Como residente en Beverly Hills y millonario antes de los 40, para Scott-Vincent Borba no era raro ver cómo Paris Hilton le llamaba al móvil para invitarle a una fiesta en su casa. Solo tenía que descolgar, coger su Aston Martin y apresurarse para llegar a un nuevo evento donde tenerlo todo a su alcance. Pasados algunos años, sigue queriendo tenerlo todo en sus manos… solo que su visión de ese «todo» ha cambiado. Ya no es dinero, fiestas y grandes coches: es un trozo de pan que se transforma en el mismo Dios.
Basta una breve búsqueda en Google para ver lo alto que pudo llegar Borba, empresarialmente hablando.
Sus orígenes están, sin embargo, muy alejados de la vida de lujo y frivolidad que llegó a tener.
Criado en una familia católica y especialmente devota de la Virgen de Fátima, llegó incluso a considerar el sacerdocio cuando era solo un niño.
«En la misa [mi madre] me dijo que mirara hacia el altar y me preguntó si quería ser el hombre de la túnica. Quienquiera que fuera el sacerdote, su sotana brillaba y supe que Dios estaba poniendo en mi corazón el deseo de convertirme en sacerdote«, relata a OSV News.
Recuerda que la Virgen siempre estuvo presente en su vida, y que antes de alcanzar la fama y el éxito por el que se le conoce, rezó pidiéndola que le mantuviera a flote a lo largo de su vida.
Millonario y gurú de la belleza en Los Ángeles
Concluida la universidad, Borba se mudó a Los Ángeles en busca del éxito, con una práctica religiosa descuidada y que amenazaba con desaparecer. Pero de vez en cuando buscaba recuperar su relación con Dios, y el viaje fue uno de esos momentos.
«En el camino, Dios me dio la gracia de apagar la radio, bajar la ventanilla y suplicarle: `Padre, por favor, ayúdame a alcanzar mis sueños. Y si los alcanzo, te daré mi vida y te serviré´», prometió el entonces joven Borba.
La Providencia pareció escucharle… y tomarle la palabra.
En 2004, fundó junto a Joseph Shamah E.l.f. Cosmetics. Una empresa radicada en California que se ha convertido en referencia de cosméticos y maquillaje para millones de mujeres de clase media en todo el mundo. La calidad era buena, y sus sombras de ojo, lápices de cejas o cremas faciales no suben de los 15 euros.
En lo más alto de su facturación, Borba también llegó a ser el responsable de inversiones de miles de euros en un solo tratamiento.
Mila Kunis es solo un ejemplo de ello: en 2011, con motivo de la entrega de los Globos de Oro, Borba le regaló a la actriz el HD Diamond and Ruby Peel, uno de sus tratamientos faciales estrella creado a partir de diamantes y rubíes, cuyo coste ascendía a los 7.000 dólares.
Borba se rodeó de famosos en vida: amigo de Paris Hilton, proveedor de servicios para Mila Kunis, incluso fue novio de la actriz Demi Moore, en la imagen.
Aquello fue hace más de una década, pero la empresa parece seguir el ritmo de proyectos y campañas. Al menos es lo que se desprende de los siete millones de dólares por un spot publicitario de 30 segundos en la Fox, durante el intermedio de la última Super Bowl.
En Beverly Hills, novio de Demi Moore, Aston Martín… «Estaba vacío»
Borba no tenía ni 30 años y ya había dirigido exitosas campañas de marketing para algunas de las cosméticas más importantes del mercado, como Neutrogena, Sebastian, Joico, Murad y Hard Candy.
Tanto le apasionaba la cosmética que incluso abordó el sector también como autor, publicando libros como Skintervention y Cooking Your Way to Gorgeous.
Skintervention, uno de los libros de cosmética del otrora modelo y millonario Scott-Vincent Borba, actual seminarista.
Por entonces era más rico y famoso de lo que podría haber imaginado.
Con 38 años salía con la actriz Demi Moore, conducía un Aston Martin, tenía las oficinas en Beverly Hills y una casa en la playa, prácticamente vecino de la actriz y cantante Paris Hilton, que con frecuencia le invitaba a fiestas en su mansión.
Pero conforme aumentaba su fama y riqueza, relató recientemente a Aleteia, también se apoderaba de él la convicción de sentirse profundamente miserable.
«Estaba en una fiesta y me sentí muy infeliz. Como si estuviera vacío… Estaba cansado«, admite Borba, que en ese momento miró al Cielo… y rezó: «Si esta es la vida, donde todo lo que haces es trabajar y divertirte y hacerlo de nuevo y morir, no creo que sea la vida que has hecho para mí. Pero sólo puedo cambiar si me ayudas«.
Llamado a renunciar a todo: «El Señor nunca me ha abandonado»
Casi de inmediato, Borba tomó conciencia de lo que implicaba su modo de vida, de la realidad del pecado y del infierno, pero también del poder de Dios para salvarle.
«Ayúdame… No quiero hacerlo más«, rezó Borba, que fue «sincero» y pidió auxilio a la Providencia.
«Y Él me dio la conversión. Fue la gracia de Dios sobre mí. Nuestro Señor nunca me ha abandonado«, admite agradecido.
Determinado a cuestionar su modo de vida, Borba hizo las maletas, dejó su mansión y se alojó en un hotel.
«No quería estar en mi casa. Todo me recordaba al pecado y le decía a Dios lo mucho que lamentaba haberle ofendido», recuerda.
Su siguiente paso fue dejar Los Ángeles y, poco a poco, desprenderse de toda su riqueza.
«En ese momento, Dios me llamó a renunciar a todo, y pensé que eso se refería a mis coches. Tenía un Aston Martin, así que dije: `Está bien, Señor, voy a vender el coche, le daré el dinero a obras caritativas y me compraré una camioneta´», recuerda.
En otra ocasión relató a Aleteia que fue tras profundizar en su vida de oración y viajar a Medjugorje que decidió «vaciar la cuenta» y donarlo todo a Mary’s Meals, al hospital oncológico más cercano y a los pobres.
«Nuestro Señor dejó claro que amarle a Él es amar a los pobres física y espiritualmente. Y cumpliré su petición toda mi vida«, aseguró el magnate.
Seminarista, más feliz que nunca
Borba admitió tener la ayuda de Dios para hacerlo, pero no fue por ello algo sencillo.
«Fue muy duro renunciar a todo. Solo por la gracia de Dios un hombre o una mujer que llevan una vida decadente pueden renunciar a ello. Después de dejarlo todo, ya no sabía quién era. Me lamenté de mi antigua vida y tuve que aferrarme a Dios para alcanzar las metas que me había fijado. Él me hizo humilde y sigue haciéndolo. Solo así puedo hacer su voluntad, admite Scott.
Aquel desprendimiento culminó cuando Borba, a sus 46 años, tomó la decisión de cumplir la promesa que hizo años atrás.
«Dios me llamó cuando tenía 10 años. Simplemente acepté tarde«, afirmó el actual seminarista, que cursa su preparación para el sacerdocio en el Seminario de San Patricio, en la diócesis de Fresno (California).
Tras varios años de preparación, recuerda entre risas su primer encuentro con el director vocacional antes de entrar al seminario, en su coche de lujo y con un traje que pocos se podrían permitir.
«Cuando abrió la puerta para darme la bienvenida, se me quedó mirando un momento antes de suspirar: `¡Tengo mucho trabajo que hacer contigo!´», le dijo el formador.
«Nunca he sido tan feliz. Nunca he estado más lleno de alegría. Con todo lo que el mundo puede darme, lo daría un millón de veces para estar con Jesús. Nunca dejaré de hablar de la misericordia de Dios y de su amor por todos sus hijos «, concluye el futuro sacerdote.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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