El canto del Aleluya resonó en Jerusalén en la madrugada del sábado 30 de marzo: es la peculiaridad de la basílica del Santo Sepulcro, donde la Vigilia Pascual se adelanta por las exigencias ligadas al Status quo, que regula la vida de las diferentes comunidades cristianas de la basílica. Por eso, la de Jerusalén es considerada la madre de todas las vigilias.
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El problema no sería ser pocos sino insignificantes.