, fray Tomás de Celano, franciscano y primer biógrafo de San Francisco de Asís, recogía las palabras que habría pronunciado el santo sobre estos animales al crear el primer belén en 1223. “Desearía provocar el recuerdo del niño Jesús con toda la realidad posible, tal como nació en Belén y expresar todas las penas y molestias que tuvo que sufrir en su niñez. Desearía contemplar con mis ojos corporales cómo era aquello de estar recostado en un pesebre y dormir sobre las pajas entre un buey y la mula”, habría afirmado el santo de Asís.
¿En qué fecha se coloca el Belén y cuándo se desmonta el Nacimiento?
No hay una fecha exacta para colocar el Belén, pero su sentido pasa por hacerlo a una fecha cercana a Navidad, como una preparación y un recordatorio de la fiesta que se va a celebrar: el Nacimiento de Cristo. Tradicionalmente, en muchos hogares se instala coincidiendo con el día de la Inmaculada, el 8 de diciembre, una fiesta muy especial que ayuda a penetrar en el misterio. Otros, sin embargo, prefieren retrasar un poco más su instalación, hasta la segunda parte del Adviento. Durante las dos primeras semanas se medita sobre la venida final del Señor, y en la segunda, las dos últimas semanas, se reflexiona sobre el nacimiento de Cristo, por lo que es entonces cuando deciden colocarlo en sus hogares o iglesias. En lo que sí hay unanimidad es que el Niño Jesús se coloca en el portal en la noche del 24 de diciembre.
Con respecto a la fecha de la retirada del Nacimiento, la tradición habla del 2 de febrero, 40 días después de que Cristo naciera, coincidiendo con la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo.
¿Qué es un pesebre?
Según recoge la Real Academia Española de la Lengua, en sus dos primeras acepciones, la palabra pesebre aparece como una “especie de cajón donde comen las bestias” y como el “lugar destinado a la comida de las bestias”. Fue precisamente en un lugar destinado a los animales que pertenecían al alojamiento anexo donde nació el hijo de Dios.
El Papa Francisco, en Admirabile signum, explicaba al respecto: “El Hijo de Dios, viniendo a este mundo, encuentra sitio donde los animales van a comer. El heno se convierte en el primer lecho para Aquel que se revelará como ‘el pan bajado del cielo’ (Jn 6,41). Un simbolismo que ya san Agustín, junto con otros Padres, había captado cuando escribía: ‘Puesto en el pesebre, se convirtió en alimento para nosotros’ (Serm. 189,4). En realidad, el belén contiene diversos misterios de la vida de Jesús y nos los hace sentir cercanos a nuestra vida cotidiana”.
¿Nació Jesús en un establo, en una cueva o en una casa?
Los evangelistas no citan el lugar concreto en el que nació Jesús. Hablan del pequeño pueblo de Belén, pero se dice que Jesús descansaba en un pesebre, el lugar en el que comen los animales, por lo que la Sagrada Familia o bien estaba en un pesebre o en una cueva donde se guardaba el ganado y que hiciera las funciones de establo. Esto desmonta algunas teorías que afirmaban que Cristo había nacido en una casa.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma textualmente: “Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre”. Pero ya en los primeros siglos se hablaba del establo y de la cueva. Así en el siglo VI, San Romano Melodo, en el Kontakion, escribía:
«Hoy la Virgen da a luz al Transcendente.
Y la tierra ofrece una cueva al Inaccesible.
Los ángeles y los pastores le alaban.
Los magos caminan con la estrella:
Porque ha nacido por nosotros,
Niño pequeñito
el Dios eterno».
¿Por qué en algunos belenes se coloca el nacimiento en casas y palacios en ruinas?
En Admirabile signum, el Papa Francisco hablaba sobre el significado y el valor del Belén y decía: “Merecen también alguna mención los paisajes que forman parte del belén y que a menudo representan las ruinas de casas y palacios antiguos, que en algunos casos sustituyen a la gruta de Belén y se convierten en la estancia de la Sagrada Familia. Estas ruinas parecen estar inspiradas en la Leyenda Áurea del dominico Jacopo da Varazze (siglo XIII), donde se narra una creencia pagana según la cual el templo de la Paz en Roma se derrumbaría cuando una Virgen diera a luz. Esas ruinas son sobre todo el signo visible de la humanidad caída, de todo lo que está en ruinas, que está corrompido y deprimido. Este escenario dice que Jesús es la novedad en medio de un mundo viejo, y que ha venido a sanar y reconstruir, a devolverle a nuestra vida y al mundo su esplendor original”.
¿Cómo relata el Evangelio el nacimiento de Jesús?
Dos de los cuatro Evangelios relatan el nacimiento de Jesús. Así lo hace el evangelista san Lucas: “Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento”.
Por su parte, el evangelista Mateo lo recoge así: “Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús. Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle’…”.
Belén napolitano iniciado por Carlos III para su hijo, el Príncipe de Asturias y futuro rey
¿Qué aportó el rey Carlos III a la tradición del Nacimiento en España e Iberoamérica?
Tras el primer Belén que San Francisco de Asís preparó en Greccio en 1223 fueron los franciscanos y las clarisas, hijos espirituales del santo, lo que acabaron llevando por toda Europa lo que hoy es una de las tradiciones más arraigadas en el cristianismo. Pero más allá de eso hubo personajes que tuvieron un papel fundamental más adelante para convertir los Nacimientos en lo que hoy conocemos y hacerlos algo popular. Y uno de ellos es, sin duda, el rey Carlos III de España, gran aficionado a los nacimientos y que llegó a coleccionar uno con cientos de piezas de origen napolitano que se montaban cada año en el Palacio del Buen Retiro, y que se convirtió en un espectáculo al que iban miles de personas.
Alicia Bravo, en la revista Centinela, explicaba que la principal aportación que Carlos III introdujo en la tradición española fue la de convertir el belén en una divertida, elegante y como consecuencia futura popular tradición de estas fechas. Montar el Nacimiento era una auténtica fiesta y fue más allá de iglesias y monasterios.
Además, ya no sólo se representaba el Misterio con Jesús, María y José, sino que se multiplicaron las escenas evangélicas, con la adoración de los Reyes, de los pastores, la anunciación del nacimiento, etc. Pero también se introdujo el fondo que ahora se ve en todos los belenes del mundo, donde se ven casas, palacios, paisajes…
Oraciones ante el Belén
Jesús, Hijo de María, Hijo de Dios la Luz de Navidad ha llegado como llegó a los pastores y a los magos de Oriente. En Belén en tu carne tan débil, está todo el amor de Dios, en tu carne está aquel amor, aquella ternura, aquella esperanza confiada que sólo Dios es capaz de dar.
Mirándote acostado en el pesebre, acompañado del amor de María y de José, quiero poner en tus manos mis ilusiones y mis temores. Y quiero poner en tus manos el mundo entero: a quienes más quiero y a quienes no conozco, a los de cerca y a los de lejos; y, sobre todo, a los que más sufren.
Jesús, hijo de María, Hijo de Dios, ilumínanos con la claridad de tu amor, ilumina al mundo entero con la claridad de tu amor.
Oración para bendecir el Belén
Señor Jesús, te pedimos que bendigas este nacimiento que con cariño y devoción hemos preparado. Que sea para nosotros un signo de Tu amorosa cercanía y ternura. Pero también, un recordatorio eficaz de que el único camino para seguirte y transformar el mundo es hacernos pequeños y servidores de todos. Amén.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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