El prefecto de la Congregación para el Culto Divino habló en la conferencia Sacra Liturgia en Milán sobre “la belleza, conveniencia y valor pastoral” de recibir la Sagrada Comunión de rodillas.
Los católicos deberían seguir el ejemplo de San Juan Pablo II, que se arrodilló ante el Santísimo hasta sus últimos días. Así lo ha señalado el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en su intervención en la IV Conferencia Internacional sobre Sagrada Liturgia celebrada en Milán.
“La vida de Karol Wojtyla estuvo marcada por un profundo respeto a la Eucaristía. Os invito a recordar que al final de su vida de servicio, un hombre en un cuerpo atormentado por la enfermedad, Juan Pablo II no podía sentarse en presencia del Santísimo Sacramento. Obligaba a su cuerpo roto a arrodillarse. Necesitaba la ayuda de otros para doblar las rodillas, y levantarse otra vez”, dijo Sarah según informa LifeSiteNews.
El purpurado guineano habló el pasado martes en la conferencia Sacra Liturgia en Milán sobre “la belleza, conveniencia y valor pastoral” de recibir la Sagrada Comunión de rodillas y en la lengua.
“Porque si, como enseña San Pablo, ‘en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y en los abismos’ (Fil. 2:10), ¡cuánto más debemos doblar nuestras rodillas cuando llegamos a recibir al Señor mismo en el acto más sublime e íntimo de la Santa Comunión!”, defendió el prefecto de la Congregación para el Culto Divino.
El cardenal Sarah también mencionó el ejemplo de Santa Teresa de Calcuta, que “tocaba a diario la ‘carne’ de Cristo en los cuerpos destrozados de los más pobres de entre los pobres”, pero “llena de veneración respetuosa, se abstuvo de tocar el Cuerpo transustanciado de Cristo.”
‘¡Aquí está Jesús! ¡Quiero arrodillarme!’
En una edición especial de L’Osservatore Romano, monseñor Konrad Krajewski, ceremoniero pontificio, relataba cómo el 10 de junio de 2004, durante la última procesión del Corpus Christi que presidió, el San Juan Pablo II rogaba, una y otra vez, poder arrodillarse ante el Santísimo. Este es el testimonio de Konrad Krajewski recogido en un artículo del semanario católico Alfa y Omega:
Durante la última celebración del Corpus Christi, presidida por el Papa, ya no podía caminar. El maestro de celebraciones y yo lo habíamos alzado con la silla sobre la plataforma del coche, expresamente preparada para la procesión: delante del Papa, sobre el reclinatorio, estaba puesto el ostensorio con el Santísimo Sacramento.
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