Ignorar a Dios quiere decir ignorarse a sí mismo... Quien ignora a Dios es el ciego que no verá nunca la luz. Quien ignora a Dios no podrá vivir nunca como hombre justo, porque quien ignora a Dios no es hombre.
Ignorar a Dios no es solamente no pensar en Él, sino el cerrarse a la posibilidad de Su Presencia, es decir, no estar abierto a todas las gracias que Él extiende en la vida del hombre para llamarlo a la conversión y luego a la salvación.
Por Il Cammino dei Tre Sentieri. Una Voce BAJA. 7 de agosto de 2019.
El hombre descubre, ser él mismo no sólo cuando piensa y reflexiona sobre su identidad, y por lo tanto sobre su naturaleza, sino cuando reflexiona sobre sus deseos, sobre aquello que quiere ser, sobre aquello que lo realiza. De aquí el hombre comprende que aquello que desea no puede dárselo por sí mismo, sino que tiene necesidad de alguien más grande, más bien: infinitamente grande.
Veamos qué dice al respecto [el escritor] Giovannino Guareschi[1].
Don Camilo necesitaba dinero para hacer funcionar el asilo. La necesidad era apremiante. Una lotería podía ser la solución. Pero una lotería que pudiera atraer verdaderamente. Cosa no fácil porque se sabe que las loterías funcionan para deshacerse de cosas que no valen nada, que la gente no ve la hora de poder desechar y que nadie habría puesto a disposición algo verdaderamente atrayente. Al llamamiento del pobre párroco de la Bassa todos lloran por la miseria: los pobres en cuanto pobres, y los ricos en cuanto no muy ricos. Pero la sección del Partido Comunista da un paso al frente… leamos del cuento ‘La lotería de la colecta. El hombrecillo pálido’. Don Camilo habla con Peppone [afiliado al partido comunista]…
“¿Y qué me respondería, según tú, la sección del Partido Comunista si yo fuese a pedirle un donativo para la lotería?”
Peppone se encogió de hombros: “veamos un poco – murmuró – según yo, si usted se dirigiera a la sección comunista, la sección ofrecería, por ejemplo, una bicicleta [marca] Stucchi de gran lujo, nuevecita, con luces eléctricas y cambios Simplex. Y, tal vez, con funda para el asiento, soporte y portaequipaje”.
Don Camilo lo miró por un instante con la boca abierta. “Tú quieres bromear”. Exclamó finalmente.
“Yo, tal vez, sí. Pero la sección local del Partido Comunista no. Quien quiera la bicicleta Stucchi de gran lujo, completamente nueva, etc., no tiene más que dirigir una breve petición escrita a la sección misma”.
Don Camilo se rió: “Ya; para que me respondas: ‘¡Diríjase a Pella!”.
Peppone sacude la cabeza: “No, reverendo: usted envía dos líneas de solicitud y, dos horas después, la bicicleta le llega a la rectoría con el embalaje original de la casa. Naturalmente durante la presentación de los premios, la bicicleta deberá estar en el lugar de honor y portar un cartelón de cuarenta centímetros por treinta, escrito con letras grandes así: ‘Regalo del Partido Comunista Italiano’. Para evitarle la fatiga, el cartelón se lo enviaremos ya listo”.
“No te molestes – responde secamente don Camilo – Quédate con el cartelón y la bicicleta. Yo no hago de agente de publicidad”.
“Reverendo; ¿y si a la bicicleta de lujo extra Stucchi, etcétera, le pegamos un motor Mosquito también nuevecito?”
“¡Ni aunque le pongas encima un motor Fiat 1900 con embrague hidráulico!”.
“Lo siento. Como sea, piénselo reverendo”.
“Ya lo he pensado”.
Después de esto, don Camilo fue a desahogarse ante el Cristo del altar mayor, con lágrimas en los ojos…
“Jesús, he tocado noventa y nueve puertas y ninguno me ha abierto. En la centésima me han abierto para burlarse de mí: ¿cómo hago para permanecer tranquilo?”
“Don Camilo – respondió Jesús – yo le toco a cien mil almas, cada día, y ninguna se abre y me duele. Pero si, después de cien mil, encuentro una que se abre, la alegría me inunda el corazón aunque sólo encuentre escarnio por parte de aquella alma. Ignorar a Dios es mil veces peor que burlarse de Él. Quien ignora a Dios es el ciego que no verá nunca la luz. Quien ignora a Dios no podrá vivir nunca como hombre justo, porque quien ignora a Dios no es hombre”.
En resumen, Cristo – como suele decir – le dice a don Camilo “el pelo y contrapelo”. Le recuerda una cosa importante, sobre el cual tal vez a causa de su presunción y sobretodo de su orgullo el pobre párroco de la Bassa nunca había reflexionado. El pecado más grande es ignorar a Dios y don Camilo lo había hecho porque no había sabido ver en aquel regalo (que nunca habría imaginado poder tener para su lotería) un regalo puesto a su disposición por la Providencia. Pensaba en quién se lo había ofrecido y no en el regalo en sí… como si andando a una pizzería de renombre se rechaza la pizza solamente porque se llega a saber que aquel que la ha preparado es un poco bueno.
Resumiendo, Guareschi dice que ignorar a Dios no es solamente no pensar en Él (lo que ya sería muy grave), sino el cerrarse a la posibilidad de Su Presencia, es decir, no estar abierto a todas las gracias que Él extiende en la vida del hombre para llamarlo a la conversión y luego a la salvación. En Teología todo esto cae bajo la definición de “gracia actual”[2]. De esta puede beneficiarse no solo cualquiera (también el pecador), sino que puede provenir de cualquiera, incluso del más grande pecador; obviamente como causa próxima, porque la fuente siempre es Dios.
Dios puede servirse de cualquiera… aún del jefe de la Sección del Partido Comunista de un pequeño pueblo en la región de la Bassa.
Dios es Verdad, Bondad y Belleza
Il Cammino dei Tre Sentieri
Fuente: Il Cammino dei Tre Sentieri
Traducción: Una Voce BAJA
Un capítulo de Una Voce México
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