Cada vez más iniciativas, especialistas y publicaciones se hacen eco de una crisis de masculinidad tanto en el ámbito secular como en el propiamente eclesiástico, tendente a «desmasculinizarse«. Aunque no hay muchas estadísticas al respecto, algunas iniciativas como New Emangelization recogen con datos cómo el hombre cada vez es menos proclive a vivir o mantener su fe, incluso su misma pertenencia a la Iglesia. Según cifras de los Caballeros de Colón, uno de cada tres hombres bautizados abandona la fe. Prueba de ello es la proliferación de apostolados dedicados a hombres, como pueden ser el mismo New Emangelization, Catholic Gentleman, Into the breach o el mundialmente extendido Rosario de Hombres.
A la hora de conformar nuevos apostolados masculinos, muchos se topan con una pregunta hoy difícil de responder: ¿Qué es un hombre, cuál es su papel evangelizador y cómo se diferencia su evangelización de la mujer? Fue una de las preguntas que en mayo de 2020 pasó por la cabeza de Michael Mason y que trató de abordar junto a otros cinco hombres católicos. Pronto empezaron a reunirse durante la madrugada del primer sábado de mes para rezar ante el Santísimo y enfrentar los desafíos que representa la modernidad. De muchas reflexiones, dos de ellas, la necesidad de hermandad entre hombres católicos y de una regla de vida, conformaron el germen de lo que hoy es la St. Joseph Society. Cuatro años después, la iniciativa se ha extendido por todo el estado de Ohio (Estados Unidos) y cuenta con nueve capítulos de hombres que buscan progresar en la virtud a través de la formación teológica dos veces por semana, el compromiso de ejercitar el cuerpo mediante el ejercicio, el ayuno y la abstinencia y una regla diaria de oración.
Entrevistado por el editor de Crisis Magazine, Eric Sammons, el converso, profesor de Teología, casado y padre cinco hijos ha analizado en profundidad la crisis de masculinidad en la Iglesia, el papel del hombre y sobre todo, aportado un extenso programa apostólico para frenar la sangría de hombres que aqueja a la Iglesia.
1º Primero hay que llegar a los jóvenes: la importancia del tiempo
La primera pregunta, la de «la clave para llegar a los jóvenes», la responde especialmente desde su faceta docente. En su caso, recuerda que tan importante para los hijos como para los alumnos es saber que «si se quiere cambiar la vida de estos chicos, lo importante es pasar mucho tiempo en sus vidas. No solo es pasar tiempo de calidad, sino también en cantidad: tienen que saber que los quieres y que estás a su lado».
2º Tiempo, amor, verdad y coherencia: antigua y nueva evangelización
Mason se define partidario de aspectos de la Nueva Evangelización como el presentar el Evangelio de forma atractiva a los jóvenes y sin «golpearles con la verdad en la cabeza». Pero al mismo tiempo afirma creer firmemente en la «vieja evangelización», que no es otra cosa que «confiar en lo revelado en el Evangelio y presentarlo a los jóvenes«. «Cuando quieres a la persona, entablar una conversación con ella y compartir una verdad en la que crees y que piensas que mejorará sus vidas y lo haces de una forma atractiva, responderán bien. La vida de mis estudiantes no cambia en una semana, pero estamos plantando semillas y confío en que el Espíritu Santo hará el resto. Creo que con el tiempo suficiente, el amor, decir la verdad y ser autentico, los muchachos responderán bien: tienes que vivirlo, que ser auténtico, porque los adolescentes perciben la falta de coherencia».
3º El hombre de hoy percibe que carece de lugar
Preguntado por la situación de la masculinidad en la Iglesia, Mason afirma que el hombre de hoy «no entiende dónde encaja en la cultura o en la Iglesia. Si le preguntas a una mujer, entiende a dónde pertenece», pero en el caso del hombre, cada vez más perciben que «no aportan nada especial y único» y que son «derrotados» por la cultura dominante.
Si esto sucede es a juicio de Mason porque los hombres necesitan saber cuál es «su misión, su dirección y sus órdenes de marcha», pero cuando hoy entran a las iglesias o apostolados, se preguntan «qué deben hacer o dónde encajan» ante un liderazgo parroquial mayoritariamente femenino.
4º Definir lo que es un hombre
Mason, sorprendido de que «los hombres no saben lo que es ser un hombre«, ha dedicado varios años a estudiarlo para desarrollar su apostolado. La raíz etimológica es «vir», que también significa fuerza. Parte de lo que somos como hombres supone «proteger y proveer», ser alguien fuerte en mente, cuerpo y espíritu«. También invita a estudiar las «tres marcas» de la virilidad enunciadas por Dilsaver, el hombre como «sacerdote, profeta y rey de su hogar«. Solo una vez interiorizado el concepto, los hombres «tendrán una visión de lo que deben convertirse. Así un grupo de hombres podrá dirigir a otros en su misión y un sacerdote podrá decírselo a sus muchachos de forma clara y sencilla. Eso es lo primero que necesita un hombre».
5º Los hombres necesitan una misión, saber cuál es la batalla
Para el evangelizador, lo que ocurre es que no se está comprendiendo la mentalidad masculina, que en tanto en sus alumnos como en el conjunto de hombres consiste en el deseo de «una misión por la que entregar la vida y estar dispuestos a morir».
«Es un impulso masculino natural, estamos programados para ello. Los hombres quieren una misión, una base sobre la cual construir la vida. Eso es lo que hace que el tema sea único: cuando un hombre mira hacia arriba, necesita ver un líder que lo guíe hacia la batalla y saber cuál es esa batalla, cuál es su misión, cuál es su objetivo y su líder», comenta.
6º La Iglesia debe ser «inspiradora» y que llame a «morir por ella»
Mason también lamenta que el sentido de la belleza o la estética se infravalore en los hombres. «No se dan cuenta de lo importante que es en la adoración de los hombres. No entienden como somos. Somos seres visuales, no auditivos. ¿Qué inspira la devoción de un hombre? La belleza. Está en todos los cuentos. Y si un hombre se enamora de una mujer, ¿qué hará por ella? Cualquier cosa, porque la belleza le inspira».
Hoy, continúa, los hombres «no ven una visión inspiradora ni hermosa ante ellos. No es impresionante y no vale la pena morir por ello. Si la Iglesia quiere atraer a los hombres, debe darles una misión por la que valga la pena morir, una aventura, ofrecer el Evangelio».
7º La importancia de presentar el combate espiritual
Antes de su conversión al catolicismo, cuando se hizo cristiano, recuerda que parte de lo que motivó su ardor apostólico fue la misión de predicar el Evangelio en plena calle. Hoy no considera que «lo más prudente sea enviar a evangelizar a alguien que no sabe nada», pero para él fue «una misión» que «prendió fuego».
«Por eso muchos van en masa con los evangélicos. Porque te dicen que ahí fuera hay un combate. Te desafían a compartir el Evangelio con familiares y amigos y te dirán que es posible que no agrades al mundo por tu fe. Y esos son aspectos completamente católicos pero que no se escuchan mucho en la Iglesia. Nunca habrá una buena razón para abandonar la Iglesia, pero puedes entender por qué la gente lo haría. Nuestra tradición ofrece la respuesta a la crisis del hombre católico».
8º Las reuniones, cuanto antes mejor: «El tiempo no nos pertenece»
A la hora de emprender apostolados masculinos, Mason comenta que en el caso de padres de edad media con varios hijos, el tiempo «no les pertenece» a partir de las 8:00 de la mañana. Por eso, Mason y los miembros de la St. Joseph Society alertan a los sacerdotes responsables de cada capítulo para que adelanten la hora de inicio lo máximo posible.
9º Los hombres sí hablan: solo hay que saber de qué y cómo
Para Mason, el tiempo ha demostrado que «los hombres hablan muchísimo», pero «hay que entender cómo hablamos y de qué cosas hablamos. No hablamos de cómo nos sentimos. Los hombres debatimos. La conversación de los hombres se desarrolla sobre una actividad que hacen juntos. No es necesario un gran debate, pero sí debe haber un elemento de discusión». Menciona que en los grupos de formación, lo realmente productivo -y habitual- no es reflexionar sobre lo que cada uno piensa de un pasaje evangélico, sino «escuchar lo que la Iglesia dice sobre ese pasaje».
10º La importancia de la disciplina: una regla de vida
Otro de los pilares de Mason para toda misión, sea cual sea, es «tener una disciplina», que en el ámbito religioso se plasma en las reglas de las órdenes. En el caso de su apostolado y hablando de los hombres en general, recuerda que parte de esa regla de vida pasar por estudiar y formarse espiritualmente frente a una cultura «contraria a nuestra fe, que la desafía tanto a derecha como izquierda. No es necesario un doctorado en Teología, pero sí formarse intelectualmente».
En el caso de la St Joseph Society, su regla es:
Mente: Firme compromiso con la formación intelectual y teológica dos veces por semana.
Cuerpo: Un compromiso firme de hacer ejercicio tres veces por semana, abstenerse de comer carne todos los viernes y hacer ayunos periódicos durante todo el año.
Espíritu: Régimen de oración todos los días, adoración semanal, confesión mensual y observancia del Santo Sábado. Las siguientes oraciones son la base de nuestro régimen de oración diario: Oración de la mañana – Ofrenda de la mañana de Nuestra Señora del Monte Carmelo, Oración del Medio Día – Recuerdo a San José por las intenciones de la Sociedad, Oración de la tarde – Acto de Contrición y Lectura de la Sagrada Escritura, oración mental y rosario diario.
12º Potenciar la «camaradería»: «Hermanados hacia la santidad»
Otro de los pilares que propone Mason es el de integrar a los miembros en una «hermandad» que trasciende por completo el convencional «grupo de amigos». Lo define como un grupo de hombres que se reúnen y dirigen hacia un propósito y misión específica: crecer en santidad, en semejanza de Cristo y evangelizar el mundo. Lo que los hombres necesitan, dice, «es una misión común con otros hombres que puedan conocerse en persona. Estamos programados para eso y es lo que alimenta nuestra alma. Por eso estamos ahí, en la St. Joseph Society. No estamos para comer donuts, hacer un proyecto asistencial o discutir lo que Pablo quiso decir en Gálatas 5: estamos aquí para descubrir cómo llegar a ser santos».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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