Seguramente, el remedio a este mal indietrista consiste en la suscitación de una santa reacción en contra de los que quieren deformar el Cuerpo Místico de Cristo. Tenemos la tranquilidad, no obstante, de que la Iglesia de Dios subsistirá siempre allí donde esté la comunidad, aunque sea pusillus grex, de los que creen y defienden la verdad divina.
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