La parroquia del Espíritu Santo de Barcelona está situada en el número 401 de Travessera de Gràcia, a una distancia cómoda de dos maravillas del modernismo, el Hospital de San Pablo y, un poco más lejos, la Sagrada Familia.
El arzobispado quiere derribar el edificio actual (del año 1967, proyecto de Manuel Puig Janer) y en el mismo lugar construir un templo nuevo, más pequeño, «con buenas instalaciones parroquiales, que hoy no hay». Parte del terreno se usará para otra entidad diocesana, la Facultad Universitaria de Salud y Medicina de la Universidad Blanquerna, una universidad de la diócesis.
Se encargará al párroco que atienda espiritualmente también a los estudiantes de medicina que acudan allí, lo que puede llevar a una revitalización de la parroquia y a facilitar la evangelización de jóvenes. Todo el suelo de la actual parroquia seguirá siendo propiedad de la diócesis.
Las obras durarán entre uno y dos años, y durante ese tiempo los actuales feligreses podrán acudir a templos cercanos, especialmente al del Hospital de San Pablo.
La parroquia del Espíritu Santo de Barcelona, barrio del Guinardó, con su vitral visto desde fuera.
El proyecto ha sido recibido con suspicacia por algunos feligreses y sus inquietudes han resonado en algunos medios de comunicación digitales, pero el responsable de comunicación de la diócesis, el diácono Ramón Ollé Ribalta, no le ve ningún sentido a la polémica.
«La parroquia ni se vende ni se cierra», detalla Ramón Ollé. «Lo que hacemos es cambiar un edificio viejo, que tenía problemas, por uno nuevo, donde el templo será más pequeño pero tendrá mejores locales parroquiales».
El edificio actual, rectangular es muy amplio. «Hoy, en un domingo normal, como mucho se llena un tercio de los bancos. Claro, en una ocasión especial, si va el cardenal, se llena este templo, pero como se llenan todos cuando hay visita del cardenal. En el templo nuevo, aunque será más pequeño, cabrán perfectamente 300 y 400 personas en misa, será una iglesia digna y nueva».
Ollé cree que al menos parte de la confusión no viene de los feligreses del barrio, sino de personas de otras zonas que acuden al templo actual a hacer adoración nocturna y, por alguna razón, creen erróneamente que va a desaparecer la parroquia.
La parroquia del Espíritu Santo de Barcelona, vista desde la entrada.
Algunos críticos de la operación intentan entorpecerla hablando de su vitral de gran tamaño, de formas abstractas, pero Ollé detalla que «ese vitral nunca se ha catalogado como nada especial, es un vitral de técnica barata que se hacía en los años 60 que incorpora vidrio a estructuras de hormigón. De todas formas, nuestro constructor está mirando si hay alguna forma de salvarlo. Quizá haya que redibujarlo y volverlo a hacer», comenta el diácono.
Durante el periodo de transición, mientras se construye el nuevo templo, los feligreses del barrio tienen la opción de ir a la iglesia del (hermosísimo) Hospital de San Pablo, que tiene misa los domingos y los días de diario.
El pasado 17 de marzo el obispo auxiliar Javier Vilanova Pellisa acudió a la parroquia a celebrar la misa y hablar con los feligreses.
El arzobispado detalla que todo este proyecto lo coordinó desde un inicio el fallecido obispo auxiliar Antoni Vadell, en comunicación con el párroco y el Consejo parroquial. La diócesis lo revisó y aprobó en su Consejo Episcopal, Colegio de Consultores, Consejo de Asuntos Económicos y Consejo Presbiteral, y la Santa Sede dio su autorización. El arzobispado explicó el proyecto con una rueda de prensa ya en junio de 2022.
Una misa en 2010 en la parroquia, se ven sus vitrales:
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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